Cristóbal García Vera / Canarias Semanal •  Opinión •  01/01/2019

Entrevista a Rafael Gómez Parra: «La entrada de Carrillo en España fue pactada con Martín Villa, por entonces ministro del Interior»

Entrevista a Rafael Gómez Parra: «La entrada de Carrillo en España fue pactada con Martín Villa, por entonces ministro del Interior»

Rafael Gómez Parra es un veterano periodista y escritor con una larguísima trayectoria profesional. Afiliado al PCE durante la clandestinidad, participó en los primeros encuentros de la Junta Democrática, como responsable del comité de Prensa, Artes Gráficas y Editoriales del Partido. Fue detenido dos veces por la Policía Política que dirigía, entre otros, Billy el Niño. Trabajó en numerosas publicaciones como «Gaceta Ilustrada», «Actual» o «Interviú». Fue corresponsal de guerra y es autor de libros como «Jomeini el profeta de la guerra» o «La guerrilla antifranquista». En esta entrevista en exclusiva concedida a Canarias-semanal, Gómez Parra ofrece las claves para entender la Transición. Una operación política fraudulenta sobre la que se construyó el Régimen político del 78, aún vigente en el Estado español (…).

 

Cristóbal García: Como periodista del rotativo «Informaciones»,  que dirigió Juan Luis Cebrián, y también como representante en el PCE de los periodistas en Madrid, conociste de primera mano cómo tuvo lugar la creación de «El País», el periódico que se ha considerado como el «mascarón de proa» de la llamada «Transición española». ¿Qué nos puedes contar sobre los orígenes de este diario?

– Rafael Gómez Parra: Hacia el final del franquismo la pequeña apertura que significó la Ley de Prensa e Imprenta, también conocida como «Ley Fraga», permitió la proliferación de pequeñas revistas y algún periódico, en los cuales, aprovechando los pequeños resquicios de esa ley, se fue abriendo camino un periodismo crítico. Un periodismo en el que la información había que «leerla entre líneas», como se decía en aquella época. Ese tipo de periodismo sirvió para  prestigiar a esas publicaciones frente a la prensa del «Movimiento» . De ello se apercibieron  personajes como Juan Luis Cebrián, que rápidamente se propusieron instrumentalizar el prestigio de ese nuevo periodismo para la justificación de la llamada «Transición» .

Cronológicamente, aquellos momentos coincidieron con los intentos  de los “reformistas” del franquismo que   trataban de impulsar «cambios controlados»  que, al chocar  con  la fuerza y el empuje del movimiento obrero, provocaban a su vez una reacción de  “bunkerización” en el propio franquismo. En ese contexto, los reformistas se vieron obligados a recurrir a las grandes potencias internacionales, particularmente a  Alemania y a Estados Unidos, para que les ayudasen a  poner en marcha la operación  de «apertura del franquismo».  Pero ni aún así lo consiguieron. Esa fue la razón por la que  tuvieron que recurrir primero al PSOE y luego al PCE, para convencerles de que se integraran en aquel proceso.

En toda esta operación, los medios de comunicación iban a jugar un papel fundamental. Juan Luis Cebrián, que efectivamente dirigía entonces el periódico de la Banca, «Informaciones», y Fraga, se dieron cuenta de que no podían utilizar los medios  controlados por la dictadura porque estos carecían de la más mínima credibilidad ante la sociedad.  Y ese fue el momento en el que decidieron montar «El País», que fue fundado por ellos y otros “reformistas” del franquismo. Lo que hicieron fue, de acuerdo con la Banca, cerrar el periodico  Informaciones, y abrir un rotativo nuevo, «El País», que  carecía del  «pecado original» de ser franquista. Los medios de comunicación, pero fundamentalmente este nuevo diario, pudieron cumplir  entonces un papel esencial para construir una visión edulcorada y positiva de la  «Transición» .

-CG: ¿De qué manera cumplió «El País» esta función?

– Rafael Gómez Parra: Lo primero que hicieron fue «fichar» a casi todos los periodistas progresistas o izquierdistas pertenecientes a distintas corrientes, para así aumentar la credibilidad del mensaje  que intentaban transmitir. El mensaje de que cada paso  que se daba era un paso “antifranquista”. La idea de que se produjo  una «ruptura» con el franquismo proviene justamente del citado Juan Luis  Cebrián.

En realidad, lo que se produjo fue tan solo una «reforma controlada», en la que la  llamada “izquierda” se integró en unas instituciones que siguieron siendo esencialmente franquistas. Pero en cada uno de los pasos que se iban dando en esa dirección, la maquinaria de «El País» se puso también en marcha para intentar convencer  a la gente de lo contrario. Un objetivo hay que reconocer que consiguieron en gran medida. Los periodistas que no aceptamos desempeñar ese papel, porque estábamos en contra de lo que se estaba haciendo, fuimos los que no pasamos a formar parte del nuevo periódico de Cebrián.

-CG: ¿Y cuáles fueron esos “pasos” de la Transición que «El País» se encargaba de justificar?

– Rafael Gómez Parra: Como ya te indiqué, todos  ellos, pero a título de ejemplo se puede recordar el 23F. Todo el mundo sabe que el Rey, efectivamente, intervino en el golpe militar, así como en su gestación. Los  historiadores lo saben igualmente, pero fue el periódico «El País» el que se encargó de construir la  versión de que había sido el Rey quien lo paró. Esa versión continúa figurando aún hoy, pese a las evidencias que la desmienten, en la  «historia oficial». Pero la verdad es que  como ese episodio se podrían apuntar  otros muchos.

Vale la pena recordar también la mal llamada “reconversión industrial” del Gobierno de Felipe González,  que supuso acabar con la mayor parte de la industria española para cumplir de esa forma con la división internacional del trabajo impuesta por la entonces Comunidad Económica Europea. Bueno, pues «El País» cumplió la misión de decir y propagar que todo aquello se hacía para lograr la “modernización” de España. Paralelamente,  la misma cabecera periodística se esforzó  denodadamente  en demonizar la resistencia obrera a aquella operación,  transmitiendo tambiénn falsamente que cada vez que se cerrara una industria  se abriría otra. Ni que decir tiene que eso nunca sucedió.

-CG: A partir de esa época «El País» se convierte en el periódico de referencia para la «progresía y la “izquierda” institucional e incluso en la actualidad hay muchas personas de izquierdas que  mantienen que  «El País» de hoy  es esencialmente diferente  al que hubo entonces.

– Rafael Gómez Parra: La realidad es que en toda aquella historia de engaño, «El País» también fue fundamental para dar una justificación a la falsa izquierda, el PSOE y gran parte de Izquierda Unida, en su pretensión  de que realmente se había realizado una ruptura con el franquismo

A estos sectores políticos no les interesaba que hubiese ningún otro medio crítico, algo que te puedo ilustrar con una anécdota. En un momento determinado un grupo de periodistas intentamos hacer un periódico más a la izquierda de «El País», y fuimos a hablar con una serie de personajes políticos de la llamada “izquierda”  para ver si podían echarnos  una mano en nuestro intento.

Entre otros, hablamos con Manuela Carmena, que lo que nos echó fue un pedazo de bronca, porque –según nos dijo – “pretendíamos sacar un periódico para hacer la competencia al periódico de izquierdas”. Y es que, como te digo, a ellos «El País» les ofrecía la cobertura para su propia justificación ideológica, de que lo que estaban haciendo era correcto cuando, en realidad, no habían hecho otra cosa más que integrarse en  el franquismo remozado que se impuso tras la muerte de Franco.

-CG: A pesar del peso de todo el aparato mediático, hoy esa versión oficial sobre la Transición ya está muy cuestionada, pero no son pocos los que insisten en que, pese a todo, fue lo que se pudo hacer en aquel momento. Incluso los dirigentes de Podemos afirman hoy que se puede considerar un “éxito” para la época, aunque hoy aquella experiencia  «habría que renovarla». Tú, que como representante de los periodistas  del PCE participaste en las primeras reuniones de la Junta Democrática, ¿qué opinas de esto?

– Rafael Gómez Parra: En las primeras reuniones de la Junta, el propio Santiago Carrillo explicaba que no se podía aceptar la Monarquía porque era una Monarquía franquista. Esto lo tenía claro todo el mundo y hasta lo mantenían muchos dirigentes del propio PSOE. ¿Por qué luego el PCE aceptó la Monarquía? Bueno, la explicación que ellos dieron es que si no lo hacían la dictadura franquista iba a continuar e incluso podían matarlos. Carrillo  irrumpió en una reunión del Comité Central  del PCE con el mensaje de que si  no se aceptaba la bandera monárquica, el himno y todo lo que les exigían, llegaría el Ejército, y que este podía proceder a realizar ejecuciones sumarias.  Se utilizó ese argumento, así como la idea de que si no hubieran aceptado no se habría hecho la reforma del franquismo. 

Por el contrario, yo creo, y como yo muchos historiadores, que el franquismo se hubiera reformado de todas formas, porque no tenía más opción que hacerlo. Había  una situación internacional que imperativamente así lo exigía. Para mí, lo que hizo la llamada “izquierda” fue romper el movimiento obrero para que no se enfrentase al proyecto de reforma pactada que se planeó desde dentro del propio franquismo.

¿Qué podría haber pasado si los acontecimientos no hubieran sido esos? En mi opinión, la fuerza del movimiento obrero y del antifranquismo habría obligado, como mínimo, a no aceptar la Monarquía y también se podrían haber puesto sobre la mesa otras reivindicaciones sociales y económicas, como sucedió en el proceso político de la  revolución portuguesa, que aunque finalmente también fue derrotado, abrió muchas más posibilidades que el proceso político español.

Y, sobre todo, en las instituciones del Estado, la Judicatura, la Policía, etc., que han seguido siendo franquistas, se podría  haber procedido a su  depuración. Igualmente se podría haber producido una limpieza ideológica de los restos de la dictadura, evitando  el espectáculo que hoy estamos contemplando. Al no haberse hecho nada de esto, aquellos franquistas formaron a sus sucesores, y hoy éstos se manifiestan más abiertamente, con más descaro,  de lo que se atrevían a hacer, incluso, durante la propia  «Transición». Si hoy el franquismo  continúa existiendo  se debe a que la llamada “izquierda” terminó haciéndose también, en alguna forma, franquista.

-CG: Como tú has  recordado, todo lo que no se hizo entonces se justificó por el miedo a la involución y a los militares.  Por lo que tú conoces, ¿crees que, por ejemplo, cuando Santiago Carrillo aludía al “ruido de sables”, creía realmente en la posibilidad de que el Ejército pudiera intervenir?

– Rafael Gómez Parra:  Saber lo que alguien piensa es imposible, porque es una cuestión muy personal, y uno no puede entrar en la mente de los otros. Aunque, claro, a nivel personal, se puede tener miedo. Te contaré. Hay un episodio relacionado con la famosa entrada de Santiago Carrillo en España con “la peluca”, que quizá pueda  ilustrar lo que digo. Aquella vuelta de Carrillo había sido pactada  previamente con Martín Villa. Le permitieron entrar e incluso estaban al tanto de la rueda de prensa que iba dar. Sin embargo, la operación coincidió con el secuestro del presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol, por los GRAPO,  en diciembre de 1977, y eso generó una situación en la que cuando Carrillo dio la rueda de prensa no tuvieron más remedio que proceder a su detención.

Pues bien, según informaciones directas que entonces nos llegaron, Carrillo cuando lo detienen se echa a llorar  y pide, todo compungido, que llamen a Martín Villa. Con esto quiero  poner de manifiesto que cuando alguien piensa que los acuerdos a los que ha  llegado  con otros  se rompen, el miedo puede apoderarse  perfectamente de él.   Y, del mismo modo,  es  posible que los miembros del Comité Central del PCE de aquella famosísima sesión, en la que el propio Carrillo les dice que o aceptan la Monarquía y la bandera o viene el Ejército, también pudieron llegar a sentir miedo. Pero la cuestión esencial es que si perteneces a un Partido que pretende ser revolucionariono no puedes actuar atenazado por el miedo. Sea lo que fuere que haya sucedido, de lo que no hay ninguna duda es de que la «Transición» fue totalmente dirigida por los franquistas.

-CG: Fruto de esa «Transición» fue el  llamado «Régimen del 78», sobre el que recientemente diste una charla en Madrid. ¿Cómo caracterizarías este Régimen si tuvieras que explicárselo  a un joven perteneciente a  las nuevas generaciones?

Rafael Gómez Parra: Yo diría que es una reforma del Franquismo, en la cual integran a todos aquellos sectores que aceptan que la dirección siga siendo franquista. El franquismo impuso las cuestiones fundamentales, como la Monarquía, de la que ya he hablado, la pervivencia de las instituciones de la dictadura o el hecho de que no se tocasen los bienes personales de los franquistas, aunque hubieran sido conseguidos mediante el robo, como ha pasado con la fortuna de la propia familia Franco. Todo lo demás fue una reforma de aspectos necesarios para adaptarse a Europa, para la cual lo fundamental era que España siguiera siendo un país capitalista y se mantuviese en sus instituciones fundamentales. La llegada de Felipe González al gobierno, al que previamente le hacen algunas pruebas como su aceptación de la OTAN, también es clave. González lleva a cabo toda la desindustrialización, con la que también se rompe  el movimiento obrero, dejándolo sin los colectivos más luchadores, que fueron machacados y enviados a casa. Eso, cuando no fueron directamente asesinados, como en la Matanza de Vitoria del 3 de marzo de 1976, con  Fraga como ministro responsable de la policía.

-CG: En cualquier caso, nada de eso se produjo sin resistencia…

– Rafael Gómez Parra: Sí, por supuesto hubo importantes luchas de los trabajadores, y en ellas una vez más «El País» fue el encargado de denigrar  la resistencia de la clase obrera. En esta labor se aplicó a fondo durante la Huelga General que CC.OO. y UGT hicieron en 1988, en la que incluso denostaron al secretario general de UGT, Nicolás Redondo, hasta obligarlo a marcharse del PSOE. Fíjate la dureza de ese neofranquismo liderado por Felipe González, incluso contra el secretario general  de un sindicato que nada tenía de revolucionario, que era puramente reformista. Al mismo tiempo, mandaron al trastero a Marcelino Camacho que, por otro lado, y en honor a la verdad, también fue en los primeros momentos uno de los más activos patrocinadores de la Transición y de detener la acción del movimiento obrero. Otra cosa es que luego se diera cuenta y que cuando intentara reaccionar ya no pudiera  hacer nada, aunque tampoco creo que lo intentase todo. En cualquier caso, la realidad es que Marcelino Camacho, o incluso figuras como la propia Pasionaria, que entonces también era ya muy mayor y quizá no se dio cuenta, no lo sé,  jugaron un papel muy negativo durante la Transición, en la última época de sus vidas. Fue muy distinto al de otros, como algunos dirigentes  vascos de la República que cuando volvieron a España no aceptaron la Transición.

El resultado de aquello es que aún hoy éste sigue siendo un país franquista, porque las instituciones no cambiaron y hoy los franquistas que están en ellas – en la Justicia, el ejército o la policía- son más abiertamente franquistas que los de la Transición. Y todo fue posible porque la llamada “izquierda” que se integró en el Régimen favoreció la ruptura del movimiento obrero, del movimiento vecinal, etc., y con ello la configuración de la sociedad en la que ahora vivimos, donde la gente se ve abocada a actuar siguiendo el “sálvese quien pueda”. No creen en la política, ni en los políticos, porque constatan que no tienen nada que ver con ellos.

-CG: A propósito de esa situación que describes, y dando un salto de décadas, en el año 2008  el estallido de la crisis capitalista hace tambalear al «Régimen del 78», porque la gente comienza no solo a protestar y autoorganizarse, sino también a cuestionar la legitimidad de sus instituciones. En este contexto surgen nuevos partidos como  Podemos, cuyo líder adquiere popularidad justamente cuestionando el «Régimen del 78», pero que muy rápidamente asume un discurso plenamente socialdemócrata y se acerca vertiginosamente cada vez más al PSOE. Sobre este partido tú has escrito al menos un par de artículos, uno de ellos con el llamativo  título de “Podemos, matar al padre, matar al PSOE”. ¿En base a la  evolución que ya ha tenido  esa formación política, qué te parece que se puede esperar de un partido como el de Pablo Iglesias?

– Rafael Gómez Parra: Bueno, lo que provoca  la crisis es, efectivamente, la aparición de gente joven que enlaza esa  crisis con el fracaso de la Transición, con el hecho de que la Transición como se la han contado es falsa. Liga la crisis y la falta de trabajo, de medios y la represión contra los jóvenes con la historia oficial de la Transición y la ponen en cuestión. Con ese caldo de cultivo nace Podemos. Pero yo recuerdo haber tenido  alguna discusión con Pablo Iglesias cuando aún no había creado su partido y lo cierto es que, aunque él era  crítico con la Transición  no estaba en absoluto en contra. De manera que en este sentido su cambio ha sido relativo. Ha sido importante, desde luego, pero jamás los dirigentes de Podemos han estado en contra de la Transición, a la que siempre le reconocieron las virtudes de las que hoy hablan. 

Lo que sucede con Podemos es que para la pretendida reforma que planteaba inicialmente,  como una Segunda Transición, su capacidad de acción es muchísimo más pequeña que la que tuvo Felipe González cuando hizo la primera. Entonces era fácil hacer cosas como generalizar la Seguridad Social, que lógicamente eran muy bienvenidas. Sin embargo, hoy aunque Podemos llegara a gobernar no podría poner en marcha ninguna medida importante que la gente pudiera identificar con una ruptura con el actual Régimen o con  la primera Transición. Por eso, en mi opinión el partido de Pablo Iglesias solamente puede ir ya hacia atrás. Desde su promesa inicial de “conquistar los cielos” su credibilidad no ha dejado de bajar y seguirá haciéndolo. Ahora sus dirigentes ya se permiten incluso criticar a Venezuela y renuncian a plantear cualquier tipo de solución fuera del capitalismo. Y, claro, se ha visto en las elecciones andaluzas como han comenzado a perder todos los votos de la gente más luchadora y situada a la izquierda.

En el artículo que escribí sobre Podemos,  y que has mencionado, el título es una referencia al hecho de que, desde el primer momento,  Pablo Iglesias entendió que su único camino era  el griego: sustituir al PSOE. Lo que sucede es que también en eso ha fracasado y por esa razón se encuentran en una situación dramática. Porque ahora los pasos que pueden dar son solamente acompañando al PSOE, por lo que en los próximos meses o años veremos  como gran parte de los dirigentes del Podemos se pasarán al PSOE, como ya le sucedió  a Izquierda Unida.  Los concejales que están con Carmena en “Ahora Madrid”, por ejemplo, en cuanto vean la posibilidad pasarán primero al grupo de Carmena, que es un punto intermedio entre el PSOE  y Podemos, y luego acabarán en el PSOE,  que es el partido con posibilidades de gobernar. Podemos está congelado, como le pasó a IU en los primeros años, y estoy convencido de acabarán todos en el PSOE.

-CG:  Para concluir, Rafael. Quizá alguien pueda leer el análisis que haces y decir, «muy bien,  me parece muy lúcido, pero entonces, si la alternativa para cambiar las cosas tampoco es Podemos, ¿cuál es?».

 – Rafael Gómez Parra: Mira, lo pinten como lo pinten, no hay ninguna posibilidad de cambio real que no implique superar el capitalismo.  El capitalismo, por supuesto, se va a defender con uñas y dientes y no permitirá ninguna transición sencilla hacia el socialismo y esta resistencia  la va a sufrir toda la humanidad.

     A la caída del Imperio romano le siguieron los bárbaros, y si los países y pueblos no encuentran alternativas al capitalismo los que pueden venir otra vez son los bárbaros. Para que esto no suceda todos tenemos que poner nuestro granito de arena en la lucha para lograr un sistema en el que no se dé la explotación del hombre por el hombre.

    Lógicamente, no es una tarea fácil, pero hay pueblos que también demuestran con su práctica que están dispuestos a aceptar sacrificios para conseguirlo. Yo, desde luego,  sigo convencido de que el socialismo es la única salida. Hay que socializar las cosas, ir a prácticas y formas de producción que no exploten al hombre. Sin pensar que ese proyecto vaya a ser  «el paraíso«, porque eso no existe, pero desde luego un sistema socialista tiene lo básico para conseguir que haya una forma de vida más humana.

Entrevista publicada originalmente en Canarias Semanal


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