Al Mayadeen •  Internacional •  11/03/2024

Atilio Borón y el irreversible mundo multipolar

En fecha reciente, el politólogo argentino Atilio Borón, luchador antifascista y antimperialista, cercano a los procesos revolucionarios de Latinoamérica y sus líderes, impartió una conferencia en la Casa de las Américas sobre los cambios actuales en la geopolítica mundial y su efecto en las principales potencias del orbe.

Atilio Borón y el irreversible mundo multipolar

En fecha reciente, el politólogo argentino Atilio Borón, luchador antifascista y antimperialista, cercano a los procesos revolucionarios de Latinoamérica y sus líderes, impartió una conferencia en la Casa de las Américas sobre los cambios actuales en la geopolítica mundial y su efecto en las principales potencias del orbe.

Calificado por el presidente de esa prestigiosa institución con sede en La Habana (Cuba), Abel Prieto, como “el intelectual latinoamericano más activo en las redes y más influyente hoy por sus análisis”, Borón aceptó la invitación para compartir sus impresiones sobre un proceso, a su modo de ver, extraordinario: el irreversible ocaso de la dominación de Occidente sobre el sistema internacional. 

En especial la juventud puede notar un cambio que no se había producido en más de 500 años, un fenómeno inimaginable unas décadas atrás, cuando iniciaban las revoluciones en América y se estudiaba en los libros el predominio de Occidente, por entonces considerado “absolutamente inamovible”, apuntó el Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Harvard.

A juicio del analista latinoamericano: Occidente, y Estados Unidos en particular, experimentan una acelerada declinación de su influencia global, que no llegará al punto de convertirlo en un país irrelevante.

En este punto, aclaró, que ya no pueden imponer sus intereses como lo hicieron durante todo el período posterior a la Segunda Guerra Mundial y hasta los albores del nuevo milenio.

Según recordó el investigador, cuando en la década de 1990 se “desmerengó la Unión Soviética” (al decir del líder cubano, Fidel Castro), muchos consideraron al siglo XXI como “el siglo de los Estados Unidos”, pues sin su principal rival, el resto serían “figuras menores”, sin poder para cuestionar la hegemonía estadounidense, y eso ponía el mundo a su disposición, “con el triunfo de la democracia liberal, los líderes del mercado y el unipolarismo”.

Tal era el discurso dominante, pero todo eso se vino abajo en menos de 20 años del presente siglo, no fue un proceso abrupto: “fue una declinación lenta, pero persistente”, explicó.

Entre los “hitos” de este declive destacó incidentes como el aún mal explicado atentado a las Torres Gemelas (11 de septiembre 2001), que abrió el debate sobre la percepción de esta degradación de los Estados Unidos entre sus propios académicos.

Al respecto, Borón acudió a una metáfora aeronáutica para describir las posturas más serias: “¿Será un aterrizaje violento, o directamente se desploma?”. El consenso es que “el avión del imperio va a tener un aterrizaje violento en medio de muchas conmociones y muchas guerras”, subrayó.

Ese es el escenario actual que describió el intelectual: dos frentes de guerra muy fuertes a escala global y otros menores casi ignorados por la gran prensa, controlada por el imperio, más la posibilidad de uno más activo en Taiwán, en tanto Washington considera hoy a China su “principal enemigo”

La espiral de la Historia 

Desde una perspectiva histórica, Borón comparó esta transición hegemónica con otras relativamente recientes, como la pérdida del papel preponderante de España en América al finalizar el siglo XIX, a pesar de su auge y poderío con el descubrimiento, conquista y sometimiento de ese continente, “de donde saquearon el oro y la plata que hicieron posible (en Europa) el establecimiento del capitalismo como modo de producción”. 

El intelectual citó a Karl Marx para explicar la transición de la supremacía española a Países Bajos, por breve tiempo, y luego a Reino Unido, con su gran desarrollo industrial y su marina mercante, estimulada por la intervención del Estado.

Brevemente mencionó cómo Reino Unido se reafirmó, se colocó como la cúspide de un sistema internacional entre los siglos XIX y XX, pero luego llegó la crisis de los años 30, el periodo de los fascismos entre guerras y la Segunda Guerra Mundial, cuando el centro de la hegemonía mundial pasó a los Estados Unidos. 

A diferencia de lo que vemos hoy, aquellas transiciones de poder de España a Países bajos, a Reino Unido y a Estados Unidos ocurrieron al interior de un mismo marco civilizatorio, reflexionó.

La transformación política de este nuevo siglo es más abrupta. Más “friccionada”, consideró, porque se da entre países de universos culturales muy diferentes, y emerge de potencias muy diferentes a las anteriores, como China e India.

La superioridad norteña dependió de factores que fueron desapareciendo, y la Segunda Guerra Mundial prácticamente liquidó a sus competidores europeos y favoreció la creación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que según el presidente entonces, Dwight Eisenhower, no debía durar más de 10 años, solo hasta estabilizar la situación europea.

“Pero resulta que la Guerra Fría se puso muy, muy, pero muy caliente, la calentaron, Estados Unidos, por supuesto, en su competencia con la Unión Soviética, y la OTAN que creció y creció de una manera extraordinaria, hasta llegar a ser lo que es hoy”, puntualizó.

Tras el derrumbe de la Unión Soviética, los líderes occidentales le garantizaron a Mijaíl Gorbachov que no moverían sus fuerzas “ni una pulgada hacia el este”. Y en los años posteriores las movieron centenares y miles de kilómetros, hasta cubrir prácticamente toda la frontera occidental de Rusia desde el mar Báltico hasta el mar Negro, con la sola excepción de Bielorrusia y Ucrania, acotó Borón.

En este sentido, aseveró que esa expansión fue una tácita declaración de guerra a Rusia, reforzada “a medida que Estados Unidos iba perdiendo su capacidad de control del sistema”.

Pero esos socios europeos son cada vez más débiles y pueden ayudar en poca medida a Estados Unidos, que además ha ido perdiendo la carrera económica con su nuevo “adversario principal”, China, su mayor foco de animosidad, como reflejan los medios a disposición del imperio.

Asia Despierta 

El sociólogo y comunicador argentino calificó a China como el experimento de crecimiento económico más extraordinario en la historia de la Humanidad, sin comparación en Oriente u Occidente, en este siglo y los anteriores.

Cuando triunfó su revolución en 1949, su población era rural en casi el 70 por ciento, y la gran mayoría era analfabeta. Hoy es 70 por ciento urbana, y el gobierno sacó de la pobreza extrema a 800 millones de personas en pocas décadas. 

En el gigante asiático, el equivalente a las clases medias de la sociedad occidental equivale en volumen a toda la población europea. Cerca de 450 millones de personas (poco más de un tercio de su población) tienen acceso a bienes de consumo y a estilos de vida típicos de una clase media europea o americana, y sin embargo en Estados Unidos esas capas sociales ven cada vez más restringida su capacidad de consumo, explicó.

A su criterio, China se ha convertido en el taller industrial del planeta. Mientras Europa y Estados Unidos cultivan la economía de la especulación y las acciones, los países de Asia producen bienes palpables: “economía real por un lado y economía financiarizada especulativa por el otro”, precisó.

Pero esa economía sin respaldo productivo real debilita a quien la elige, enfatizó Borón, citando al gran intelectual del capitalismo orgánico, John Maynard Keynes, quien, en su Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, publicada en 1936, proponía a los gobiernos, si querían gobernar bien, practicar “la eutanasia del rentista”, porque una economía de renta está condenada a bajas tasas de crecimiento y no puede “mantener el motor en funcionamiento”.

Sin embargo, resaltó el intelectual latinoamericano, “Estados Unidos ahora, lejos de la eutanasia, ha sido la recreación a escala fenomenal del capital financiero al capital especulativo”.

El costo de esa decisión fue ver a la competencia china convertirse en primera socia comercial, industrial o financiera de 144 países. Y esa “gravitación extraordinaria” de esta nueva China, no sólo cambió la economía mundial, en cuanto a distribución de papeles y funciones, sino que también transformó la geopolítica mundial, enfatizó.

“China se mueve muy lentamente: es una sociedad enorme, con una inercia histórica de cinco mil años”, agregó Borón, y puso como ejemplo sus vínculos con Cuba, con quien simpatizó desde el primer momento: todo era “puros elogios a la Revolución Cubana y a Fidel”, y sin embargo demoró cuatro años para establecer relaciones diplomáticas de alto nivel y cooperación económica, y más de 30 para que un presidente chino visitara La Habana (Jiang Zemin, en 1993). 

Borón abordó el apoyo financiero de Estados Unidos a Taiwán para provocar una nueva guerra, pese a las cartas firmadas por presidentes de Estados Unidos donde reconocen una sola China.

“Los chinos han dicho que ellos no tienen apuro, van a esperar lo que sea necesario. Plantean a 50 años la reincorporación, y mientras tanto, Taiwán gira en torno a ese gigantesco Júpiter económico, a pesar de todas las habladurías”.

Lo mismo ocurre con Singapur, que ya tiene un acuerdo con China, donde cuenta con un parque industrial de tecnología de última generación, más grande que el territorio de esa isla-estado (declarada independiente en 1959). 

Aunque China va a ser claramente la gran potencia, no aspira a la hegemonía ni pretende convertirse en el amo del sistema internacional, porque eso siembra una serie de problemas domésticos difíciles de controlar, valoró.

Su proyecto como potencia es lograr ascendencia y autodeterminación económica, transformada en “prosperidad compartida”, resaltó. 

De eso hablan los documentos rectores del Partido Comunista chino para el escenario internacional: dejar atrás el esquema tradicional de “uno gana y todos pierden”, y hallar la forma de instaurar el “ganamos todos”.

Mientras Estados Unidos no te da nada, los chinos se abren a la inversión y tienen un gigantesco mercado a disposición de quienes quieran favorecerse, resaltó el experto.

De igual modo, sintetizó, India era una potencia industrial en el siglo XIX, pero fue aplastada por Reino Unido de manera bestial: “Por las armas, por la tortura, por la persecución, por la imposición de un dominio colonial que desindustrializó al país”, recordó el estudioso.

Aunque era una competidora muy fuerte de Reino Unido, India no tenía barcos, y podía tener un volumen de producción extraordinario, pero los “amigos ingleses” no le daban la posibilidad de llevar sus productos a competir en otros mercados, sobre todo europeos, detalló el analista.

Ese control, una forma de bloqueo de antaño, provocó el derrumbe del proyecto industrial indio, hasta su independencia. Pero hoy está en el contexto de los BRICS, y según muchos expertos, para el 2030, como máximo, será la tercera economía del mundo. 

Esto no significa que China o la India vengan a regalarnos algo, aclaró. China inventó el comercio internacional, son grandes comerciantes, duros negociadores, pero no están, como los europeos y norteños, “presos de esa mentalidad colonial”.

Al respecto, subrayó que ambas artes admiten un equilibrio de ganancias y no condicionan sus arreglos económicos a cambios del régimen político o los valores de una sociedad, como hace Estados Unidos, con esa presunción hegemónica de gobernar a todos los países.

La industria de la muerte 

Como explicó al auditorio en Casa de las Américas, acercarse a todas esas transformaciones de la base económica en cada región es fundamental para entender los conflictos geopolíticos actuales. 

“Por algo Estados Unidos hizo lo imposible para que se produjera una guerra en Ucrania. Por algo Estados Unidos está alentando, financiando, promoviendo desde 1948 el estado de ‘Israel’, y convalidando a lo que ya hoy con toda certeza y con toda precisión se puede caracterizar como un régimen neonazi, basado en el apartheid de la población originaria de esa región”.

Ese régimen comete “un genocidio de los más brutales de las últimas décadas, sin la intervención, o la mediación, o la propuesta de parte de los países hegemónicos de Occidente, y de Estados Unidos, de parar ese exterminio”, denunció el activista antifascista.

Se trata, en su criterio, de “una política de exterminio sistemática: arrasar con todo eso, acabar, expulsar a los palestinos de Gaza, quedarse ellos con esa región, porque el gran proyecto es ‘Israel’ desde el río hasta el mar, y Gaza era un obstáculo a eso, y están dispuestos a hacerlo con el apoyo de Estados Unidos”.

Recordó también cómo antes de la guerra iniciada hace dos años, los diarios europeos hablaban de Ucrania como el país más corrupto de Europa, y del actual presidente, Volodomir Zelenski, como uno de los capos de todo este aparato de corrupción. Sin embargo, le han dado miles de millones de dólares para seguir la confrontación, porque la industria militar americana quiere mantener las guerras en el planeta. 

Con esos intereses belicistas, no se trata de un círculo virtuoso, sino malvado, aseguró, centrado en las políticas guerreristas, las necesidades de la industria militar, las necesidades del sector financiero…

¿Cómo financian las guerras los Estados Unidos?, cuestionó el invitado.

“La respuesta de los libros debería ser: una guerra se financia con el aumento de los impuestos que los gobiernos cobran a sus ciudadanos. Pero acá tenemos la gran paradoja de que Washington, en los últimos 50 años, ha estado metido en cuanta guerra uno se puede imaginar sin aumentar los impuestos. Todo lo contrario: redujo los impuestos, sobre todo a los más ricos”.

Acerca de ese sector minoritario y poderoso, resaltó su “visión de largo plazo”, como demuestran el megafinancista Warren Buffet y el CEO de Tesla, Elon Musk, quienes incluso llegaron a cuestionar que sus impuestos sean mayores que los de sus secretarias, porque el sistema está pensado para proteger a los ricos.

“Al sostener el Estado solo a base de empréstitos, llega un momento en que ese estado se hunde, se viene abajo. La deuda pública de Estados Unidos ya hoy es superior al 125 por ciento de su PIB”, enfatizó Borón.

 “Si tuviera que pagar esa deuda, durante un año ningún ciudadano de Estados Unidos podría comer, comprar, ir al médico, hacer nada…”, ejemplificó la realidad.

Adiós a la hegemonía  

¿Cuánto tiempo durará aún la supremacía de Estados Unidos? Mientras dure en el mundo la confianza en el dólar, y esa cada día es menor, advirtió Borón. 

Cada vez es menos utilizado como moneda de cambio en el comercio internacional, y se reduce el número de países que lo emplea como moneda de reserva. “Sobre todo porque en esta nueva constelación, el eje de la transición, aparece este conjunto de países, nucleados como los BRICS, que hoy en día comienzan a intercambiar sus productos, que son productos esenciales, en monedas locales”

El BRICS hoy tiene 10 miembros. Aparte de los cinco fundadores (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), se sumaron Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Irán, Egipto y Etiopía. Y habían agregado de invitado también a Argentina, pero “por una de esas tremendas fatalidades que tenemos en Argentina, aparece este personaje siniestro, una especie de bufón esotérico” que desechó esa oportunidad.

El sociólogo lamentó “la absoluta incapacidad de comprensión que tiene el gobierno actual”, pues al presidente Javier Milei sólo le interesan Estados Unidos e “Israel”. 

Aún sin Argentina, el grupo en auge es mucho más importante hoy que el G7, aseguró el politólogo, pues gravitan más en la economía mundial, y «si además le agregamos a esto la vinculación de China con 144 países, es obvio que estamos ante un cambio absolutamente focal, un cambio en época histórica que Occidente ya no tiene capacidad para controlar».

Insiste además en que es una realidad novedosa, que por primera vez desde el descubrimiento de América desdice todos los esquemas trabajados, estudiados, leídos… “Tenemos que revisar todos esos libros y empezar a elaborar nuevas interpretaciones. ¿Cuál va a ser la estrategia?, ¿Quién va, de alguna manera, a dirigir ese proceso?”, compartió inquietudes con el auditorio.

“Probablemente va a ser un inicio bastante caótico, como se puede ver en este momento. Y, claramente, va a haber una intensificación de la respuesta violenta de los Estados Unidos”, aseguró. 

El sostenimiento de la guerra en Ucrania es un ejemplo de ello, y es una catástrofe mayor para Europa, puntualizó el experto. En lugar de “evitar la guerra” (la supuesta misión de la OTAN), organizaron en febrero del 2014 un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Ucrania, bien recibido por la Unión Europea, y sentaron las bases de la actual contienda.

“Estados Unidos quería sacar a ese presidente porque, siguiendo una inercia histórica, era un gobierno que tenía buenas relaciones con Rusia, y lo que Estados Unidos quería, y lo escribió con todas las letras Zbigniew Brzezinski (consejero de origen polaco) en su famoso libro El Gran Tablero Mundial, era romper la posibilidad de un acuerdo, un entendimiento entre Rusia y los países europeos, entendimiento que había avanzado mucho por los acuerdos de cooperación en materia energética”. 

La inmensidad de Rusia 

Rusia es una potencia gigantesca en términos energético, puntualizó Borón. “Tiene petróleo, tiene gas, tiene agua, tiene uranio, tiene tierras raras… o sea, tiene un territorio inmenso. 

Rusia es tan grande como casi toda Sudamérica, es el doble de Brasil, ejemplificó el experto, y destacó cómo ese territorio sobrevivió cuando más de 20 ejércitos europeos se abalanzaron contra ella.

“La revolución rusa no fue simplemente el asalto al Palacio de Invierno y luego se establecieron los sóviets. No fue solo una guerra civil: fue una guerra de liberación nacional”, recalcó en su análisis. 

Esa historia alimentó el actual temor a Rusia, un temor falso construido sobre las supuestas intenciones de apoderarse de toda Europa: “El oso ruso quiere lanzarse y llegar hasta Portugal y deglutir todo Europa, y eso ha sido fogoneado por una intensa campaña promovida por Estados Unidos y los socios europeos, al punto tal que la rusofobia hoy ha llegado a extremos inéditos en Europa, y de alguna manera se contagia acá en América Latina”, alertó. 

Con ese ataque ideológico brutal en contra del país que venden como amenaza, justifican la prolongación de la guerra en Ucrania y su respaldo a un régimen neonazi que empezó por bombardear a un segmento de la sociedad ucraniana identificado con la cultura rusa desde el siglo XVIII, una región donde se habla en ruso y quiso volver a Rusia, como demostraron con un 98 por ciento a favor en el referéndum sobre el tema, argumentó Borón.

Pero los grupos que se apoderaron del poder en febrero del 2014 atacaron militarmente esa región del Donbás, recordó el estudioso. La propia subsecretaria de Asuntos euroasiáticos del departamento de Estado norteamericano, Victoria Nuland, organizó el golpe de estado desde Kiev, para sorpresa del embajador en Ucrania, relató.

A juicio de Borón, ese es un frente de guerra fundamental para Estados Unidos. Y no fue algo local, porque en el año 2019 se filtró un documento de la corporación RAND (un tanque de pensamientos con más de mil funcionarios, la mayoría expertos en diversos campos de las ciencias sociales, las humanidades, pero también física, astronomía, geodesia, geología…) que recomendaba al gobierno de Donald Trump escalar las sanciones unilaterales en contra de su oponente en Europa del Este, de tipo económicas, financieras, comerciales, y con un capítulo especial sobre la ofensiva militar. 

En ese contexto, Ucrania es una amenaza ante la cual Rusia no podía quedar de brazos cruzados, porque es el país europeo que penetra más en territorio ruso, y desde el cual se puede lanzar un misil que llegue a San Petersburgo o Moscú en menos de cinco minutos. Se trata de una guerra cuidadosamente planificada, y ante esa provocación permanente, hablar de “invasión de Rusia” puede ser un serio equívoco conceptual, enfatizó. 

Rusia reaccionó con una operación militar ante la estrategia norteamericana ya en proceso de materializarse. No era solo un texto de la Corporación RAND: “Estaban las tropas de la OTAN encerrando a Ucrania, listas para dar el paso y meterse ahí, y Putin diciendo que él no entendía cómo se podía hablar de un orden mundial basado en reglas”.

Estados Unidos ante lo inevitable 

Según describió Atilio Borón, esa lógica de buscar ventajas llevó inevitablemente a la guerra en Europa, y a este momento de transición absoluta del sistema internacional que ya Estados Unidos no puede parar, como “tampoco puede parar lo que hace su lacayo en el Medio Oriente”, condenó el analista, en referencia al gabinete de guerra israelí y su política de exterminio contra el pueblo palestino para tratar de establecer su predominio en una zona que se escurre del control de la Casa Blanca.

En opinión del especialista, un ejemplo de esa pérdida de supremacía yanqui en la región es el acuerdo de China con Arabia Saudita (el mayor productor de petróleo del mundo) para pagarle el combustible en yuanes, no en dólares: “una bofetada tremenda en el rostro del imperio norteamericano”.

Otra prueba es que la diplomacia China logró algo impensable: un acuerdo entre Irán y Arabia Saudita, dos sociedades de modelos teocráticos muy diferentes (el chiita iraní y el sunita), y luego ambos se integraron a los BRICS y van a intercambiar sus productos con monedas propias, y así pueden ganar más que como “cliente obediente de los Estados Unidos”, en el caso del reino saudita.

Toda esta nueva constelación de relaciones es irreversible, aseguró Borón: “Para que esto pudiera revertirse, Estados Unidos tendría que volver a ser la economía número uno del mundo”, y hay muy fuertes obstáculos para lograrlo.

Entre ellos mencionó el empobrecimiento sostenido de su población. El 50 por ciento más pobre de la sociedad norteamericana ha mantenido en medio siglo apenas un 10 por ciento de participación en la distribución del ingreso nacional, mientras el uno por ciento más rico creció de manera fenomenal, lo cual implica menor demanda agregada y por tanto tendencia a la recesión. 

En segundo lugar, describió un mundo “cada vez más proteccionista”. Estados Unidos quiere protegerse de sectores mucho más competitivos, pero a la larga estos penetran esa muralla, porque vienen de países donde invirtieron en ciencia y tecnología mucho más que la nación norteña, como China. 

“Es una realidad que se transforma en realidad política”, y refleja lo irreversible del nuevo sistema multipolar y abre perspectivas importantes para los latinoamericanos. Si antes no había otra alternativa que Estados Unidos para vender o buscar inversión, hoy se suman China, India y otros países asiáticos que vienen con mucha fuerza, como Bangladesh, Pakistán, Indonesia… hasta ahora subestimados.

Desde esa perspectiva, es un mundo de nuevas oportunidades, “pero tenemos que movernos con mucha parsimonia”, recomendó, en particular en lo relativo al Comando sur, instrumento militar de la política de los Estados Unidos hacia América Latina.

Como elemento trascendental resaltó que ninguna fuerza militar pueda acabar con este nuevo sistema no hegemónico, como ya demostró la guerra en Ucrania, pues Rusia, lejos de desangrarse o ponerse de rodillas, fortaleció su economía, según reconocieron comentaristas y analistas políticos de periódicos como The New York Times.

En cuanto a “la idea peregrina de iniciar una guerra en contra de China”, los mismos militares norteamericanos la han catalogado de “catástrofe peor que la de Vietnam”, porque no es un país campesino o atrasado, sino una potencia tecnológica de primer orden, con una cohetería (como la de Rusia) muy superior a la de Estados Unidos.

Estados Unidos insiste en su juego de amenazas y los chinos responden de manera imperturbable, “como si fueran una esfinge”, subrayó Borón. “Y no quieren guerra, hablan de desarrollo compartido y diálogo, se declaran un pueblo amante de la paz… pero ya tienen una flota de submarinos nucleares que le pone los pelos de punta a la marina norteamericana”. 

Para concluir su charla, el destacado intelectual resumió su mensaje con una invitación: “Yo creo que ese mundo multipolar llegó para quedarse, y está en nosotros ver cómo podemos aprovechar las posibilidades que se nos abran”. 

Fuente: Conferencia magistral en Casa de las Américas, La Habana, Cuba


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