Juegos e internet: las claves para un uso responsable

De un tiempo a esta parte se viene alertando de los peligros intrínsecos al juego, como generar un perfil adictivo o dejarse el sueldo sin darse cuenta en títulos que acaparan nuestra atención durante todo el día. Como en cualquier otro aspecto de nuestra vida cotidiana, el secreto no es otro que aprovechar los recursos que se nos ponen a disposición para hacer un uso responsable de ellos. El juego en sí no tiene por qué ser un problema, sino nuestra manera de relacionarnos con él. Veamos cómo tener una buena experiencia en la que la diversión sea el ingrediente principal.

Juegos con compras integradas. Hoy por hoy, la mayor parte de los juegos disponibles para plataformas móviles son gratuitos, pero contienen compras integradas. La pregunta es si somos capaces de resistirnos a ellas. Lo primero que debemos hacer es bloquear este tipo de compras integradas o automáticas en nuestros terminales, para todo tipo de juegos. A veces, la alternativa a pasar por caja reside en esperar un tiempo concreto para obtener lo mismo de manera gratuita, en cuyo caso nos avisará el juego de que el objeto en cuestión está ya disponible. En ese caso, una buena idea es desactivar también las notificaciones del juego para que podamos olvidarnos de esta cuestión, así sólo accederemos al juego cuando realmente tengamos tiempo para ello. ¿Y si lo que sucede es que tenemos tiempo de sobra y después nos damos cuenta de que no hemos hecho otra cosa durante horas? Las últimas actualizaciones de los sistemas operativos móviles permiten, entre otras cosas, limitar el tiempo de uso de las apps que nosotros escojamos como medida preventiva de la adicción.

Juegos con micropagos y apuestas. Otro tipo de juego que en el momento presente está muy de moda son los juegos de casino y las apuestas deportivas. El primer punto a tener en cuenta es que este entretenimiento está pensado exclusivamente para personas mayores de edad, dado que el dinero interviene de otra manera: se hacen depósitos económiicos con vistas a ganar premios también en metálico. La inmadurez adolescente puede relacionarse mal con este tipo de modelo y es muy importante que se respete la mayoría de edad. Aún así, es fácil aficionarse con la esperanza de ganar dinero. En el caso de los casinos es casi imperativo empezar jugando sin dinero. Muchos juegos permiten el modo de dinero ficticio o sólo por diversión, y sirven para familiarizarse con la dinámica del juego o para probar diferentes máquinas (por ejemplo las tragaperras virtuales) antes de dar con la que encaja con nuestros gustos. Por supuesto, si el objetivo es apostar, empezar con un bono sin depósito como los de 888 es la clave para entender el mecanismo, eso sí, habrá que leer la letra pequeña para conocer la mecánica de retirada de premios, suelen estar sujetos a restricciones. Si el temor es no saber parar, desde el pie de página se puede acceder a la activación de autolímites, ya sean de tiempo o de dinero depositado al día o en un tiempo determinado.

Juegos sociales o en redes sociales. Hay quien piensa que lo más delicado en el juego es el dinero, pero posiblemente los datos personales pueden, a la larga, dar más problemas. A veces cuando iniciamos o respondemos a solicitudes de juegos en las redes sociales, hacemos clic en aceptar sin leer lo que estamos aceptando. En realidad es una práctica que debemos vigilar exhaustivamente ya que a veces lo que exigen los juegos es acceder a información personal que hemos facilitado a Facebook de manera confidencial y que sólo solemos compartir con amigos, o mejores amigos y familiares en el caso de tener perfiles personalizados. En definitiva, estas aplicaciones de terceros accederían no sólo al perfil público sino a información que brindamos sólo a aquellos a quienes aceptamos como amigos. También hay algunas que podrían acceder a nuestra ubicación o a nuestros contactos. Evidentemente, sólo van a acceder a aquello a lo que les demos permiso para acceder, por eso la herramienta en sí es el sentido común para leer lo que estamos aceptando y, en caso de que no nos interese, sencillamente declinar y elegir otro entretenimiento.