Daniel Redondo •  Cultura •  09/11/2020

Entrevista con la poeta Montse Ordoñez: “Sería imposible imaginar a la humanidad sin poesía”

La escritora catalana nos habla de su nuevo poemario Siempre es de noche en Pyongyang (Huso, 2020) en el que transita la vivencia humana de manera radical, siempre con la palabra como tabla de salvación. Por algo, no vacila en afirmar que “La poesía es más fuerte que el ser humano, los fugaces somos nosotros, la poesía lleva con nosotros desde el siglo VII a.C. Desde entonces ha llovido mucha tragedia y devastación y la poesía siempre ha aflorado y ha sido telón de fondo de todas esas vivencias”.

Entrevista con la poeta Montse Ordoñez:  “Sería imposible imaginar a la humanidad sin poesía”

Pregunta: – ¿Qué importancia tiene la poesía en la sociedad del ruido?

Respuesta: – La poesía es el refugio, medio e idioma de las personas que van en la búsqueda permanente de remedios, esas que huyen del ahogo provocado por una sociedad que no nos funciona, es la búsqueda de la lumbre para no morir en la oscuridad. Es horizonte en el que te apoyas para huir del ruido y el cansancio provocado por esta sociedad. Por todo ello, en momentos donde todo se transforma y la confusión nos lleva, la poesía alcanza relevancia porque en ella obtenemos respuestas, silencios y calma, de ahí su importancia capital.

P: – ¿Cómo ocurre su acercamiento a la poesía?

R: – A la poesía uno se acerca por rotura, búsqueda o porqué. Nada es casual, aunque tampoco es fácil llegar a ella, eso explica que la poesía sea un género minoritario dentro de lo que es la literatura. En mi caso particular llegó para sanar heridas, aprender a comunicarme a través de un lenguaje mucho más liberador y más grato. Es un exorcismo interior al que te entregas para encontrar respuestas y consuelo.

P: – ¿Por qué “Siempre es de noche en Pyongyang“?

R: – La noche en mi imaginario poético es algo aterrador a la que no quiero llegar nunca, es una huida permanente, la noche metafóricamente asociada a la muerte, y dentro de ella las múltiples maneras de morir del ser humano. Este título entraña el miedo a no caer en esa noche en circunstancias donde todo se torna hostil y devastador a nivel humano.

P: – ¿Hay unidad temática en torno a los poemas del libro?

R: – Partiendo del título, hay una protagonista imaginada, una mujer frontera que ha afrontado muchas batallas y ha perdido varias guerras. A través de su sentir, el lector va transitando por sus emociones hasta llegar a hacerlas suyas. Pyongyang es aquí escenario metafórico ya que esa mujer versa en cada uno de sus versos la represión, miedo, hambre, misericordia, algo de esperanza y amor.

P: – ¿Es la poesía una expresión política?

R: – La poesía puede ser expresión política sin pretenderlo. Un poeta no escribe panfletos políticos al uso, explora sus vivencias y emociones y las revierte a través de su voz. Sin olvidar que estas, se encuentran dentro de un contexto social y político que de manera inherente pueden traspasar algún margen. Es allí donde el que lee puede interpretar cierta intencionalidad pero eso es tan subjetivo que resulta osado aseverar que la poesía puede llegar a ser una expresión política en si misma. Me decanto a pensar que la poesía puede ser vehículo para transitar entre ideas afines o contrapuestas sin adentros, sin orillas.

P: – Si la fugacidad nos consume, ¿sobrevivirá la poesía?

R: – La poesía es más fuerte que el ser humano, los fugaces somos nosotros, la poesía lleva con nosotros desde el siglo VII a.C. Desde entonces ha llovido mucha tragedia y devastación y la poesía siempre ha aflorado y ha sido telón de fondo de todas esas vivencias. Precisamente cuando se experimentan cambios sociales donde los paradigmas se tambalean, emerge con fuerza, como balsa en medio de un océano azotada por la tormenta. A ella te agarras y cuando la entereza te asiste, te instalas o te alejas, pero siempre permanece.

P: – ¿Habría humanidad sin poesía?

R: – Sería imposible imaginar a la humanidad sin poesía, resulta imprescindible para la propia supervivencia. Toda la poesía cabe en los besos de una madre, en la lágrima sola, en un mirar y un detenerse. Sin ella no seriamos.