SOS Racismo Bizkaia: Manifiesto 21 marzo “Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia”
- Desde la asamblea de SOS Racismo Bizkaia queremos dar las gracias a todas las personas/colectivos y asociaciones que han participado tanto en la organización como en el apoyo y asistencia en la manifestación contra el racismo y la xenofobia este 21M.
Manifiesto
Este 21 de marzo nos convocamos para denunciar todo trato desigual por razón de origen, fenotipo y etnia. No es un caso aislado, es racismo institucionalizado es el lema de este año, en el que visibilizamos y rechazamos la discriminación, el racismo y la xenofobia que oprime a las personas racializadas, migrantes y gitanas en el mundo, pero también en Bizkaia, en Euskal Herria y en el Estado Español. Venimos de diferentes realidades, somos muchas y diversas, no hablamos las mismas lenguas; sin embargo, nos enfrentamos al mismo sistema que invisibiliza nuestras vidas con leyes que perpetúan el odio, la vulnerabilidad y la desigualdad social en nuestras comunidades.
Nuestros derechos se vulneran cuando nos ponen trabas en el acceso a viviendas dignas, servicios de salud, el acceso a trabajos y salarios justos e igualdad en nuestros procesos de regularización. No son cosas que pasan, es racismo institucional. Es el trato diferenciado que se ejerce sistemáticamente sobre las personas racializadas, gitanas y migradas. La invisibilización de nuestras vidas supone, no solo que vivamos con menos oportunidades que el resto de la población, sino que vivamos en una sociedad donde cada vez hay más disparidad entre las personas que la conformamos.
En el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania estamos siendo testigos de cuán arraigado está el racismo en pleno siglo XXI. Los medios de comunicación documentan, y refuerzan, la percepción general de qué víctimas de guerra importan y merecen refugio. En los telediarios escuchamos frases como: “podrían ser nuestros vecinos”, “Ucrania es una país relativamente civilizado, no es Irak ni Afganistán”, queda evidenciado que para los estados europeos las vidas de las personas blancas, con ojos azules, cristianas y “civilizadas” son las que merecen ser protegidas.
Los conflictos de guerra solo aumentan la disparidad que ya existe en nuestros países, donde la categoría humana nunca nos ha incluido. No hay refugiados de primera y segunda categoría. Todas las personas refugiadas son seres humanos con derechos, vengan de donde vengan, por las distintas razones que sean. Exigimos solidaridad con todos los pueblos que estén huyendo de una guerra, el hambre o la discriminación.
Hoy alzamos la voz para decir que este trato diferenciado no es un caso aislado, es racismo institucional. El mismo racismo que se expresa en sus diferentes formas, que nos afecta de distintas formas y que no nos cansaremos de denunciar. Como no nos cansaremos de denunciar que la ley de extranjería nos priva de derechos, nos invisibiliza por años y nos pone trabas casi inalcanzables para poder optar a una vida digna.
Unimos nuestras voces para denunciar y reconocer que el racismo institucional -y el silencio institucional- se materializa todos los días en nuestras vidas:
se materializa en la falta de una política migratoria solidaria. Siguen teniendo lugar las devoluciones en caliente, las miles de muertes de personas en el mar y las violaciones de derechos humanos con total impunidad en las fronteras;
se materializa en los discursos de políticos racistas y xenófobos que legitiman el rechazo a las personas racializadas y/o migrantes, provocando aún más odio y miedo en la sociedad;
se materializa en la falta de derechos y explotación que sufren las mujeres racializadas y migradas en el ámbito de los cuidados, que además se suma al peso del patriarcado de una sociedad machista;
se materializa en la falta de trabajo y en la precariedad laboral de la que la sociedad se beneficia y que no permite que las personas racializadas y migradas opten a retiros dignos.
se materializa cuando el Ayuntamiento de Bilbao pone vallas en lugar de realizar una acogida digna y promover el derecho a la vivienda; y cuando, no conforme con esto, desaloja de la calle a personas que ya están despojadas de derechos; vulnerándolas y discriminándolas aún más por no tener un lugar donde vivir;
se materializa en el trato durante los servicios de asistencia sanitaria y sociales, donde no solo muchas veces ocurre un trato diferenciado hacia las personas racializadas, sino que no se tienen en cuenta los enormes retos y obstáculos que enfrentan las personas migradas a la hora de acceder a un servicio tan fundamental como es el derecho a la salud, el bienestar físico y emocional;
se materializa en los numerosos casos de brutalidad policial hacia las personas inmigrantes y racializadas, actos que legitiman y alimentan el estigma social de criminalidad, provocando graves daños emocionales y físicos. Decimos alto y claro: no más impunidad al abuso policial.
Hoy marchamos contra el abuso y explotación de las personas migradas y racializadas, y por todas las vidas perdidas en las manos del racismo institucional.