Propósito para 2026: Acción colectiva frente a la incertidumbre y la impotencia
- En el año que entra nos proponemos trabajar para hacer cada vez más fuerte una acción social colectiva que proteja la vida de los ecosistemas y las personas frente a las realidades políticas y socioecológicas tan duras que están marcando el final de 2025. Queremos empezar 2026 desplazando el desaliento y poniendo en su lugar el compromiso y la tenacidad de la población organizada para transformar esas realidades y posibilitar futuros ecosociales.

Cerramos 2025 con un balance que puede llevar al pesimismo e inacción. Desde un supuesto plan de paz en Gaza que ampara la impunidad y no detiene el genocidio, hasta el tsunami desregulador de la UE que está ahogando la ya insuficiente normativa de protección ambiental y social europea con el fin de favorecer los intereses económicos de grandes corporaciones transnacionales. Sin embargo, Ecologistas en Acción empezamos el año con buenos propósitos y, como diría Joanna Macy, con esperanza activa.
Más que buenos deseos, queremos multiplicar los procesos que sirven de brújula para navegar sin miedo en las aguas turbulentas de la emergencia ecológica y el crecimiento del autoritarismo. Brújulas hechas de iniciativas colectivas en las que estamos comprometidas y a las que animamos a sumarse como antídoto a la incertidumbre y la impotencia. Ejemplo de ello es la exigencia de boicot, desinversión y sanciones a Israel para denunciar el ecocidio en Palestina, la ocupación, el apartheid y la expulsión del pueblo palestino. Además de la participación en campañas de boicot a empresas que están sosteniendo crímenes contra la humanidad, y la denuncia de la complicidad de la UE en el genocidio tal y como se ha plasmado en el último informe de la relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados.
Queremos también seguir tejiendo redes estatales y europeas para intensificar la presión social que frene los sucesivos paquetes de eliminación de las normas de protección ambiental y social en la UE. Como también revertir las amenazas que sobrevuelan a la directiva de Hábitats, de Aves y de Agua.
Entre las últimas propuestas de desregulación se encuentra la “aceleración” de las evaluaciones medioambientales de proyectos clave para la UE, lo que se traduce en un menor control sobre proyectos que son clasificados como estratégicos pero suponen un grave daño ambiental y social. Es el caso de los proyectos mineros y grandes industrias e infraestructuras, así como el desmantelamiento de algunas de las salvaguardas fundamentales frente a los pesticidas a la hora de proteger a la ciudadanía de la contaminación de tierras, alimentos y acuíferos.
La articulación internacionalista es, sin duda, una apuesta por fortalecernos para frenar el extractivismo que se expande a nivel mundial. El capitalismo verde, digital y, cada vez más, militar se suma al capitalismo fósil para acelerar la apropiación y explotación de más y más territorios. Se multiplican así los graves daños a las regiones y sus poblaciones, especialmente en los países que no concentran el poder económico y militar, donde la lógica de explotación se suma al colonialismo de las empresas y gobiernos que quieren controlar los minerales llamados fundamentales. Frente a ello, se han puesto en marcha procesos para dar forma a una voz común ecologista, anticolonial, feminista y anticapitalista.
La resistencia de las redes, plataformas y campañas tiene como principal eje la existencia de grupos locales que defienden palmo a palmo el territorio frente a grandes proyectos e intereses económicos mineros, agroindustriales, energéticos, inmobiliarios o industriales. Miles de personas que dedican gran parte de su vida a cuidar los ecosistemas que saben que son esenciales para sostener la vida presente y futura.
Por eso, en el inicio de un nuevo año seguimos proponiéndonos contribuir a la organización y acción colectiva para defender lo común. Desde las movilizaciones y la desobediencia civil no violenta, hasta el trabajo de hormiga relacionado con la formación y capacitación ante nuevas amenazas. A lo que se suman las denuncias legales ante el incumplimiento sistemático de una legislación cada vez más debilitada.
Este 2026 brindamos por un frente colectivo cada vez más amplio y sólido ante la emergencia ecológica y social, con el que sostener la vida de los ecosistemas y, dentro de ellos, la vida justa, habitable y digna de todas las personas.
