Realizan acto en Madrid sobre proceso de paz en Colombia

El antropólogo Alberto Pinzón realizó una intervención basada en los tiempos de incertidumbre y en comparativas de textos de Gramci, el italiano encarcelado por Musolini. El doctor Pinzón había sido uno de los “notables” del anterior ciclo de conversaciones entre guerrilla y gobierno que terminó en frustración al quebrar el gobierno por indicación directa yanqui aquella oportunidad, en el Caguán.

El joven Jorge Freitter, hijo del profesor del mismo apellido asesinado en la Universidad del Atlántico, fue el encargado de transmitir las visiones optimistas de lograr la paz desde el abundante exilio colombiano.
Hubo reconocimientos específicos desde la mesa al papel jugado por la solidaridad en Asturias, y, antes del brindis para la paz, una explicación pormenorizada del letrado y activista Enrique Santiago.

En todas las intervenciones, reiteración de la necesidad de profundizar y completar el ciclo de conversaciones con el ELN y el EPL.

Agradecimientos y reconocimientos al papel decisivo de los gobiernos de Noruega, de Cuba, de Venezuela, de Chile. Pero…aseguraron que esta culminación de acuerdos, ese comienzo de construcción de la paz en su etapa más difícil que es la cumplimentación de los firmado, se asegura que sin el impulso de Hugo Chávez hubiera sido imposible.

En esta etapa nueva, la importancia de que la Unión Europea se implique. Incluso que el gobierno español, hasta ahora totalmente ausente y nulo, empiece a cambiar y se implique en el desarrollo de lo acordado: España, que en otros procesos de diálogos , que resultaron fallidos, había tenido un activo papel, ahora, en el único que resulta completo y con resultado positivo de Acuerdo, tiene una flagrante ausencia ganada a pulso por una actitud de connivencia con la guerra…que ahora debiera cambiar. En cambio Alemania, que en teoría no tendría la cercanía que se le supone a nuestro país, ha tenido un pronunciamiento claro, rotundo, unánime de su parlamento para apoyar el proceso de paz.

La incertidumbre, explicada didácticamente por Pinzón, se mantiene hasta el plebiscito del 2 de octubre, donde dos partes de la oligarquía colombiana competirán en su influencia por el voto:
la oligarquía que se crece con la guerra, con el despojo millonario de tierras, con la expulsión masiva de comunidades campesinas, indígenas, negras, que optará a rechazar los acuerdos. La oligarquía, que ha calculado que con la paz va a seguir aumentando sus dividendos, que se favorecerá con nuevas explotaciones de recursos naturales, que tiene planificado un usufructo mayor de un país pacificado, le apostará al voto favorable. Mientras que, para los sectores populares, para la izquierda dispersa, para las víctimas de una guerra cruenta que se considera de medio siglo, y en algunos lugares de más de un siglo continuado, la opción única es por fortalecer el Sí a la paz, que encuentra en las ciudades grandes su distanciamiento mayor, de la oportunidad histórica de la paz, que comenzaría a ser observada y escrutada por delegaciones de la ONU, no solo en la dejación de armas de la guerrillerada, sino también en el resto de complejos acuerdos y subacuerdos.

Uno de los principales y decisivos: el desmantelamiento de los grupos creados para la guerra sucia: los paramilitares y sus derivaciones terroríficas.