República Checa acude a las urnas en una encrucijada entre derechas
- La República Checa celebra hoy su segunda jornada electoral en la que contienden, por un lado el populista Andrej Babis, ex primer ministro, dimitente en 2021; y el actual jefe de Gobierno conservador, Petr Fiala.
 

Pese a verse obligado a abandonar el poder en su momento, Babis aparece ahora como favorito en las encuestas y esa tendencia parece mantenerse luego de celebrada la primera de las dos jornadas comiciales legislativas, para que unos ocho millones de habitantes definan, entre 26 partidos y coaliciones, los 200 miembros de la Cámara Baja.
La cita electoral ocurre tras una campaña marcada por el descontento ante la inflación y la posibilidad de un giro en la política exterior si regresa al poder el magnate populista Babis, quien lidera las encuestas con hasta un tercio de los votos.
Las urnas abrieron el viernes entre las 14:00 y 22:00 hora local y volverán a abrir hoy entre las 08:00 y 14:00 horas, tras una primera jornada sin incidentes de importancia. Los primeros resultados se esperan para unas pocas horas tras el cierre de los colegios.
Babis, de 71 años cuenta con alrededor del 30 por ciento de la intención de voto, según los sondeos; se define como trumpista y admirador del primer ministro ultraderechista húngaro, Viktor Orbán.
En 2021 dimitió en medio de fuertes presiones sociales tras políticas gubernamentales fallidas, desvarío ejecutivo y vacío de poder. También su ejecutivo fue objeto de una moción de censura en el órgano legislativo y su nombre se mencionó en la investigación periodística conocida como los Papeles de Pandora.
Enfrentó además cuestionamientos por su gestión ante la pandemia de la Covid-19 y enredos con la justicia y su nombre apareció en la investigación internacional conocida con Papeles de Pandora.
Por ese entonces tenía 67 años y fue investigado por presunto fraude en las subvenciones procedentes de la Unión Europea. La indagatoria reveló que usó dinero de sociedades en paraísos fiscales para adquirir en 2009 algunas propiedades, entre ellas un castillo, en el sur de Francia.
Durante la campaña electoral que lo llevó al poder entonces, atacó la inmigración clandestina y se comprometió a proteger el uso de los combustibles fósiles o la combinación energética tradicional checa que se basa en la energía nuclear.
En 2024 enfrentó un juicio después que un tribunal de apelaciones desestimara un fallo que lo absolvía de cargos de fraude.
Entonces Babis se declaró inocente y aseguró que las acusaciones tenían fines políticos, según reportó en su momento la prensa local. Más tarde compitió por el puesto de presidente, pero perdió ante Petr Pavel, un general retirado del ejército.
Días atrás fue hospitalizado después de ser atacado por un hombre con un bastón en un mitin antes de las elecciones parlamentarias del próximo mes.
Es uno de los hombres más ricos de República Checa, crítico de Rusia, aunque sostiene que su país no debería brindar tanta ayuda a Ucrania, ya que considera prioritario centrarse los problemas sociales que afectan a los ciudadanos.
En tanto, el actual primer ministro, el conservador Petr Fiala, es un ferviente aliado de Kiev, trata de contrarrestar su impopularidad y el descontento social con la situación económica y con la advertencia de que si Babis vuelve al poder, la democracia se deteriorará y el país podría abandonar su rumbo europeísta.
La alianza conservadora-liberal “Spolu” que lidera el primer ministro obtendrá, según las encuestas, en torno al 20 por ciento, ocho puntos menos que hace cuatro años, lo que le complicaría mucho alcanzar una mayoría en la Cámara.
Con estos datos, Babis obtendría junto con el SPD, Stacilo! y Motoristé una mayoría entre los 200 escaños del Parlamento, mientras que un hipotético pacto tripartito opositor no llegaría a superar los 100 escaños necesarios.
Un retorno al poder de esta controvertida figura política, junto con el partido xenófobo y eurocrítico SPD, podría significar que la República Checa cambie su postura proeuropea en política exterior, para unirse a las posiciones euroescépticas de Eslovaquia y Hungría, según analistas.
 
 