Mg. José A. Amesty Rivera •  Opinión •  19/05/2025

El Imperialismo y los niños/as

A propósito del secuestro y posterior liberación de la niña venezolana Maikelys Espinoza, cuando EEUU acusó falsamente a su padre de pertenecer a la banda Tren de Aragua, y lo deportó a las cárceles salvadoreñas. A la madre la deportaron a Venezuela, y cuando iba a subir al avión con su hija de seis años en brazos, se la arrancaron y la entregaron a una familia sustituta, el pasado 14 de mayo de 2024. 

Por cierto, la derecha venezolana no incluyó ni menciono en general, el caso de Maikelys en sus medios de prensa, TV o redes sociales. Al respecto, ni María Corina Machado, ni Edmundo González, ni Antonio Ledezma, ni Julio Borges ni Henry Falcón, ni Juan Carlos Alvarado, ni María Beatriz Martínez, entre otros, incluyeron el caso de Maikelys en sus medios. Además, silenciaron la lucha del pueblo venezolano por el regreso de la niña. 

Este ha sido el modus operandi de los imperios, recordemos, por ejemplo, el relato bíblico en la época del Imperio Romano. Este episodio relata la orden dada por el rey Herodes el Grande, de ejecutar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores. Herodes, temiendo que un nuevo rey lo desplazara, actuó ante la noticia del nacimiento de Jesús. 

El contexto de esta persecución contra los infantes es, Herodes, temiendo perder su trono, se asustó ante la posibilidad de la llegada de un nuevo rey, especialmente después de que los magos le informaran sobre el nacimiento del «rey de los judíos». Este nacimiento se refiere al de Jesús de Palestina, quien también fue obligado juntamente con sus padres a migrar a Egipto, para escapar de la persecución.  

En fin, Herodes ordenó a sus soldados matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores, con el objetivo de eliminar al potencial rey que amenazaba su reinado. La Matanza de los Inocentes se ha interpretado como un símbolo de la crueldad y el temor al poder imperial, con Herodes como arquetipo de los opresores, que no dudan en cometer crímenes para mantener su posición.

Dando un salto histórico, hoy vemos como el Imperio israelita, en su guerra contra Palestina, podemos citar «La matanza y mutilación de niños, el secuestro de menores, los ataques a hospitales y escuelas, y la denegación de acceso a la ayuda humanitaria son graves violaciones de los derechos de la infancia», ha declarado Adele Khodr, Directora Regional de UNICEF para Oriente Medio y el Norte de África en el caso de los niños y niñas en Gaza. 

Así, en los últimos 18 días, la Franja de Gaza ha sido testigo de las devastadoras consecuencias de la guerra en la población infantil, con un balance de 2.360 niñas y niños muertos y 5.364 heridos a consecuencia de los incesantes ataques, es decir, más de 400 niños muertos o heridos a diario. 

Además, más de 30 menores israelíes han perdido la vida y decenas de ellos continúan secuestrados en la Franja de Gaza. Este periodo de 18 días es la escalada de hostilidades más mortífera en la Franja de Gaza e Israel que Naciones Unidas ha presenciado desde 2006.

Casi todos los niños y niñas de la Franja de Gaza, se han visto expuestos a situaciones extremadamente difíciles y traumáticas, que han estado marcadas por una destrucción generalizada, ataques constantes, desplazamientos de población y una grave falta de elementos de primera necesidad como alimentos, agua y medicinas.

Veamos el caso sonado en América Latina, el del niño cubano Elián González, de seis años que en 1999 fue secuestrado por la mafia anticubana de Miami, y fue devuelto a la isla meses después, luego de una intensa lucha del Gobierno y el pueblo cubanos para su regreso. 

Todo inició en noviembre de 1999. Ese día, Elizabeth Brotón se embarcó con su hijo Elián en una lancha clandestina con el propósito de llegar a Miami. El bote zozobró en pleno estrecho de la Florida con 14 pasajeros a bordo: solo se salvaron dos jóvenes y el niño. Elián, que entonces tenía cinco años, sobrevivió milagrosamente al naufragio. Aferrado a un neumático, en un mar infestado de tiburones, estuvo 48 horas a la deriva, hasta que dos pescadores estadounidenses lo encontraron el 25 de noviembre, el día de Acción de Gracias en Estados Unidos, una de las fiestas más importantes del país.

Su rescate fue el comienzo de una agria disputa entre Juan Miguel González, su padre, miembro del Partido Comunista y residente en Cuba, y la familia de Elián en Miami, que pedía que no fuese devuelto a la isla; su madre, decían, había dado la vida para que Elián “creciese en libertad”. 

Enseguida el asunto se politizó. Los grupos del exilio lo convirtieron en una bandera anticastrista y lucharon sin tregua ante los tribunales de EEUU, para que el pequeño se quedase en Miami. En Cuba, la batalla por su regreso fue transformada en prioridad de Estado. Las siempre difíciles relaciones con Washington temblaron de nuevo y Fidel Castro en persona encabezó una campaña patriótica sin precedentes. Millones de cubanos fueron movilizados en torno a la nueva causa nacionalista y se recuperó el discurso revolucionario de los años sesenta.

Finalmente, agentes del FBI sacaron a Elián a la fuerza de la casa de sus familiares en Miami, Juan Miguel ganó la batalla judicial y Elián regresó a casa. 

En el caso específico de EEUU, podemos decir que la actuación de este país hacia las niñas/os es de xenofobia, realizando encarcelamientos y separación de niños y niñas migrantes de sus padres y familiares. Niños y niñas asustados, violentados y traumatizados en diversos niveles, sin derecho a jugar, durmiendo en condiciones inhumanas, tratando de sobrevivir.

Son más de 2.000 niños encarcelados, obligados a aprender a cambiar pañales para ayudar a los más pequeños, vigilados por guardias sin ningún tipo de entrenamiento como cuidadores infantiles, y a quienes incluso se les prohíbe el contacto físico, según testimonio de Michelle Brane, directora de derechos de los migrantes en la Comisión de Mujeres Refugiadas. El “delito” es migrar buscando mejores condiciones de vida. 

Además, hemos sido testigos del brutal encarcelamiento y separación de cientos de niños y niñas migrantes de sus familias, por ejemplo, en las instalaciones de la Patrulla Fronteriza en México. Nuevamente, la careta “democrática” de EEUU se cae, dejando al descubierto su verdadero rostro anti inmigrantes, racista, opresivo, violento y xenofóbico. 

En general, el imperialismo afectó y afecta a los niños y niñas de varias maneras, incluyendo la explotación laboral, la pérdida de su cultura y la violencia. Las potencias imperialistas obligaban y obligan a los niños/as nativos a trabajar por salarios bajos o como esclavos, y también despojaban a los niños/as de sus costumbres y tradiciones. En algunos casos, las guerras de conquista y la violencia imperialista también causaron la muerte o lesiones a los niños/as. 

Cuál es el impacto en la vida de los niños/as:

Explotación laboral: Los infantes eran y son obligados a trabajar en condiciones difíciles, a menudo en trabajos peligrosos o en la minería, lo que les impedía tener una infancia normal y obtener una educación adecuada.

Pérdida de cultura:

Las potencias imperialistas imponían e imponen su cultura a los pueblos colonizados, lo que incluía e incluye la prohibición de las lenguas, las costumbres y las prácticas religiosas tradicionales de la niñez.

Violencia:

Las guerras de conquista y la violencia imperialista también tenían un impacto directo en los chicos/as, causando muerte, lesiones y traumas.

Desarraigo:

Las potencias imperialistas a menudo obligaban y obligan a las familias a abandonar sus hogares y tierras, lo que afectaba a los chiquillos/as de forma significativa, ya que perdían y pierden su comunidad y sus raíces.

Negligencia y abandono:

La falta de recursos y la presión de la vida en las colonias a menudo llevaron y llevan a la negligencia y el abandono de las niñas/as, quienes se quedaban sin la atención y el cuidado necesarios. 

Para concluir, podemos afirmar, además, que estas actuaciones imperiales contra la niñez, se pueden catalogar de genocidio y racismo, contra los seres humanos más vulnerables.


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