Hedelberto López Blanch •  Opinión •  27/08/2023

México y Estados Unidos: el maíz de la discordia

Estados Unidos tratará de obligar a México a adquirir y consumir el maíz transgénico producido en el país norteño para lo cual invocó la actuación de un panel de resolución de disputas del Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Ante la decisión mexicana, emitida en febrero pasado, de  prohibir el uso de maíz transgénico en tortillas o masa, así como la del grano genéticamente modificado en los productos para el consumo humano y la alimentación animal, la Oficina de Representación Comercial de Estados Unidos (USTR) determinó llevar el caso al panel para impugnar la medida. 

Esta es la última fase de las presiones realizadas por Washington que se inició a principios de año con pedidos de explicaciones a México sobre las acciones tomadas contra organismos genéticamente modificados (OGM); le siguió en marzo una solicitud formal de reuniones técnicas y en junio una consulta de solución de controversias.  

Según la USTR, la decisión del México no se sustenta en una base científica y afecta los intereses de los agricultores estadounidenses que exportan el grano hacia esa nación.

Cuando se analiza detalladamente, se observa que en el trasfondo existen intereses políticos (elecciones en Estados Unidos el próximo año) y económicos pues un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) asegura que de concretarse la prohibición Washington perdería cerca de 73 890 millones de dólares en producción en 10 años.

En ese sentido, un editorial del diario La Jornada indica que “la administración de Joe Biden actúa como personera de la poderosa agroindustria de su país e intenta imponer a otros la ingesta de productos cuyos efectos para la salud humana se encuentran sometidos a una intensa polémica”. 

Agrega la nota que los OGM se producen bajo el régimen de monocultivo, por lo que destruyen la biodiversidad del planeta y representan la aniquilación de todo tipo de especies animales y vegetales porque las semillas transgénicas son inseparables de plaguicidas y herbicidas que multiplican los daños al ambiente y que plantean un peligro adicional a la vida humana. El más conocido de ellos, el RoundUp con su ingrediente activo, glifosato, es usado de forma irresponsable en Estados Unidos, pero está vetado o se ha restringido en más de 20 países.

Desde hace años, varios escritos científicos han determinado lo dañino de algunos de estos productos genéticos que deben utilizar herbicidas altamente peligrosos para la salud.

Ya en el año 2014, un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Caen, Francia, documentó la aparición de tumores cancerígenos en ratas alimentadas con una variedad de maíz transgénico producido por la compañía norteamericana Monsanto. Tres años antes, el Internacional Journal of Biological Sciences, publicó un artículo académico donde demostraba que tres variedades de maíz genéticamente modificado, producido por esta transnacional podrían ocasionar daños a los riñones, hígado y corazón. 

La petición estadounidense para la creación del panel, plantea que la posición mexicana no se basa en las Ciencias y socava el acceso del maíz al mercado azteca como se pactó en el acuerdo del T-MEC. Resulta sintomático que al invocar el panel, Washington haya dejado fuera de la discusión el uso del plaguicida glifosato, altamente dañino y prohibido en el país azteca.  

El RoundUp producido por Monsanto, es el herbicida más popular del mundo y se utiliza en cultivos genéticamente modificados que resisten al glifosato. Se afirma que sus residuos siguen presentes en los alimentos que más tarde se distribuyen en los supermercados. Un estudio realizado por los oncólogos suecos Lennart Hardell y Mikael Eriksson, asegura que este herbicida está directamente relacionado con el cáncer y el linfoma No-Hodgkin.

Asimismo, las semillas Terminator, fabricadas por Monsanto, produce granos estériles incapaces de germinar lo que obliga a los agricultores a comprarlas cada año en lugar de poderlas guardar y utilizarlas en sus cosechas como era tradicional anteriormente. Tanto las semillas como después las flores (por el viento o abejas que no han muerto por el RoundUp) provocan la “polinización cruzada” y contaminan los cultivos aledaños no estériles, poniendo en peligro las semillas naturales. Esto puede llevar a que en un futuro, esa transnacional se apropie con el control del suministro de alimentos a nivel mundial.

Al referirse a la situación creada, el presidente Andrés Manuel López Obrador explicó que resulta bueno que ahora estén impugnando un decreto de México para que no se utilice ese maíz en el consumo humano porque nos va a permitir, presentar en ese panel pruebas y proponer que se forme un grupo conjunto de investigadores con el objetivo de conocer si causa daño o no a la salud. 

Seguidamente puntualizó “nosotros creemos que sí es dañino y no estamos violando tratados porque está establecido que cuando existan diferencias se puede acudir a ellos por lo que es una buena oportunidad. No vamos a permitir que se utilice maíz transgénico para la alimentación de los mexicanos”.

López Obrador enfatizó que tienen pruebas de los daños que provoca ese alimento y las van a exponer. 

Ciertamente que los gobiernos deben analizar con mucha precisión los Tratados de Libre Comercio que se firmen con Estados Unidos para no caer en las trampas que imponen.


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