Raúl García Sánchez / Vocesenlucha •  Opinión •  08/06/2023

Chao, Reino de España. Hola, República bolivariana

Chao, Reino de España. Hola, República bolivariana

Se sigue haciendo extraño. El allí y el acá. Apenas 9 horas de vuelo. 6,990 km. y hemos cambiado de realidad como cambia el chaquetero de chaqueta.

Allí y acá. La comparativa es grotesca. Mejor obviarla, naturalizar la distancia, pasar por alto lo evidente. Tratar de no explicarlo. No explicar nada. No ponerle palabras a lo que parece inexplicable. Arroparse en la comodidad de la inercia, de la falta de tiempo. Huir del vértigo de la hoja en blanco. Dejar hacer, que lo cotidiano desdibuje las distancias. Abandonar el orden y volver al caos. Como si no pasara nada.

Con la certeza de equivocarnos, tras unos días de acomodo rompemos el vértigo para seguir arrojando subjetividades y sentires en una nueva vuelta a este lado del charco. Cómo explicar que en esta ocasión lo extraño es no sentir extrañeza. Caminar por Caracas con una especie de nostalgia invertida, de bienvenida natural a una realidad artificial, a un eterno desorden, a un prolífico caos, a un caos fecundo bajo una economía en guerra. Territorio en guerra no desde hace poco más de dos décadas, sino poco más de 500 años. ¿Cómo naturalizar lo anómalo? ¿Cómo idealizar lo oprimido? No. Son las posibilidades de liberación las que nos remueven. Los avances contra la opresión los que nos sacuden. Y decimos, desde la percepción subjetiva, que las grietas en este fecundo desorden son infinitamente mayores que en el secarral ordenado del Norte.

Atrás dejamos el Reino y sus cosas de palacio. Justo en estos días en que se consolida la derrota institucional progresista del ciclo 15-M. La derrota popular se consumó tiempo ha, precisamente por el entreguismo de esas opciones progresistas que hoy lamentan su fracaso en la batalla electoral.  La derecha arrasó en los comicios municipales y autonómicos y desde una izquierda que hace tiempo que sufre dislexia se preguntan qué demonios ha pasado. De nuevo se enfocan las culpas hacia el pueblo y los obreros que votan derecha o se abstienen, como si no hubiera responsabilidad en quienes usurparon el espacio de la izquierda con sus «significantes vacíos» para decir que no hay ni izquierda ni derecha, acoplarse al Régimen del 78, entregar espacios o abandonar proyectos y referentes combativos, simbólicos e intelectuales, contra el orden realmente existente.

“¡Cuídate, España, de tu propia España!”, decía el eterno peruano César Vallejo. ¿Tiene España posibilidades de levantar un proyecto común alternativo? ¿O deberemos buscarlo en la liberación de sus Pueblos y naciones? Tremendo desaguisado. Chao, Reino. Hola, República. Chao, constitución transicionaria, hola constitución bolivariana.

Volver a caminar por Caracas. Decir “sentirse como en casa” sería exagerado. No es exactamente eso. Pero sí parecido. Y eso es lo extraño. El abrazo amigo, las calles conocidas, el mismo puesto de cachapas con queso de mano, la fruta en las aceras, las antes prohibitivas manzanas importadas, ya más baratas que en Castilla, también en guerra por motivos distintos. Las Librerías del Sur. Los libros usados del puente de las Fuerzas Armadas. La Pulpería del Libro. El desayuno a base de arepas. El ajetreo tempranero. El voceador del bus gritando los destinos, pescando pasajeros con espectacular agilidad. El contraste del compartir armónico en la Plaza Bolívar, que parece detenida en un eterno domingo. Las calles comerciales repletas de gente y bienes de todo tipo. Sigue habiendo de todo en Caracas. Algunos productos a precio europeo y más caros. La eterna pregunta ¿Cómo hace este pueblo para sobrevivir bajo una economía sitiada? Las críticas a algunas políticas económicas del gobierno por parte del chavismo crítico. Las contradicciones. La gente arrecha porque el 1º de mayo se esperaba un aumento del salario, en el piso por la tremenda inflación inducida. El presidente aprobó un aumento de los bonos y la “cesta ticket” pero no del salario. La arrechera de quienes sin perder el Sur no se muerden la boca y dicen y critican cuando creen que tienen que criticar, y reculan y matizan y tienen presente que su antagonista sigue apuntando, allá desde el Norte, al corazón del pueblo. A las conciencias. Justo ese huequito por el cual, saben bien, es posible penetrar. Y penetran. Cómo negarlo. La armamentística cultural afilada apuntando sin descanso al neocórtex, allá donde se licuan los sueños. Pero aquí hay un pueblo que armó nuevas esperanzas, amores y quimeras al calor de Chávez. Y eso no es cualquier cosa. La resistencia deja aprendizajes. Las propuestas de tránsito al socialismo acumulados históricos, claves para momentos de reflujo. Necesarios para el mañana que vendrá. Imprescindibles para el anhelado Venceremos.

Cada vez que me acerco a estas contradicciones, necesarias pero dolorosas, no puedo dejar de sentir una mezcla de envidia ajena y orgullo propio. Estas son las cosas difíciles de explicar para un acompañante de un proceso revolucionario como el bolivariano. Cómo contar al mundo la mezcla de calor y frío, de abrigo y desamparo, de sueños y miedos. Siento que podemos derrochar miles de palabras pero jamás lograr transmitir algo así como una aproximación a la realidad venezolana. Hay que vivirlo. Y aún así solo nos apropiamos de subjetividades, síntesis mentales más o menos difusas.

El Sur. El capitalismo muestra su verdadero rostro en el Sur. Acá donde se agudizan las contradicciones. Tanto las propias del capital como las ineludibles en la construcción -en capitalismo- de otras alternativas de mundo. Benditas contradicciones cuando el sueño es dialéctico. Bendita dialéctica que nos permite no ver la realidad en blanco y negro. La paleta multicolor que dibuja el Caribe, pinta de tonalidades infinitas la revolución bolivariana. A pesar de las dificultades, en nuestra subjetividad comparativa siguen predominando más colores vivos que apagados. Pero cómo éstos emborronan el ánimo y las conciencias que levantaron este proceso revolucionario. ¿Proceso o revolución? Sea como fuere, ya dijimos, no “con empanadas y vino tinto”, sino con “arepas y cocuy”. Benditas arepas. Cuidado con el cocuy.

Raúl García es antropólogo y comunicador de Vocesenlucha.


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