Redacción •  Cultura •  11/11/2021

«El feminismo del siglo XXI. Del MeToo al movimiento Queer», de María Luisa Balaguer

  • El siglo XXI está llamado a ser el de la consolidación de los derechos de las mujeres. Este libro da cuenta del momento en que se encuentra hoy el feminismo en el mundo, tomando como punto de partida, de una parte, el fenómeno del #MeToo —que permitió fijar la mirada en el principal problema que sufre la desigualdad de género y sobre el que se vuelcan sus efectos: el cuerpo de las mujeres y sus consecuencias— y, de la otra, la expansión del movimiento queer.
  • María Luisa Balaguer, desde su amplia competencia jurídica, aúna sólidos conocimientos filosóficos, sociológicos, de teoría feminista y políticaa los que une un talante personal fundamentalmente conciliador y positivo, cuyo resultado es un texto oportuno e imprescindible para comprender el momento en que se encuentra el feminismo en España y el resto del mundo.
«El feminismo del siglo XXI. Del MeToo al movimiento Queer», de María Luisa Balaguer

El siglo XXI está llamado a ser el de la consolidación de los derechos de las mujeres. Este libro da cuenta del momento en que se encuentra hoy el feminismo en el mundo, tomando como punto de partida, de una parte, el fenómeno del #MeToo —que permitió fijar la mirada en el principal problema que sufre la desigualdad de género y sobre el que se vuelcan sus efectos: el cuerpo de las mujeres y sus consecuencias— y, de la otra, la expansión del movimiento queer, que propicia una fractura entre el feminismo y el movimiento LGTBI en temas tan cruciales como la prostitución, los vientres de alquiler y las relaciones sexo/género, amenazando con lesionar algunos de los derechos conseguidos por el feminismo desde el último tercio del siglo XX hasta la actualidad. Entre otras cuestiones, analiza la necesidad de un nuevo contrato sociosexual, haciendo énfasis en el tema del consentimiento; realiza una prospectiva de cuáles serían los rumbos de una posible teoría feminista, y, tras señalar la confusión existente en el uso de términos tan equívocos como «género» u «orientación sexual», intenta desbrozar el entramado legislativo de las leyes de identidad de género y autodeterminación del sexo, y sus colisiones con otras normas jurídicas.

María Luisa Balaguer, desde su amplia competencia jurídica, aúna sólidos conocimientos filosóficos, sociológicos, de teoría feminista y política, a los que une un talante personal fundamentalmente conciliador y positivo, cuyo resultado es un texto oportuno e imprescindible para comprender el momento en que se encuentra el feminismo en España y el resto del mundo.

PRÓLOGO

Cuando se nos invita a realizar un prólogo y nos encontramos a la vez dentro y fuera del libro del que tenemos que hablar, nos embarga una situación curiosa, como Alicia entrando y saliendo del espejo. Este guiño cómplice me hace María Luisa Balaguer con su tentadora incitación a sumergirme en el vórtice de sus reflexiones sobre el feminismo del siglo XXI. No puedo sino aceptar el reto de lo que realmente es un diálogo ininterrumpido desde que nos conocimos, ya sea a través del teléfono, el correo, las lecturas compartidas o los textos intercambiados.

Debo decir en primer lugar que nos encontramos ante un texto importante, oportuno e imprescindible para comprender el momento en que se haya el feminismo en España e internacionalmente. Y, además, un texto que solo podría ser alumbrado por alguien que concitara las características intelectuales y personales que aglutina María Luisa Balaguer, que a su competencia jurídica aúna sólidos conocimientos filosóficos, sociológicos, de teoría feminista y política, pero que, además, tiene un talante personal fundamentalmente conciliador y positivo. Por ello, su libro busca analizar y atisbar salidas, desenredar ofuscamientos, clarificar líneas fácticas de progreso. Es importante, porque logra centrar los problemas relevantes del feminismo más reciente; es oportuno, porque dichos problemas se hallan sin dilucidar, y es imprescindible, porque las repercusiones de ese confusionismo interesado pueden afectar de manera substancial no solo a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto.

Pero ¿de qué estamos hablando? ¿Solo de feminismo? ¿De mera historia? ¿De otra historia más del feminismo? No.

Primero habría que decir que si es de feminismo nunca es «solo de feminismo», pues se trata de la oculta desigualdad estructural de la sociedad. Y, en ese sentido, emerge la necesidad de ese «feminismo jurídico» que Balaguer reclama y representa, que pugna por construir «un corpus legislativo que desarrolle uno de los aspectos esenciales de la igualdad en los Estados sociales y democráticos, la regulación de los derechos de las mujeres en su exigencia política del reconocimiento y la distribución».

Los problemas, señalados certeramente desde las primeras páginas, se canalizan con la nueva dimensión de la movilización social reciente del feminismo, que Balaguer hace arrancar de un desarrollo del movimiento #MeToo, y de la expansión del –queerismo,- lo que propicia una fractura entre el feminismo y el movimiento LGTBI en temas tan cruciales como la prostitución, los vientres de alquiler, las relaciones sexo/género u otros derechos consolidados de las mujeres.

La autora no se pierde en repasos históricos ya sabidos, da en la diana al elegir lo que es el punto de ruptura de la cuarta ola del feminismo: el #MeToo (2017), las grandes movilizaciones y la huelga feminista del 8M (2018 y 2019). Frente a la corriente mediática que pretende mostrarnos lo queer, lo trans, el transfeminismo… como lo más cool y posmo, hay que recordar que el posmodernismo y la teoría queer tienen más de treinta años, que cuando una cosa se generaliza es porque ha dejado de ser vanguardia y se convierte en cliché de consumo masivo, pose y moda. Que los teóricos de los cuerpos sin órganos, los agenciamientos maquínicos y los cíborgs, o están todos muertos, o van camino de los ochenta años… O sea, de pensamiento innovador, nada. No nos dejemos embaucar. Y lo que María Luisa Balaguer señala —de una forma más comedida que esta exaltación mía de ahora, todo hay que decirlo en pro de su talante ponderado— es algo que me parece fundamental resaltar porque permanentemente se nos está hurtando a la mirada, y ella lo hace con una especial lucidez: el movimiento #MeToo denuncia el acoso sexual, el juicio de la manada concitó la indignación frente a lo que se entiende por consentimiento, lo que cohesiona todo ello y las grandes manifestaciones feministas de entonces es el acoso, el miedo a ser atacadas, a ser violadas, a la noche, al volver sola a casa, a la violencia que se centra en el cuerpo mujer, no en cuerpos feminizados, ni en cuerpos generizados, ni en cuerpos elegibles. Frente a la contundente acción multitudinaria que dichas movilizaciones representaron se pone en evidencia la frivolidad minoritaria del elitismo queer y la falacia de pretender disfrazar el verdadero talante de la cuarta ola.

En este sentido es en el que señalo la lucidez de Balaguer al haber visto la importancia del cuerpo como eje principal reivindicativo, y así escribe: «Lo que de importante tuvo el acontecimiento del #MeToo fue la virtualidad de fijar la mirada en el principal problema que sufre la desigualdad de género y sobre el que se vuelcan sus efectos: el cuerpo de las mujeres y sus consecuencias. Más allá de la inferioridad laboral o social, el dominio sobre el cuerpo de las mujeres trae consigo lacras sociales repugnantes como la prostitución, la instrumentalización de sus vientres en las maternidades subrogadas y la extrema violencia de género…».

Un cuerpo en el cual sexo y género ni se confunden ni se borran, pues cada uno de ellos, aunque interactuantes, tiene aspectos e implicaciones diferentes, cito de nuevo: «Debe quedar claro que cuando se habla de mujeres se habla de un sujeto histórico de determinación biológica, más allá de cualquier sentimiento que pueda tener un hombre biológico, e incluso una mujer. Por así decirlo, ser mujer es un hecho, y sentirse mujer es una situación de la que se pueden derivar determinadas libertades y derechos, pero no es posible alterar la naturaleza».

Relevante el análisis que realiza la autora sobre la necesidad de un nuevo contrato sociosexual y, en especial, sobre el derecho comparado en el tema del consentimiento, cuestión difícil de evaluar, pero necesaria en todo lo que rodea a las agresiones sexuales que sufren las mujeres.

En la segunda parte del libro se nos ofrece una apretada pero muy completa síntesis de lo que ha sido el feminismo contemporáneo en diálogo con las corrientes más representativas: marxismo, psicoanálisis, posmodernismo, pensamiento decolonial…, acabando con una prospectiva de cuáles serían los rumbos de una posible teoría feminista. Atiéndase a las citas, Balaguer elige y resume muy bien los puntos nodales de los debates y nos señala libros y artículos de referencia, por la justeza como los apunta percibimos su background documentadísmo.

Particular interés, por la especialidad profesional de la autora, tiene su tratamiento del feminismo jurídico, que realiza en la tercera parte, en su doble perspectiva de incorporación de los derechos de las mujeres al corpus o de la historia y puesta en valor de las juristas relevantes. Pero sin duda lo más novedoso es que Balaguer recoge en su propuesta de feminismo jurídico todos los retos pendientes surgidos en las relaciones entre el feminismo con el marxismo, psicoanálisis, postmodernismo, pensamiento decolonial…, y que ella misma ha venido sintetizando en la anterior parte, para asumir el reto de pergeñar un proyecto integrador desde el derecho, que no rehúye la asunción de propuestas desde «un feminismo liberal a un feminismo de la diferencia, posmoderno transaccional», «del pluralismo político al pluralismo ordinamental»… Lo cual no nos lanza en modo alguno a los brazos del relativismo, sino a un intento de superación, pues, con respecto a conceptos básicos de la teoría feminista, Balaguer se pronuncia claramente al señalar que «el uso de términos tan equívocos como «género» u «orientación sexual» en lo que se refiere al cambio de sexo registral, presenta problemas de legislación importantes», y, en este sentido, «la indeterminación de las normas jurídicas produce efectos muy negativos en el derecho por la necesidad de la seguridad jurídica al regular conductas o supuestos de hecho que no dejan claramente establecidas las consecuencias jurídicas».

Si hasta este momento el libro desarrolla una gran altura conceptual, será en su cuarta y última parte donde, al centrarse en las repercusiones jurídicas de lo queer, resulte realmente una herramienta imprescindible, pues si difícil es acercarse a las modulaciones filosóficas de la teoría queer, quizás confuso seguir los entresijos sociales del transactivismo, más lo es desbrozar el entramado legislativo de las leyes de identidad de género, autodeterminación del sexo y sus colisiones con otras leyes.

En primer lugar, analiza la divergencia entre el movimiento queer y el feminismo con respecto al binarismo de género y apunta opciones registrales y posibilidades legales.

A continuación, centra su discurso de una manera muy precisa en el capítulo «La seguridad jurídica y la identidad de género», delimitando las connotaciones de términos que se usan confusamente, muchas veces de manera intencionada. Es muy importante el desarrollo que a partir de aquí va a realizar de la noción de «seguridad jurídica», pues muestra las ambigüedades y problemas legales que la equivocidad de términos no bien definidos comporta. En el caso que nos ocupa: se da la intercambiabilidad entre sexo y género, la anulación del sexo por el género, la igualación de este con una identidad, de ella con un sentimiento interno, y, finalmente, la pretensión de que este sentimiento comporte consecuencias legales. Balaguer comienza señalando que la idea de que un sentimiento es capaz de conformar un derecho presenta problemas de dogmática jurídica importantes. La autora es consciente también de que «identidad de género» es una denominación confusa jurídicamente, pues género desde la teoría feminista es la construcción cultural sexista de los estereotipos sexuales y, por lo tanto, no sería algo a reclamar como un derecho dado que es el origen de una opresión; por ello va a proponer que hablemos de «identidad sexual», pues alude a la percepción que un individuo tiene sobre sí mismo respecto de su propio cuerpo y se refiere a una exactitud biológica y constatable, a partir de la cual se desarrolla, por supuesto, un proceso más complejo y dinámico psicosocial de construcción de esa propia identidad sexual.

Dado que para el feminismo el problema es deshacerse del género y para el transactivismo parece ser deshacerse del sexo, la autora va a realizar un profundo análisis de la categoría del género, pues, como afirma, una cosa es partir de una concepción esencialista del sexo y otra bien distinta negar que existen dos corporalidades distintas con las implicaciones que de ello resultan. Balaguer nos traza bien la postura de Judith Butler, delimita sus influencias foucaultianas y se detiene en la polémica con Marta Nussbaum, porque sobre el fondo de ella lo que gravita es la dimensión del feminismo como teoría política. Y así, será Nancy Fraser, una de las feministas más críticas con la teoría queer de Butler, quien, con su propuesta de un feminismo del 99 % interseccional, abogue por alianzas del feminismo con movimientos ecologistas, antirracistas, LGTBI…, intentado un modelo de justicia que integre las políticas de representación y distribución de identidad.

Matiza acertadamente Balaguer la diferencia entre considerar a las mujeres, dentro de las políticas de distribución, como grupo vulnerable o, desde el principio de igualdad, como mitad del género humano. Y aunque la autora lo haga, en este caso, de pasada, quiero remarcarlo, pues no es este un detalle menor, ya que tiene importantes consecuencias gnoseológicas —y presupuestarias—: no es lo mismo decir que las mujeres somos diversas que decir que somos una más de las diversidades.

Establecido ya el marco teórico de las controversias entre la teoría feminista y la queer, Balaguer nos suministra una valiosa información de la aplicación jurídica de los supuestos teóricos que emanan del queerismo: los principios de Yogyakarta en cuanto a la acuñación del término «identidad de género» como pretendida vivencia interna, y las diversas legislaciones que se encaminan a la aceptación de la autodeterminación del sexo, desde las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la legislación internacional al respecto, hasta las diversas leyes aprobadas en las comunidades autónomas españolas. En referencia al caso español, un escollo importante es que el término «género» no aparece en nuestra Constitución. Un recorrido minucioso, que recoge información dispersa y que hasta este momento era difícil encontrar no solamente unida, sino estudiada con rigor, y que Balaguer enjuicia desde el criterio rector de la «seguridad jurídica», tanto de los derechos que se pretende preservar como de aquellos que no se pueden contravenir. Consolidar este criterio de seguridad jurídica en una delimitación clara de aquello a lo que nos estamos refiriendo es otro de sus logros.

Recapitulando, pues, me he referido a El feminismo del siglo XXI. Del #MeToo al movimiento queer como un texto importante, oportuno e imprescindible, y me reitero en ello. Todos aquellos que deseen compartir una reflexión ecuánime e informada sobre qué ocurre en el feminismo reciente con respecto a los debates en torno al sexo/género y sus implicaciones sociales encontrarán en él cumplidas sus expectativas. Pero, además, el esfuerzo de síntesis que realiza María Luisa Balaguer desde el derecho, y a partir de la sociología, la filosofía, el pensamiento político, la historia del feminismo, el movimiento queer… tiene como objetivo el construir un feminismo jurídico que siga avanzando en la igualdad entre hombres y mujeres, desde las exigencias paritarias de la sociedad y contra toda discriminación. Este libro es un ejemplo de sabiduría y de mesura, sin duda obras como esta son el camino para acercarnos a ello.

Rosa María Rodríguez Magda

Valencia, 30 de marzo de 2021

DATOS TÉCNICOS

Autora:

MARÍA LUISA BALAGUER

Título: El feminismo del siglo XXI

Editorial: Huso, Madrid 2021

Encuadernación: Rústica con solapas

Nº de páginas: 316

ISBN: 978-84-123638-4-5

Depósito legal: M-18989-2021

María Luisa Balaguer Callejón nació en Almería. Se licenció en Derecho en 1976 en la Universidad de Granada, donde también se doctoró cum laude en 1983. Ejerció la abogacía desde 1977 a 2005. El 8 de marzo de 1999 obtuvo la Cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad de Málaga, y ha compatibilizado su labor docente con la práctica del ejercicio profesional. En el año 2005 fue nombrada consejera del Consejo Consultivo de Andalucía, cargo en el que cesó en marzo de 2017, al ser nombrada magistrada del Tribunal Constitucional del Gobierno de España. Ha participado en congresos nacionales y organizó el Congreso Internacional de Derecho Constitucional en Málaga en el año 2004.

Su trabajo de investigación universitaria ha estado centrado en la teoría de la interpretación de las normas jurídicas y los derechos fundamentales, sobre todo en el derecho a la igualdad. Ha publicado, entre otras obras, La interpretación de la Constitución por la jurisdicción ordinaria (1990), El derecho fundamental al honor (1992), Interpretación de la Constitución en el ordenamiento jurídico (1997), Mujer y Constitución (2005), Igualdad y Constitución española (2010); Lecciones de Derecho Constitucional (2017), Los hij@s del mercado. La maternidad subrogada en el Estado Social (2017), y, en 2019, Que nadie muera sin amar el mar, un ensayo biográfico sobre vida y obra de Iris Zavala, publicado por Huso editorial.


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