Carlos Arenas y Javier Aristu •  Memoria Histórica •  21/07/2017

La izquierda y la basílica Macarena

En Sevilla, por parte de algunas organizaciones republicanas, se pide a la Iglesia Católica que saque el cadáver de Queipo de Llano de la basílica de la Macarena donde está enterrado desde 1951. Nosotros, por el contrario, pensamos que la petición es incomprensible, además de extraña a una cultura de organizaciones que se reclaman progresistas o de izquierda. Posiblemente, el desmedido afán de conectar con ciertos sentimientos populares provoca escenas insólitas como las que aquí analizamos.

La izquierda y la basílica Macarena
  1. Un lugar de memoria. En las primeras décadas del siglo XX, casa Cornelio, bar, colmado propiedad de la familia Mazón, era el lugar de encuentro de los obreros sindicados de Sevilla; primero de los anarco-sindicalistas y después de los comunistas cuando los Pepe Díaz, Manuel Roldán, Saturnino Barneto y tantos otros dirigentes obreros cambiaron la acracia por la disciplina del Partido Comunista de España, del que llegaron a ser sus principales líderes nacionales. Que aquel sitio tuvo una gran importancia logística y simbólica para la izquierda obrera sevillana lo demuestra que en julio de 1931, con motivo de una declaración más del estado de guerra en la capital, el capitán general Ruiz Trillo lo mandó cañonear desde la explanada  que antecede al hospital de las Cinco Llagas.

El edificio quedó en ruinas y sobre esas ruinas incautadas por Queipo a sus legítimos dueños se levantó en 1949 la Basílica de la Macarena. No fue aquella una elección casual sino una demostración más de quién y sobre quiénes se había ganado la guerra civil. El lugar de encuentro de la Sevilla transversal quedó instituido como sede de una cofradía de nazarenos, la institución que mejor define a la Sevilla jerárquica y gregaria.

Según explica la página web de la propia hermandad macarena, el templo “fue bendecido por el Cardenal Arzobispo de Sevilla don Pedro Segura y Sáenz (…) destinado a albergar a las Imágenes Titulares de la Hermandad de la Macarena, que hasta entonces se veneraban en su capilla de la Parroquia de San Gil, incendiada en 1936.”  El propio general fue decisivo en esa operación. Gracias a él, recuerdan los hermanos macarenos, se pudo construir ese templo. Tiene toda la lógica, como acaba de confirmar su Hermano Mayor, Manuel García, exconcejal por el PP, que en ella esté enterrado el general desde su muerte en 1951.

La basílica de Queipo de Llano, como el Valle de los Caídos, fue uno más de los muchos edificios construidos a mayor gloria de los golpistas que provocaron una guerra civil. Sorprende por tanto que una parte de la izquierda de hoy quiera lavar la imagen de esa basílica solo por el hecho de que allí se venera la imagen de una virgen muy “popular”. Sacar el cadáver del genocida Queipo de la basílica que debería llevar su nombre no basta para limpiar la negra imagen de ese edificio. No sorprendería en cambio que esa izquierda reclamara la ilegitimidad de ese y de otros miles de robos (incautaciones) ordenadas por Queipo y la devolución de la propiedad a sus legítimos dueños. En suma, la mal llamada basílica de la Macarena no debe ser considerada un lugar emblemático de todos los sevillanos, solo de quienes pretenden perpetuar los rasgos históricos y simbólicos que tienen ese edificio y esa tumba.

  1. “Fuera el Genocida Queipo de Llano de la Macarena“. Esta era la llamada a la convocatoria de esa vigilia que hicieron los que organizaban el acto el pasado 17 de julio. Nada que objetar a dos de sus términos: Fuera, genocida. Eso fue el general Queipo, un genocida que debería estar en el libro de las Infamias. Y por eso debería estar fuera…pero de Sevilla, del presente y del futuro de la ciudad. Reclamar la salida del templo que él ayudó a construir, de un templo religioso que lo ha protegido durante esas últimas décadas (aun cuando hayan modificado las leyendas y emblemas fascistas de sus tumbas) es facilitar una salida honrosa a aquellos que en 1936 y posteriormente protegieron con un manto religioso y un evangelio bélico las salvajadas de aquel general felón. ¿O es que vamos ya a borrar de nuestra memoria aquellas fotos de Queipo a las puertas de la iglesia, acompañado de cardenales y obispos? ¿No son esas fotos de los mismos años en que Queipo mandaba fusilar a obreros y obreras de la Macarena por el hecho de ser “rojos”? Pues eso, lo que es de la Iglesia y de la Cofradía sea dado a la Iglesia y a la Cofradía. Queipo no debería salir de ese templo. Ahora está en un lugar privado al que acuden en peregrinación los devotos de la virgen y del alzamiento. Mejor ahí que en un lugar público donde pueda ser visto a su pesar por la gente decente. Mejor que soportar un traslado solemne de los restos del general por las calles de Sevilla y la erección de un mausoleo en el camposanto de San Fernando, junto a sus víctimas. Que sea la Iglesia quien cargue con ese muerto y que la izquierda se dedique a los vivos.
  1. La izquierda sevillana ha tenido y tiene un problema con la Iglesia y con las cofradías. Desde la consolidación de la democracia ha faltado a una parte de la izquierda un análisis de lo que representaron y representan la iglesia y las cofradías para la sociabilidad sevillana. Frente al laicismo, un cierto espíritu iconoclasta y el despertar de la conciencia cívica de los años de lucha contra Franco, se impuso y sigue impuesta una deliberada voluntad por canalizar la sociedad sevillana hacia modelos de convivencia clientelares y gregarios a mayor gloria del poder político y en detrimento de la participación de los ciudadanos en la solución de sus problemas. La última manifestación de ese arrobo por los símbolos frailunos y cofrades la hemos tenido con una denominada “vigilia nocturna” ante el palacio Arzobispal que, a modo de aquellas “vigilias pascuales” o “adoraciones nocturnas” por la “conversión de Rusia”, intenta reclamar la intervención del representante del Estado Vaticano en Sevilla para desalojar de la basílica macarena el cadáver de aquel venal y sanguinario general.
  1. Guerra de símbolos. Como también ocurre con los nacionalistas, asumir los ritos y comportamientos de la práctica religiosa puede llevar a la izquierda a unos valores que le son absolutamente ajenos. Reclamar que Queipo de Llano salga de la basílica de la Macarena no debería ser una tarea prioritaria para la gente de izquierda. Cuando la izquierda se refugia en una batalla de símbolos es que ha perdido la de las ideas. Notamos que existe un profundo vacío de ideas y de propuestas ante asuntos que son de urgente interés para todo sevillano, que tienen que ver con su vida diaria, con sus necesidades económicas, sociales y culturales, y no con respuestas simbólicas que compran las formas de la tradición religiosa: ayer fue una procesión del coño insumiso o una romería laica al Rocío; hoy es una “vigilia laica” para reclamar la salida de un cadáver. ¿Será mañana un Concilio para la convergencia de la izquierda?
  1. ¿Hay acaso una izquierda macarena? Tan arraigadas están las aficiones cofrades en Sevilla que comprenderemos las reacciones contrarias a las razones que aquí se han expuesto por parte de nazarenos que se tienen por gente de izquierdas. No gasten los “hermanos” ofendidos su tiempo en réplicas. Si no quieren convivir con la contradicción de predicar la justicia, el perdón y la paz y, a su vez, dar cristiana sepultura al criminal de guerra solo les queda una alternativa: al igual que están haciendo los familiares de las víctimas de Franco en el  Valle de los Caídos,  consideren a la Macarena un rehén, una víctima más del general, sáquenla de la basílica, trasládenla donde siempre estuvo, en San Gil, adórnenla con un fajín con los colores de la República y dejen la basílica y a sus insignes cadáveres para  veneración de los nostálgicos del 18 de julio.

 

Fuente: https://encampoabierto.com/2017/07/20/la-izquierda-y-la-basilica-macarena/


basílica Macarena /  Queipo de Llano /