David Ramos •  Cultura •  10/10/2023

Festival de Sitges. Zombie walk e invasión dominguera

El fin de semana ha llegado, y con él, una marea de público ansioso por sumergirse en las múltiples actividades que ofrece el festival, al margen de las proyecciones.

Festival de Sitges. Zombie walk e invasión dominguera

El contraste entre la tranquilidad de los días laborables y el bullicio del fin de semana es innegable. Los cines, que entre semana presentan alguna butaca vacía, ahora están abarrotados de aficionados al cine y curiosos de todo el mundo, ansiosos por descubrir nuevas joyas del género. Las calles de Sitges, que durante la semana parecían un remanso de paz, ahora están infestadas por la presencia constante de cinéfilos, entusiastas del festival y, por qué no decirlo, algún que otro dominguero. Es curioso como el venir cada año al festival durante una semana, nos crea la falsa sensación de que nosotros somos de aquí y los demás, extranjeros.

Como todos los años, se celebró la Zombie Walk, donde numerosos artistas del maquillaje caracterizan a todo aquel que esté dispuesto a esperar horas de cola para transformarse en muerto viviente.

En medio de esta vorágine, una noticia nos asalta: el conflicto en Medio Oriente ha vuelto a acaparar titulares. Las tensiones entre Israel y Palestina han alcanzado un punto crítico. Este acontecimiento, que trasciende las fronteras de Sitges, nos recuerda que el planeta sigue girando y nos reafirma en la convicción de que el arte es necesario para hacer de este mundo un lugar más habitable.

Con proyecciones vespertinas, la mañana se convierte en un oasis de tranquilidad, donde podemos disfrutar de paseos relajantes y momentos de convivencia tomando el tradicional vermú catalán. Es en estas pausas matutinas que encontramos el equilibrio entre el frenesí del festival y la calma necesaria para reflexionar sobre las películas que hemos visto y las que aún esperamos descubrir en esta emocionante travesía cinematográfica.

El fin de semana también es la fecha elegida por los organizadores del certamen para la proyección de las sesiones de cortometrajes, tanto de animación como de ficción. Nos decantamos por la libertad creativa de los cortos de animación. Una sesión de 8 películas en las que destaca la animación japonesa, con “Nezumikozō Jirokichi” película homenaje a Sadao Yamanaka, cineasta japonés fallecido en 1938 a la edad de 28 años, que tuvo un rol esencial en la transición del cine japonés del mudo al sonoro. Mención especial a la delicia belga “Drijf” del director Levi Stoops. Una fantasía animada donde una pareja a la deriva en la inmensidad del océano y bajo un sol inclemente se ve obligada a luchar por la supervivencia y por la salvación de su relación sentimental. Altas dosis de humor negro y absurdo y una animación con tintes naif, que la convierten en una pequeña joya.

Wake Up

El Auditori nos esperaba para una de las películas más ansiadas de los fans del festival. El colectivo canadiense Roadkill Superstars (RKSS), artífice de la maravillosa “Turbo Kid” (2015) y “Verano del 84” (2018), presentaba película en el festival y es un acontecimiento que no nos podíamos perder. En “Wake Up” un grupo de activistas medioambientales asaltan un centro comercial de noche como protesta política. Una vez dentro, un sanguinario guardia de seguridad intentará cazarlos uno a uno antes de que la noche termine. Un slasher clásico con todos los clichés del género que no viene a revolucionar el panorama, pero que ofrece justo lo que promete y responde a las expectativas de los fans. Hora y media de puro entretenimiento, que de eso se trata.

It lives inside

Todavía con la fiesta en el cuerpo nos dirigimos al Retiro a la proyección de “It lives inside” escrita y dirigida por Bishal Dutta. En la película una joven de ascendencia india, con una madre apegada a las tradiciones de su país natal, deberá a enfrentarse a una serie de fenómenos extraños que envuelven al secuestro de su mejor amiga. La película reflexiona acerca de las dificultades de adaptación de inmigrantes de segunda generación, que se sienten atrapados entre dos mundos y que luchan por sentirse aceptados. La inclusión de elementos propios de la cultura india da un toque de originalidad a una cinta que explora lugares comunes del género de posesiones y demonios.

Still from Brooklyn 45 – Photo Credit: Shudder

Debido a la empanada mental que arrastramos, decidimos llegar media hora tarde a la siguiente proyección, pero el fin de semana tiene sus cosas buenas. Debido a la dificultad de gestionar tanto público, las sesiones suelen comenzar con retraso. No entendí casi nada de “Brooklyn 45” de Ted Geoghegan. Una historia cuya premisa y puesta en escena me resultan atractivas. Un grupo de veteranos de guerra se reúnen en la casa de uno de ellos, un teniente coronel afligido por el reciente suicidio de su mujer. Allí, les espera una sesión de espiritismo improvisada, en la que los fantasmas del pasado de todos ellos harán acto de presencia. El filme intenta reflexionar acerca de cómo la guerra afecta a los soldados y sociedad en general incluso una vez finalizada. Plantea muchas preguntas sin respuesta en clave demasiado críptica para esbozar un intento de explicación de lo que plantea el director. Es decir, el director se entiende a sí mismo, pero los demás nos quedamos como estábamos. Una cuidada ambientación de época y unos efectos visuales ochenteros es lo más destacable de la película.

Fuerza Bruta

Qué locura con “The Roundup: No way Out”, del coreano Sang-yong Lee. Traducida al español como “Fuerza Bruta”, no podía estar mejor traído. Ma Dong-seok es literalmente el Bud Spencer coreano. No sabía nada acerca de la película y resulta que es la tercera parte de una trilogía acerca de este personajazo. Un policía y su equipo tratan de resolver un crimen relacionado con las drogas. Festival de mamporros que mantuvo una ovación continua durante toda la proyección. Una gozada divertidísima.

Poca presentación necesita otro de los platos fuertes del festival, la nueva película de Hayao Miyazaki y su Studio Ghibli, “El chico y la Garza”. Es increíble que a los 90 años este señor sea capaz de tremenda explosión de imaginación y creatividad. La película aúna todas las cualidades ya conocidas del realizador japonés. Mundos imaginativos, personajes grotescos y adorables, animación fluida, la presencia constante de la naturaleza como un personaje más, temas universales y una paleta de colores infinita y preciosista. La película es otro viaje sensorial como sus predecesoras, con altas dosis de emotividad. Otra obra maestra.


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