Hispan TV •  Internacional •  20/04/2020

Gestión de Trump ante la COVID-19 desafía al federalismo de EEUU

El brote del nuevo coronavirus en EE.UU. ha intensificado el conflicto entre el Gobierno federal y los estados, desafiando el federalismo que rige en el país.

Gestión de Trump ante la COVID-19 desafía al federalismo de EEUU

Desde que el brote del nuevo coronavirus (COVID-19) iniciara su movimiento infeccioso dentro de las fronteras de EE.UU., son muchos los estados que han tenido que afrontar, bajo difíciles condiciones, esta pandemia global, que se detectó por primera vez en un mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019, con pocos medios a su alcance; unos más y otros menos.

Esta coyuntura es algo inédito para la opinión publica de un país, cuyas autoridades alardean de estar portando las riendas de la primera superpotencia mundial, que ha sido testigo de cómo muchas instituciones y modelos de convivencia estadounidenses se han visto desafiados por la actual Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, según recoge el rotativo británico The Guardian en un informe recientemente publicado.

La última de estas arremetidas de Trump, conforme al reporte, ha sido directamente lanzada contra el modelo de federalismo y republicanismo que viene rigiendo en este país desde hace más de 200 años, y en el cual el poder es compartido por el Gobierno federal y los gobiernos estatales.

La respuesta dispar del mandatario estadounidense a los estados donde la plaga está haciendo verdaderos estragos entre sus poblaciones ha suscitado la perspectiva de que la crisis del coronavirus ha significado un federalismo para los estados demócratas que han sido abandonados a su suerte ante la enfermedad y una devoción servil a la autoridad federal por parte de los estados republicanos.

Esa idea es percibida por una gran parte de la población de todos aquellos estados en los que los demócratas gobiernan. Estos ciudadanos observan cómo su país está inmerso en una situación caótica como resultado de la lenta y confusa respuesta de la Casa Blanca a la rápida propagación de la cepa SARS-CoV-2 en sus regiones, solo porque se gobiernan por una política diferente al gusto del inquilino de la Casa Blanca.

Conforme a los principios del federalismo administrado en EE.UU. y recogido en su Constitución, las autoridades estatales de cada estado tienen como responsabilidad proteger y salvaguardar la vida de sus ciudadanos ante cualquier eventualidad sanitaria que surja en sus regiones, como es el caso de la cepa de la COVID-19, y el Gobierno federal es el único responsable de coordinar y liderar la respuesta nacional a esa emergencia sanitaria.

En base a este principio constitucional, el envío de recursos a diferentes estados y medidas, como la cuarentena, que son necesarios en situaciones como la actual, debe realizarse de acuerdo con un plan nacional trazado en Washington y, pues como expresó en su día el gobernador demócrata de estado de Nueva York, Andrew Cuomo, “las fronteras estatales no tienen sentido para el coronavirus”.

El periódico británico anota que la falta de un liderazgo responsable en la Casa Blanca ha hecho que el sistema federalista sea ineficaz e incapaz de dar una respuesta adecuada a esta emergencia sanitaria.

En lugar de trabajar con los estados para crear un plan nacional, el líder republicano estuvo negando en un principio el statu quo reinante en todo el país durante las primeras semanas de la propagación del mortal patógeno e incluso ha llegado a decir en una ocasión que sobre su persona no recae ninguna responsabilidad de controlar la enfermedad.

Los estados gobernados por los demócratas, como California y Nueva York, al percatarse de que el Gobierno federal no tenía previsto elaborar ningún plan de contingencia ante la rápida propagación del virus, tomaron la iniciativa y, en sintonía con las necesidades de sus localidades, declararon el estado de cuarentena para sus regiones, una medida nada apreciada por sus homólogos republicanos, liderados por el presidente estadounidense.

Muchos gobernadores republicanos respondieron negativamente a esta medida de confinamiento y, siguiendo el ejemplo del presidente, salieron a criticarla por ir en contra de los intereses económicos del país. Pese a que el Dr. Anthony Faucci, el principal experto en enfermedades infecciosas del Gobierno federal, abogaba por un bloqueo nacional, gobernadores como Ron DeSantis, de Florida, decidieron sacrificar la salud de sus electores en el altar de su deseo de complacer al presidente.

Cuando DeSantis finalmente emitió una orden de confinamiento a la población, citó explícitamente el cambio de “comportamiento” de Trump ante la grave situación que se avecinaba, al tener que declarar la emergencia nacional como la razón para implementar tal medida impopular.

Un poco más tarde, Trump decidió que ya había pasado el tiempo suficiente para la paralización del ciclo económico de EE.UU. a causa del distanciamiento social declarado por las autoridades estatales, y ordenó la reactivación de la vida económica en varias fases, ya que, en su opinión, este confinamiento está afectando negativamente a la maquinaria industrial y productiva del país: en otras palabras, las arcas del erario público podrían quedarse vacías a falta del cobro de los impuestos recaudados por las inmensas transacciones comerciales realizadas a diario por el usuario y el consumidor estadounidense.

El medio británico señala que la orden de la reactivación de la actividad económica dada por el magnate neoyorquino, a pesar de las serias advertencias de que el relajamiento del distanciamiento social podría poner en peligro la vida de millones de ciudadanos en el país, demuestra una vez más el extremismo con el cual Trump pretende exhibir su “plena autoridad” sobre los estadounidenses.

Ante tal despropósito del mangante hotelero, son muchos los que creen que detrás de tal orden se esconde su afán de recuperar su imagen del buen gobernante de cara a las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre, puesto que Trump cree que la economía es su as ganador para seguir en la Casa Blanca por un segundo mandato, por lo que no duda en aprovechar el colapso económico en EE.UU. para relanzar su carrera electoral.

La nota periodística sostiene que Trump, en aras de hacer realidad su anhelada reelección, se ha apoderado de los principios fundacionales del Partido Republicano, obligando a los gobernadores de los estados de mayoría republicana a seguir sus directrices presidenciales en vez de desarrollar sus propias políticas encaminadas al bienestar de sus poblaciones.

En contraposición, añade el texto informativo, los gobernadores demócratas de los estados del oeste y noreste de EE.UU., decidieron, previa consulta con los grupos de trabajo conformados por expertos en economía y medicina, implantar medidas de índole sanitaria y económica destinadas a toda la población; unas por estar infectados de la COVID-19 y otras por estar confinados en sus residencias.

El reporte resalta que el estilo de liderazgo de Trump depende de las reacciones de los gobernadores de ambos partidos a sus directrices presidenciales, ya que, agrega, el magnate ha dejado en claro que los favores federales se basan en la lealtad política de los gobernadores.

Tanto es así que incluso el gobernador demócrata del estado de Colorado, Jared Polis, tiene prohibido adquirir máquinas de respiración artificial en el mercado libre para proveer los centros hospitalarios de esa región, empero, por una simple “solicitud” de un senador republicano de otro estado, se suministran cientos de ventiladores a esa región bajo control de los correligionarios de Trump.

Ante esta realidad, subraya el informe que los gobernadores demócratas deben pensar por sí mismos acerca del porvenir de su estado, y los gobernadores republicanos deben apegarse a Trump, quien se considera a sí mismo más un señor feudal que un líder de una gran nación como lo es EE.UU.

La situación que se vive en estos momentos en EE.UU. a causa de la crisis del nuevo coronavirus es exactamente todo lo contrario a lo que esperaban sus fundadores. En general, estos desarrollos coyunturales sugieren que el federalismo es también una de las víctimas colaterales del descuido de esta presidencia, sin precedentes en toda la historia de esta nación, a todos los valores constitucionales sobre los que se fundó EE.UU.

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