Beatriz •  Opinión •  14/04/2021

Y en eso llegó la II República española

Este 14 de abril se conmemora el 90 aniversario de la proclamación de la II República española. Un periodo del que su Constitución nos dejó grandes enseñanzas todavía hoy vigentes y por las que luchamos desde Izquierda Unida.

Y en eso llegó la II República española

Y en eso llegó la II República española, dispuesta a emplear la cuota de poder conquistada para construir una España moderna, destruir la influencia reaccionaria de la Iglesia, erradicar el militarismo y emprender una reforma agraria con el fin de mejorar las penosas condiciones de vida de los jornaleros, a pesar del bloqueo violento y cruel que ejercieron los terratenientes, que negándoles el trabajo y dejando las tierras sin cultivar les gritaban: «¡Comed República!».

Y con ella llegó la Constitución de 1931, que en su redacción y alcance, indicaba los nuevos tiempos y las aspiraciones de una mayoría que ansiaba progreso y libertad. Su artículo 1 afirma que «España es una República democrática de trabajadores de toda clase». Junto a ello, la cuestión de la laicidad se resuelve en el artículo 3: «El Estado español no tiene religión oficial». Y la apuesta por un orden internacional pacífico se avanza en el artículo 6, cuando se afirma que «España renuncia a la guerra como instrumento de política internacional». Los padres de la Constitución del 78 no alcanzaron a insertar en su “obra” el espíritu de modernidad, ilustrado y social que caracterizaba a la anterior. ¡Ya quisiéramos hoy en día un articulado semejante en nuestra Carta Magna!

No existe controversia alguna al afirmar que la República supuso avances pioneros en la educación y en derechos sociales, que fueron los protagonistas en este período. La II República supuso el mayor intento regenerador y educador que había habido en España. La escuela fue de una concepción muy avanzada, con los maestros y maestras mejores preparadas y mejores pagadas que nunca hubo en este país. Y además con una talla intelectual de catedráticos que cuando posteriormente van al exilio riegan de ciencia toda Latinoamérica, bien lo sabía Pablo Neruda y su Winnipeg. Sin olvidar la protección de la cultura, las jornadas pedagógicas rurales, y la difusión del teatro de pueblo en pueblo gracias a nuestro querido Federico García Lorca y su compañía de actores universitarios «La Barraca».

Comienza también el debate sobre el voto para la mujer, con dos mujeres con posiciones distintas – Clara Campoamor y Victoria Kent- pero de una gran talla intelectual. Porque efectivamente, en lo intelectual, la República estuvo por encima de la media.

La República protegerá al campesinado legislando sobre el patrimonio familiar inembargable y exento de toda clase de impuestos, el crédito agrícola, la indemnización por pérdidas de cosechas, las cooperativas de producción y consumo, las cajas de previsión, las escuelas prácticas de agricultura y granjas de experimentación agropecuarias, las obras para riego y vías rurales de comunicación, con el propósito de modernizar la agricultura mirándose en el espejo de al-Ándalus.

Abordó el problema de la concentración de la propiedad de la tierra y los latifundios, persiguiendo a través de la legislación la redistribución de las tierras y el asentamiento en ellas de los campesinos. Se crearon las llamadas Comunidades Campesinas. Las tierras del señorío y todas las pertenecientes a la grandeza de España eran expropiadas sin indemnización, garantizándose pensiones alimenticias cuando las personas expropiadas acreditasen su necesidad. Se exigió el desarme de los caciques y se subieron los salarios de los jornaleros y jornaleras, impidiéndose además que los propietarios trajeran mano de obra barata de fuera para boicotear la labor de los sindicatos.

El campesinado fue empoderado por la República, de ahí la brutal y sanguinaria represión ejercida por los terratenientes, los Tercios de la Muerte, al inicio del golpe de Estado en las zonas rurales, especialmente en Andalucía y Extremadura.

Y así fue como el 18 de julio de 1936, la República Española sufrió un golpe de estado, madurado y planificado por los conspiradores derechistas, civiles y militares que, ayudados y financiados por gánsteres internacionales como Hitler y Mussolini, agredieron a un Estado democrático con un gobierno legítimo y soberano. Y todo ello ante los ojos de la comunidad internacional, especialmente ante los ojos de Europa, que mirando hacia otro lado, permitió y toleró el crecimiento del monstruo que años más tarde arrasaría el mundo. La República Española fue la primera en luchar encarnizadamente contra el fascismo, en su propia piel y ante la mirada ausente de sus vecinos.

Se impuso en España la represión salvaje, exterminadora, la aniquilación programática y sistemática, las violaciones, las ejecuciones extrajudiciales, así como el saqueo y la confiscación masiva de las propiedades de los republicanos y republicanas.

Siempre sobre la base del terror, las listas facilitadas por el clero y los terratenientes, y los fusilamientos en caminos y olivares. Para vergüenza de un país que hoy en día tiene pendiente la reparación de tanto daño, manteniendo miles de fosas comunes, a pesar del importante trabajo realizado por las asociaciones de memoria histórica.

El Crimen fue en Granada, el Exilio en Colliure, la Cárcel en Alicante, las bombas sobre Guernica, Málaga, Almería… ¡Venceréis, pero no convenceréis!

Y de la República, ¿qué? Como nos recuerda Ángel Viñas, a ella y a los republicanos y republicanas les quedó el honor de haber luchado contra Franco y el Eje, con las armas en la mano. De cara a la pugna ulterior contra el nazismo y el fascismo nadie se les adelantó. Fue su desgracia. También su dignidad.

*Por Beatriz, militante de IU Toulouse.


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