Federico Rubio Herrero •  Memoria Histórica •  16/04/2024

El bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937)

La destrucción de Guernica, crimen contra la humanidad reconocido y confesado por el jefe de la Legión Cóndor, Goering, «como banco de pruebas», causó honda emoción en la opinión mundial.

El bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937)

El País Vasco tenía particulares dificultades para defenderse. La más importante era su aislamiento de la zona central, pero a ella se unían otras o tal vez se derivaban de dicha situación. Teóricamente, el ejército del Norte estaba mandado desde enero por el General Llano de la Encomienda, enviado por el ministro de la Guerra, pero en la práctica estaban las fuerzas vascas, dependientes del Consejo de Defensa del Gobierno Vasco, las de Santander y las de Asturias, cada una por su lado. Por aquella época no se había realizado aún la transformación de las Milicias Vascas en ejército regular. Recíprocas incomprensiones entre organismos del Gobierno Central y del Gobierno Vasco aumentaban también las dificultades. Las fuerzas aéreas de la República eran allí infinitamente inferiores a las de los atacantes y escasos los aeródromos. Para colmo, las dificultades alimenticias se agravaron seriamente en el mes de abril.

El Gobierno Vasco llamó a todos los hombres aptos para movilizarlos en tareas de defensa y se negó a las proposiciones de paz separada que se le hicieron. La primera fue la del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pacelli, en telegrama dirigido al Presidente Aguirre para aconsejarle, en nombre del Papa, que cesara la resistencia y ofreciéndole que Franco se conduciría con humanidad y respetaría las industrias bilbainas. Este telegrama fue dirigido por error a Valencia y comunicado no a Aguirre sino a Largo Caballero.

Durante las primeras semanas de abril, las fuerzas de Mola tropezaron con la resistencia de los vascos. Entonces entraron en línea las brigadas navarras y la brigada italiana de «flechas negras». En mayo se les agregó la división italiana «23 de marzo». Estas fuerzas disponían de 140 aviones alemanes.

Para seguir avanzando, los asaltantes no encontraron otro procedimiento que pulverizar literalmente los núcleos de población. Se produjo entonces, el 26 de abril de 1937, un hecho que estremeció al mundo: La destrucción de Guernica por los aviones de la Legión Cóndor, Guernica, la ciudad sagrada de los vascos, símbolo de sus libertades, estaba llena aquel lunes de campesinos de los alrededores y contemplaron con terror, como algo después de las cuatro de la tarde, verdaderas nubes de aviones lanzaban repetidas veces sus explosivos sobre la ciudad y ametrallaban metódicamente, volviendo una y otra vez, a hombres, mujeres y niños horrorizados y sin refugio posible.

El padre Alberto Onaindia ha relatado así los hechos: «Llegué a Guernica el día 26, a las cuatro cuarenta de la tarde. Apenas había bajado del coche cuando comenzó el bombardeo. La gente estaba aterrorizada. Los campesinos huyeron, abandonando sus animales en el mercado. El bombardeo duró hasta las siete cuarenta y cinco. Durante ese tiempo no pasaban cinco minutos sin que el espacio se viera ennegrecido por los aviones alemanes. El método de ataque fue siempre el mismo. Primeramente, hacían fuego de ametralladora, después lanzaban las bombas explosivas, y, finalmente las incendiarias. Los aviones volaban muy bajo, arrasando los caminos y los bosques con fuego de ametralladora, y en las cunetas de las carreteras se amontonaban juntos, tirados al suelo, hombres, mujeres y niños… se oían gritos de dolor por todas partes y las gentes, llenas de terror, se arrodillaban, levantando sus manos al cielo, como si implorasen a la Divina Providencia».

La destrucción de Guernica, crimen contra la humanidad reconocido y confesado por el jefe de la Legión Cóndor, Goering, «como banco de pruebas», causó honda emoción en la opinión mundial. Noel Monks, enviado de «París Soir» y del «Daily Express» comunicaba: «He visto muchas escenas de espanto en España desde hace seis meses, pero no he visto nada más terrible que la destrucción de Guernica, la antigua capital de los vascos, aniquilada por los bombardeos extranjeros al servicio del General Franco». Steer, corresponsal del «Times», confirmaba la misma impresión de horror. Por su parte, el corresponsal de «El Messagero» en la zona de Franco cometió la indiscreción de anunciar el bombardeo de Guernica.

Mientras el Presidente Aguirre denunciaba los hechos a los cuatro vientos, la Radio Nacional de Salamanca repetía una y otra vez: «Aguirre miente, nosotros no hemos incenciado Guernica. La España de Franco no incendia». Gay, que había sustituído a Millán Astray en los servicios de Prensa y Propaganda, declaró en Salamanca que han sido «los rojos» los que han destruido Guernica.

Emmanuel Mounier escribía en París: Guernica ha sido arrasada sin razones de guerra, con el más extremo salvajismo. Hombres, jóvenes, niños, sacerdotes, una masa católica ha sido ametrallada por aviones católicos al servicio del catolicismo».

Fuentes: Prensa diversa.

Federico Rubio Herrero (Cronología mundial durante seis meses vitales, enero-junio de 1937).


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