Javier Martínez Porro •  Opinión •  25/06/2022

Un Congreso (Parteitag) en estado de emergencia

  • Die LINKE. decide en su congreso de Erfurt este fin de semana las líneas programáticas y los liderazgos para los próximos años, tras las sucesivas catástrofes electorales.
Un Congreso (Parteitag) en estado de emergencia

En septiembre del año pasado, se celebraban las elecciones al Bundestag y Die LINKE. («La Izquierda» en Alemania) cosechaba un 4,9%, que no llegaba al umbral del 5% para entrar en el Parlamento. Sin embargo, el intrincado sistema de voto alemán, que combina proporcionalidad con voto directo a candidaturas de distrito, otorgaba al partido tres escaños por voto directo, que automáticamente eliminaban dicha barrera del 5% y concedía los 39 escaños proporcionales al 4,9% de voto total. A los habituales escaños directos de los históricos Gregor Gysi (por Berlín Treptow – Köpenick) y Gesine Lötzsch (Berlín Lichtenberg), se sumaba la revalidación de un escaño no tan histórico, el de Sören Pellmann (Leipzig II), que lo convertía en «el salvador de Die LINKE.». Desde septiembre y hasta ahora, Die LINKE. ha cosechado severas derrotas en elecciones regionales, como las de Renania del Norte – Westfalia, el Land más poblado de Alemania, donde el partido es extraparlamentario.

Entretanto, la dupla al frente del partido (que tiene co-coordinación), Janine Wissler y Susanne Hennig-Wellsow, se desmoronaba el 20 de abril de este año tras la dimisión de la segunda, a raíz, según sus declaraciones, del #LinkeMeToo, un escándalo de abusos a mujeres dentro de la organización, en el que se ha visto envuelta la expareja de Wissler. Hasta hoy no se ha podido demostrar que ella tuviera conocimiento alguno de la situación, aunque los medios la hayan puesto en la picota. Pese a ello, ha sido un gran toque de atención a un partido que se ha visto carente de estructuras para la protección de las mujeres que sufren abuso o internamente, algo a lo que Wissler y el resto de las direcciones federales, regionales y municipales han respondido con rapidez, para construir dichas estructuras. En todo caso, la dimisión de Hennig-Wellsow ahondaba la crisis de Die LINKE. y además lo más probable es que esta estuviera fundamentada en motivaciones políticas. Mientras Wissler representa un ala más a la izquierda del partido, que quiere poner a las bases en movimiento y tiene posturas críticas sobre los gobiernos de coalición, Hennig-Wellsow representa la institucionalidad, el pactismo y un perfil más centrista.

Esas posiciones, entre otras, son también las que se van a enfrentar este fin de semana en el Congreso de Erfurt (Erfurter Parteitag). A liderar el partido se presenta de nuevo Wissler, con gran apoyo de las bases y, frente a ella, Heidi Reichinnek, diputada en el Bundestag procedente de Baja Sajonia. Sus opciones son realmente escasas, aunque cuenta con más apoyo entre las juventudes Linksjugend [ˈsolid], de las que fue portavoz y tesorera en el pasado.

Más abierto es el escenario entre los candidatos masculinos: Martin Schirdewan, el co-portavoz del grupo parlamentario en el Parlamento Europeo, ha tratado de vincular su candidatura a la de Wissler, con un perfil teóricamente más a la izquierda, pero no termina de generar un gran entusiasmo entre las bases por su falta de carisma ni está claro que realmente su perfil esté a la izquierda en el partido; frente a él, Sören Pellmann, que tiene a su favor ser «el salvador de Die LINKE.» y su capacidad de llegar a diferentes sensibilidades. En su contra están las simpatías que genera en el entorno del ala representada por Sahra Wagenknecht, la conocida diputada caracterizada por criticar a su partido desde posiciones conservadoras de izquierda (por ejemplo, defendiendo una migración controlada y limitada).

En lo programático, Die LINKE. llega con la tarea de reenganchar con gran parte de la población que les ha dado la espalda en los últimos tiempos, a pesar de que un estudio de la Rosa Luxemburg Stifftung ha demostrado que el partido tiene las simpatías de casi un 20% de la población, tras un amplio muestreo encargado al Instituto de Opinión Kantar. Ese mismo análisis, demuestra que la mayor sangría (pero también las mayores simpatías) se encuentra en la pérdida de votos hacia Bündnis 90 / Die Grünen («Alianza 90 / Los Verdes»). Y es que el cambio climático se sitúa ya como el segundo tema más importante para potenciales votantes de Die LINKE. tras la desigualdad social, por delante incluso de la sanidad o las políticas de vivienda. Sin embargo, a día de hoy, se sigue identificando a Bündnis 90 / Die Grünen como un partido de izquierda verde, aunque sus políticas son de Greenwashing del capitalismo (es decir, una defensa de un «capitalismo verde»).

En este sentido, Die LINKE. tiene mucho margen para amplificar un discurso anticapitalista desde una perspectiva ecosocialista, pero choca con parte de los viejos cargos, que consideran que el clima es algo secundario y que el partido no debe ser «más verde que Los Verdes». No obstante, esta última posición es cada vez más minoritaria y la introducción de una perspectiva ecosocial no desvía a la organización de luchar contra la desigualdad social o el militarismo alemán, dos de las banderas clásicas de la izquierda alemana. Además, engancha con posibles nuevas generaciones de militantes y de votantes.

Igualmente, adoptar una postura de política migratoria abierta, que sea clara, es una necesidad urgente, así como conectar con las comunidades ya establecidas en Alemania y que reclaman más derechos (como el derecho al sufragio, independiente de la nacionalidad) y acabar con la discriminación y la criminalización (traducida, por ejemplo, en redadas y controles supuestamente «aleatorios»). En un país en el que un 26% tiene Migrationshintergrund (historia migratoria) con o sin nacionalidad alemana, tener posiciones dudosas en este tema, como las que ha expresado más de una vez el ala más conservadora de la organización, es pegarse un tiro en el pie de un partido que defiende la solidaridad internacional y que tiene que empezar por defenderla sin tapujos en su propia casa.

Finalmente, ampliar y activar a la base militante es una de las tareas fundamentales que tiene que abordar el Congreso de Erfurt. Tras la debacle electoral de septiembre de 2021, mucha gente decidió dar el paso de afiliarse y romper la tendencia a la baja de los números de afiliación. Concretamente, a finales de 2021 el partido contaba con 60.681 afiliados y afiliadas, 331 más que a finales de 2020 y, en cualquier caso, el primer crecimiento desde 2017. Las federaciones de los antiguos estados del Este, en este sentido, llevan sufriendo un envejecimiento considerable de su militancia y, en consecuencia, descensos de afiliación por defunciones, mientras en los estados del oeste Die LINKE., por lo general, mejora sus números y, especialmente, en aquellos lugares en los que las asambleas están más activas y más presentes en la sociedad, como puede ser en Berlín en los distritos de Neukölln (tradicionalmente progresista) y Steglitz-Zehlendorf (tradicionalmente conservador).

En cualquier caso, la mayor tarea del partido es la de cerrar heridas y recoser la organización en torno a un proyecto, al que nadie le niega una necesaria renovación. Es necesario expresar las diferencias entre las corrientes en los debates internos, y no airearlos en programas de televisión o periódicos que están encantados de proyectar esas discrepancias. Es necesario aunar el discurso del partido y del grupo parlamentario, donde algunas viejas glorias atornilladas al escaño desde hace más de una década deciden actuar por libre, generando confusión sobre las posiciones de la organización. Es necesario activar a la militancia y poner al partido en movimiento, así como renovar algunas estructuras internas intermedias, que se han burocratizado adormiladas en la institución. Finalmente, es necesario mejorar la comunicación con la sociedad, tanto desde el punto de vista mediático, como a pie de calle. Este Congreso es fundamental para conseguir poner los cimientos sobre los que se alcancen esos objetivos y, quizás, una de las últimas oportunidades que nos queda a la izquierda en Alemania.

 

Jaime Martínez Porro es miembro de la dirección de Die LINKE. Steglitz-Zehlendorf y militante de IU Exterior.


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