Redacción •  Actualidad •  29/06/2018

La Asociación «Sevilla Bebés Robados» viaja a Madrid para apoyar a Inés Madrigal en el juicio contra el doctor Eduardo Vela

Más de cuarenta personas de la Asociación Sevilla Bebés Robados han asistido a la concentración por el primer juicio de los casos de Bebés Robados en España.

La Asociación «Sevilla Bebés Robados» viaja a Madrid para apoyar a Inés Madrigal en el juicio contra el doctor Eduardo Vela
Inés Madrigal, interpuso una denuncia por su robo ocurrido en 1969 en la clínica San Ramón de la capital tras confesarle la que creía su madre que el doctor Vela le propuso fingir su embarazo con cojines, se emocionaba al recibir los jaleos de ánimo que familiares y víctimas le lanzaron a su llegada a la Audiencia. Porque este juicio, es el juicio de Madrigal contra el doctor Vela pero también es el juicio «de todos».
 
Para nosotros estar aquí es muy importante porque al ser el primer juicio que se celebra en España, va a haber un antes y un después en el colectivo de bebes robados y esperamos que con el se cree jurisprudencia .
 
La Asociación Sevilla Bebés Robados tiene constancia de casi 300 casos en la provincia, aunque calcula que podría haber más de 1.000 entre padres que buscan a sus hijos o niños adoptados, hoy ya adultos, que buscan a su familia biológica, como es el caso de Alfonso Cárdenas, secretario y coordinador de esta asociación, que descubrió que era adoptado cuando pidió un certificado de nacimiento para su boda aunque esperó a que falleciera su padre adoptivo para indagar sobre su pasado. Cárdenas desconoce con exactitud el año de su nacimiento: 1965 ó 1966.
 
Estas supuestas sustracciones no sólo ocurrieron durante la dictadura, sino que se prolongaron durante la democracia y hasta prácticamente el cambio de siglo. «Los primeros casos son de 1953 y 1954 y los últimos que nos han llegado son de 1995 y 1996. Lo peor se vivió en la década de los 70», explica Carmen Lorente, presidenta de la Asociación Sevilla Bebés Robados.
 
Según las investigaciones de Alfonso Cárdenas y las denuncias presentadas por los socios de la asociación (muchas de ellas archivadas), la mayoría de estos alumbramientos se produjeron en el Hospital de las Cinco Llagas y el antiguo hospital García Morato, hoy Virgen del Rocío. En muchos casos coinciden el personal médico y la salas en las que las mujeres dieron a luz, «la sala del Rosario y Santa Teresa». También hay similitudes en el día del parto, sábado o domingo; y en otros no consta en ningún documento oficial el ingreso de la madre en el hospital.
 
 
El perfil de las víctimas es variado. Mujeres solteras o matrimonios de todas las edades, algunos primerizos y otros con dos, tres o cuatro hijos más. Hay casos en los que incluso eran partos múltiples. Procedían de Sevilla capital, Utrera, Alcalá del Río, El Viso del Alcor, Guillena, Las Pajanosas o Marinaleda, entre otros municipios.
 
La causa de la muerte también era variada y en algunos casos hasta disparatada. Desde un derrame cerebral hasta una rotura de médula, otitis, diarrea o faringitis. «Era otra época, muchas familias no tenían formación, eran analfabetas, no sabían moverse y se creían lo que les decía un médico», comenta una de las afectadas de la asociación sevillana.
 
«Las familias adoptivas tenían un alto poder adquisitivo. Pagaban por el niño desde 300.000 pesetas hasta un millón, mucho dinero para aquella época», explica Alfonso Cárdenas, secretario de la Asociación Sevilla Bebés Robados. «Eran bebés a la carta y si querías gemelos tenías que pagar más. En otros casos, iban todos los meses a cobrarles a los padres adoptivos. Era un gran negocio», continúa el hombre. «Algunas de las parejas que adoptaron han reconocido con el tiempo que simularon un embarazo con un cojín al entrar en el hospital y salieron de él con un bebé en brazos».
 
A Carmen Lorente, a la que tuvieron tres días en una sala de García Morato sin comer y sin poder ver a ningún familiar, le dijeron poco antes de nacer su primer hijo que el bebé estaba muerto. Sin embargo, tras el parto, aunque ella estaba adormilada, asegura que escuchó un bebé llorar. «Estaba como atontada, no podía abrir los ojos, pero cuando escuché el llanto pregunté qué había tenido. Una mujer me dijo: ¿Tú no te has enterado de que tu hijo está muerto? No has tenido nada. Luego me dijeron que había fallecido por asfixia, que se había tragado el meconio», relata la mujer, que aún no sabe con certeza si dio a luz a un niño o a una niña, ya que en sus papeles no lo indica con claridad.
 
La familia de Carmen Lorente sí logró que le dieran un ataúd con el bebé y lo enterraron en el cementerio de San Fernando mientras ella aún seguía ingresada en el hospital. A los diez años, en 1989, cuando sacaron los restos para meterlo en un osario descubrieron que la caja estaba vacía. «El ataúd era blanco como la nata y dentro sólo había una gasa y un trozo de algodón. El empleado que hizo la exhumación me dijo que posiblemente los huesos, al ser tan pequeños, se habían evaporado, y tiró la caja. Yo me lo creí, era muy inocente, y me fui a casa», se lamenta la mujer entre lágrimas.
 
Años después vio en la televisión una noticia relacionada con bebés robados y empezó a investigar y a recopilar documentos. «Mi familia no me hacía caso, decía que me estaba obsesionando y la Policía me trató muy mal. Cada vez que iba a la comisaría salía llorando, parecía que el delito lo había cometido yo». Lorente ha presentado tres denuncias desde 2009 y dos de ellas han sido archivadas. «Tengo dos hijos y tres nietos, una familia preciosa, pero me falta una pieza para completar el puzle de mi vida. Necesito encontrarlo y nadie te ayuda. Necesito cerrar heridas».
 
Humildad Calvente también era primeriza cuando el 3 de mayo de 1977 dio a luz a una niña. «Ingresé tras romper aguas y me tuvieron tres días sin ver a nadie en una sala vacía, tumbada en una mesa. Perdí la noción del tiempo», explica. A Humildad le hicieron una cesárea y en ningún momento informaron a su marido, Emilio Oviedo. «Cuando me desperté, no sabía qué había pasado y nadie me decía qué había tenido por más que yo preguntara». Más tarde, le aseguraron que su hija había muerto, que tenía el cuello roto, daños en los riñones y en la médula. «Nos dijeron que el daño era tremendo. Ahora sé que un niño en una cesárea no sufre esos daños, pero entonces no», admite. «No nos dejaron verla. Mi hermana insistió y le enseñaron un bulto envuelto en gasas pero no le mostraron la cara. Luego, nos hicieron firmar unos papeles. Firmamos sin saber el qué, estábamos conmocionados», relata emocionada 40 años después. «Tampoco nos dejaron enterrarla y la metieron en una fosa común».
 
 
El hijo de Irene Ronda González nació con 2,9 kilogramos y lo metieron en una incubadora durante ocho días. Ella tenía otros tres hijos y la más pequeña estaba enferma. «Me dieron el alta y pregunté si podía irme a cuidar a mi hija de dos años y volver por la tarde, ya que allí no podía hacer nada, y me indicaron que sí. Al día siguiente, mi hijo no estaba. Había muerto. No había nada, se habían deshecho del cuerpo sin decirme nada», cuenta. «Yo me lo creí, volví a mi casa y guardé toda la ropita y la cuna». Años después, la mujer empezó a investigar y en los certificados encontró varias irregularidades, como sus apellidos, apareciendo como Gómez, no González, y que su hijo recibió la llamada agua de socorro (bautismo de emergencia) el mismo día de su nacimiento. El niño tenía ocho días de vida pero lo enterraron en una fosa común, lo que dificulta la exhumación.
 
«Esto es un crimen de estado», manifiesta Alfonso Cárdenas secretario y coordinador, de la Asociación Sevilla Bebés Robados, que cada primer domingo de mes se concentra en la plaza San Francisco pidiendo Justicia y más recursos que permitan agilizar las investigaciones.
 
“Siempre nos hemos caracterizado por nuestra valentía, sentido de la justicia y espíritu luchador. No nos vamos a quedar de brazos cruzados consintiendo que nos impidan encontrar a nuestros familiares”, afirma la Asociación de Sevilla Bebés Robados.
 
“Los niños desaparecidos tienen derecho a conocer su verdadera identidad como parte de su derecho fundamental para el desarrollo de su personalidad y la libertad personal, y -por supuesto- tienen también derecho a conocer a su familia biológica de la que fueron secuestrados por motivos políticos o de trata de personas”.  También invoca el derecho de los familiares a saber del paradero y destino de sus desaparecidos, “estén vivos o muertos”. Solicita la Asociación así el cese del “sufrimiento humano” que están padeciendo las familias, para poder ejercer, explica, “con una mínima normalidad la vida familiar”.
 
La Asociación Bebés Robados de Sevilla recuerda que son muchas las madres afectadas por esta situación, madres que viven “afligidas por el dolor de la desaparición de sus hijos, y muchos los familiares que buscan desesperadamente sin apenas ayuda ni resultados, al igual que los hijos/as adoptados/as que buscan a sus familias biológicas”.
 
“Estamos hartos de encontrarnos con toda clases de trabas a la hora de intentar buscar nuestros orígenes y hartos de la falta de cooperación por parte de la Justicia. Exigimos a las autoridades competentes verdad, justicia y reparación moral.

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