Federico Rubio Herrero •  Memoria Histórica •  14/02/2020

La dramática muerte de Aldo Moro (crónica periodística del 9 de mayo de 1978), y nacimiento de las Brigadas Rojas

Aldo Moro, una de las figuras más importantes de la política italiana y europea del siglo XX y que fue primer ministro en cinco ocasiones (1963-1964, 1964-1966, 1966-1968, 1974-1976 y 1976), ha sido encontrado por la policía muerto en el interior de un coche aparcado en una calle de Roma.

La dramática muerte de Aldo Moro (crónica periodística del 9 de mayo de 1978), y nacimiento de las Brigadas Rojas

El 16 de marzo Aldo Moro, había sido secuestrado a plena luz del día, en Via Fani, por un comando perteneciente a la organización de izquierdas Brigadas Rojas tras acribillar a tiros a sus cinco policías de escolta. Ese día Aldo Moro, iba de camino a una sesión del Congreso italiano en la que se pensaba votar una moción de confianza sobre el nuevo Gobierno encabezado por Giulio Andreotti, por primera vez con el apoyo del Partido Comunista italiano. Era la primera vez que se iba a poner en práctica el llamado «compromiso historico» (alianza entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista).

Los brigadistas pretendían intercambiar a Moro por 13 miembros de la organización que permanecían encarcelados.
 
Durante los 55 días que duró su cautiverio, Moro escribió bastantes cartas a los principales líderes de la Democracia Cristiana y al Papa Pablo VI. En estas cartas abogaba porque el objetivo fundamental del Estado debía ser salvar vidas, razón por la cual el Gobierno debería acceder a las demandas de los brigadistas.
 
La mayoría de los líderes democratacristianos argumentaron que estas cartas no mostraban más que la voluntad secuestrada de Moro, y rechazaron iniciar cualquier negociación a pesar de los intensos ruegos de la familia de este. En sus peticiones a los brigadistas el Papa Pablo VI les pidió que liberase incondicionalmente a Moro. Finalmente, el cuerpo de este político italiano fue abandonado por los brigadistas en el maletero de un coche, Renault-4 de color rojo, en la Via Caetani, un lugar entre las sedes centrales de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, como un reto cargado de simbolismo, hacia la clase política y hacia la misma policía, que había mantenido a la nación entera, y a Roma en particular, bajo una estricta vigilancia ( más de 13.000 policías participaron en su busqueda).
 
Las cartas publicadas en los periódicos conocían a la opinión pública, pero sobre todo generaban en el seno del Partido Democrata Cristiano una agitación de tal magnitud que no podía permitirse. Con el desenlace cada vez más cerca, Moro se dirigía desesperado a sus compañeros pidiéndoles que aceptaran el intercambio de prisioneros que que salvaría la vida. «Soy un prisionero político al que vuestra repentina decisión de negarse a hablar de otras personas también detenidas pone en una situación insostenible», escribía a los veinte días de secuestro. Tiempo después, les pedía no pensar » en los pocos casos en los que se ha procedido en línea recta, sino en los muchos que se ha resuelto con humanidad y por eso mismo, aún en el difícil trance, de manera constructiva».
 
Y luego tras el silencio obcecado de sus correligionarios, esperaba que se involucrara el Papa: «El canje de prisioneros y es una cuestión que humildemente sometido a la consideración del Santo Padre, no solo beneficia a los de la otra parte, sino también al que está amenazado de muerte, a la parte no combatiente, en suma al hombre común y corriente como yo».
 
En Italia en 1969 Renato Curcio, estudiante de la Universidad de Trento junto con Alberto Franceschini y Mara Cagol, funda las Brigadas Rojas. Este nuevo grupo armado quiere para Italia una dictadura del proletariado. Han elegido la estrella asimétrica de cinco puntas dentro de un círculo como símbolo de ese «partido comunista armado» que, como otros grupos europeos, no considera que sus actos sean terroristas sino de guerra revolucionaria. Este grupo armado tiene al principio su núcleo de actividad radicado en Milan y Turin, las zonas más industrializadas de Italia, lugares en los que se propone recabar apoyos sindicales contra la extrema derecha. Sus miembros, en esta primera etapa, son fundamentalmente estudiantes y trabajadores. Los activistas de las Brigadas Rojas, se dedican a realizar sabotajes en grandes empresas industriales y asaltos a las sedes de la Democracia Cristiana.
 
En 1972 las Brigadas Rojas toman por primera vez un rehén. Se trata de un Jefe de la fábrica Pirelli, al que secuestran durante unas horas para recabar informacion acerca de los métodos de control de la empresa sobre los trabajadores. Posteriormente es liberado, encadenandolo como escarmiento a las puertas de la factoría coincidiendo con el cambio de turno de los obreros.
 
A partir de 1974, la Organizacion se extiende por otras zonas de Italia como Roma, Genova y Venecia. Será la época de los secuestros de importantes personalidades políticas y económicas del régimen italiano.
 
Las Brigadas Rojas combinan sus ataques contra las fuerzas de seguridad con otros, contra la clase política italiana, en especial contra dirigentes de la gubernamental Democracia Cristiana. En junio de 1974, las Brigadas Rojas cometen su primer atentado mortal ejecutando a dos miembros del neofascista Movimiento Social Italiano (MSI). Ello les hace pasar totalmente a la clandestinidad, debilitando su presencia en las fábricas y su acción política entre los trabajadores.
 
En 1975 las Brigadas Rojas bautizan a su enemigo con las célebres siglas SIM (Stato Imperialista delle Multinazionali), condensación de ese estado liberal, burgués, esclavo, complaciente de los intereses capitalistas, hasta que este reacciona con el inicio de un proceso judicial en 1976 en Turin, en el que se sientan en el banquillo, entre otros, dos líderes históricos ya detenidos: Franceschini y Curcio.
 
En abril de 1977, las Brigadas Rojas anuncian la fundacion del Partido Comunista di Combattimento como «guía de la clase trabajadora». Las acciones armadas, especialmente contra la policía y los jueces se incrementan espectacularmente, hasta el salto cualitativo de consecuencias imprevisibles del día de hoy, con la muerte de Aldo Moro.
 
Fuente: Federico Rubio Herrero («Cronologia mundial durante el tardofranquismo y la transicion 1973-1979») pag. 294, 295 y 296.