José Haro Hernández •  Opinión •  17/07/2025

OTAN: «Europa pagará a lo grande»

‘Una propuesta progresista para la España actual no puede eludir un apartado que contemple la salida de la OTAN y el desmantelamiento de las bases americanas’

Llegó el último a la foto de familia de la Cumbre de la OTAN. Desfiló, con un gesto entre desdeñoso e indiferente, ante los participantes que posaban; y se colocó en un rincón relativamente separado del grupo para marcar distancias. Quería mostrar a la ciudadanía española que en ese sitio estaba incómodo y dispuesto a plantarle cara al nivel de gasto militar que Trump pretendía imponer a los socios de la alianza militar. Tres años antes, en Madrid, había sido otra persona completamente diferente: atlantista hasta la médula-se decía que su nombre sonaba como Secretario General-, rezumando ardor guerrero contra Rusia por todos los poros de su piel y exaltando, en su discurso como anfitrión, la ‘comunidad de valores’ que el brazo armado de la civilización occidental pretendía expandir por todo el planeta.

Todo apariencia:  Sánchez en 2025 era el mismo que en 2022. Prueba de lo cual es que estampó su firma, junto al resto de socios, en el documento que acordaba un dispendio militar, en cada país, del 5% del PIB en el horizonte de 2035. Si ahora montó ese numerito, que tuvo su punto álgido cuando, tras la firma, aseguró que no pensaba cumplir lo que había rubricado, se debió única y exclusivamente a razones de política interna española: el escándalo que acababa de estallarle al PSOE requería de una operación de imagen que diera una capa de barniz progresista a un partido que aparecía, una vez más, salpicado por la corrupción. Y nada mejor que provocar a Trump para conseguir ese resultado. Porque lo cierto y verdad es que Sánchez y el resto de mandatarios de la OTAN han ido a La Haya a besarle el culo al presidente norteamericano. Y lo han hecho todos, poniéndose en fila a esperar su turno para, de su puño y letra, certificar que van regar de dinero al complejo militar industrial yanqui. Y alguno, como Rutte, el secretario general, arrastrándose literalmente: el humillante y servil espectáculo que ha protagonizado el holandés ante el capo americano pasará a los anales de la historia como paradigma de la indignidad a la que puede descender un político europeo en su afán por mostrar sumisión ante el emperador, al que ha asegurado que ‘Europa pagará a lo grande, y esa será tu victoria’. 

Es decir, hemos visto al máximo representante de la OTAN poner a los pies de Trump la riqueza de Europa, el fruto del trabajo de las gentes de un continente que se rinde ante el colonizador victorioso, reconocido como tal por el encargado de rendirle pleitesía. La OTAN ha devenido en cajero del supermercado de armas estadounidenses que la UE tiene obligatoriamente que comprar. Sirve para que desde Bruselas se mande dinero en cantidades ingentes hacia la otra orilla del Atlántico. Porque dinero es lo que necesita un imperio en decadencia cuyos déficits fiscal y comercial, con la deuda a ellos aparejada, amenazan con provocar el colapso de la que todavía es(no sabemos el tiempo que le queda en esta posición)la primera potencia mundial.

Hasta hace poco, la OTAN era un instrumento norteamericano para mantener  Europa cautiva de una estrategia de acoso y cerco, primero a la URSS y después a Rusia.  Y si para ello había que sabotear cualquier tipo de relación política, económica y comercial entre Bruselas-Berlín y Moscú-por ejemplo, volando el gaseoducto Nord Stream-, pues adelante y sin complejos. Entiendo que el fracaso en Ucrania y los crecientes costes de este modelo de alianza han disuadido a la Administración estadounidense de proseguir por esta vía. El otro rol desempeñado por la Alianza era el de prestar cobertura física a intervenciones americanas en el Sur global para repartir la responsabilidad del hipotético fracaso de las operaciones. Creo que el fiasco de Afganistán precipitó el fin de esta función.

Así pues, el sentido actual de la existencia de la organización militar dirigida por el bloque anglosajón no es otro que el de someter políticamente a Europa para que desde aquí haya una transferencia de recursos continua hacia EEUU, a través de la compra masiva a Washington de armas y energía. Hacer América grande de nuevo a costa de nuestro empobrecimiento. Así de claro lo ha dejado Trump y lo han validado los jefes de gobierno de los países subalternos, en una actitud más que indecente y muy poco patriótica. Han optado por ser cipayos, no representantes de pueblos soberanos.

Hace décadas, este país llenó las calles de gente contra la OTAN en movilizaciones nunca vistas. Entonces se exigía abandonar la organización para garantizar la paz. Ahora hay que movilizarse no sólo para evitar la guerra-las armas que compraremos a los yanquis van a destinarse, en parte, a alimentar la carnicería en Ucrania y el enfrentamiento con Moscú-, sino para que no nos conviertan en sociedades empobrecidas y militarizadas, donde la sanidad, la educación y las pensiones hayan sucumbido en el altar del rearme.

Por consiguiente, una propuesta progresista para la España actual no puede eludir, de ninguna de las maneras, un apartado que contemple la salida de la OTAN y el desmantelamiento de las bases americanas. Si no lo incluyese, no podríamos hablar de programa democrático. La pertenencia a lo que se ha revelado como una organización criminal,  que ahora respalda implícitamente el genocidio palestino y antes bombardeó hospitales en Belgrado y llevó a Libia a la Edad de Piedra, es manifiestamente incompatible no sólo con la paz, sino también con el Estado del Bienestar.

joseharohernandez@gmail.com


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