Ángel Cappa •  Opinión •  10/12/2019

COP25, la habilidad del poder para perpetuarse

El mecanismo siempre es el mismo. Si surge un movimiento o lo que fuere que cuestiona seriamente el sistema (neoliberalismo actualmente) primero se lo combate con todos los “argumentos”: difamación, demonización, represión. Si los palos y el ensuciar con todos los medios a los oponentes no da resultado, se pasa a la segunda etapa.

Consiste en domesticar y asimilar la rebeldía integrándola en el sistema. Finalmente las aguas vuelven a sus cauces y el poder continúa en el trono y el sistema fortalecido “democráticamente” con la incorporación “crítica” de los rebeldes.

Cambiar de careta para seguir igual

Hablo ahora de la reunión cumbre sobre el cambio climático que se lleva a cabo en Madrid ya que a Piñera se le derrumbó el neoliberalismo en Chile, donde se iba a celebrar.

Es curioso, aunque sea más de lo mismo, ver en este caso como las principales empresas contaminantes: Endesa, Iberdrola, Nestlé, Coca Cola, por ejemplo, se ponen a la cabeza de la “lucha contra el cambio climático”.

Resulta cómico y a la vez dramático, escuchar a Jacques Rebert, director general de Nestlé, una de las principales multinacionales en contaminar y destruir el planeta, declarar que “en Nestlé estamos totalmente decididos a luchar contra el cambio climático”.

Es necesario insistir en que hablan siempre de “cambio climático” como si fuera obra de la naturaleza, para dar esa idea, cuando sabemos que se trata de la acción criminal de las principales grandes empresas mundiales.

Es también enternecedor ver los spots publicitarios de Iberdrola, Endesa, Coca Cola y demás depredadoras, mostrándonos qué bonita es la naturaleza y qué daño le hace la emisión de gases tóxicos. Es como si Jack el destripador hiciera campaña para eliminar a los asesinos en serie. Por supuesto que en esos mensajes los culpables somos todos por descuidados y desprolijos.

Aquí están, estos son

Los líderes del mundo se hacen presentes para discutir y aportar sus brillantes ideas para solucionar lo que ellos contribuyen a empeorar. Y así renuevan la farsa.

Si reparamos en ver entre esos líderes mundiales a Macri de Argentina (recientemente expulsado en las urnas) y a Lenin Moreno de Ecuador, que estaba en el bando de Correa y se pasó a la banda que lo destituyó, los dos súbditos obedientes de EEUU, podemos tener una idea del empeño que pondrán esos líderes en mejorar la situación. Son quienes aplican las medidas neoliberales con mayor rigor y entusiasmo. Por lo tanto se trata de los mismos líderes que asumieron los gobiernos de sus respectivos países, generosamente impulsados, en su mayoría, con los aportes económicos de las multinacionales que más contaminan. ¿Es posible pensar que esos líderes protegidos de las multinacionales, tomen medidas en contra de los intereses de esas multinacionales?

“Aún queda tiempo”, dijo el rey Felipe en su discurso de inauguración. “No podemos, no debemos fracasar”, agregó para coronar la serie de discursos tan vacíos como rimbombantes.

La cuestión es esconder la causa

Los medios de mayor difusión, en otros tiempos encargados de informarnos para que podamos tener una idea cabal de los asuntos, son ahora quienes nos desinforman científicamente para confundirnos de tal manera que, en general, terminamos por abandonar el intento de saber realmente qué pasa y más todavía de intervenir. Como si no fuera con nosotros. O peor, creer que nosotros somos en parte culpables del “cambio climático”.

No por casualidad los principales medios de comunicación del mundo entero están en manos del poder económico. No dan puntada sin hilo los poderosos.

“Las multinacionales aprendieron la lección”, dicen en su “Libro negro de las marcas” Klaus Werner y Hans Weiss. “Casi todas las grandes empresas”, agregan, “publican periódicamente voluminosos informes medioambientales y sociales”. En otras palabras, se montan en las críticas a sus procedimientos y las desvían sutilmente hasta descafeinarlas.

¿Cúal es la causa?

Ni más ni menos que el capitalismo. Y con nombres propios las grandes empresas. Las mismas que en España, según la Agencia Tributaria, ganaron más de 25 mil millones de euros en 2016 y pagaron de impuestos solo 65 millones, es decir el 0,3% de los beneficios.

Sasha Lilley en su libro “Combatiendo al capital” señala que “el neoliberalismo también ha significado la continua y acelerada mercantilización y saqueo de la naturaleza”. Y más adelante añade que “los estragos de la naturaleza no son nada nuevo, ya sea bajo el capitalismo o sociedades de clases en un amplio sentido, pero con el neoliberalismo la extensión y profundidad de esa destrucción se ha magnificado”.

Para no extenderme demasiado voy a un solo ejemplo: Chevron en Ecuador. Texaco la compañía que fue absorbida por Chevron envenenó durante 20 años las tierras y ríos donde viven los indígenas ecuatorianos. Se vertieron miles de millones de litros de petróleo en esas tierras y ríos y dejaron cientos de fosas repletas de desechos abandonadas al aire libre. Bien, los indígenas presentaron una demanda en los tribunales estadounidenses, la cual por supuesto no fue atendida. “No podemos dejar que los países pequeños estorben a las grandes compañías como la nuestra, que han hecho grandes inversiones en todo el mundo”, declaró con toda soltura un miembro del lobby de Chevron a Newsweek.

Más claro imposible. Esto, que es la esencia del capitalismo, que es la causa principal del desastre ecológico que nos amenaza, es lo que oculta la hábil maniobra del poder económico.

La COP25 significa que hubo anteriormente 24 reuniones cumbres. La situación empeora día a día. ¿Qué se puede esperar de esta nueva reunión cumbre? Evidentemente, nada. Como dijo George Bush cuando en el 2001 retiró a EEUU del tratado de Kioto que en 1997 había firmado Clinton: ese tratado “habría hundido nuestra economía”.

“Nuestra casa está ardiendo”

Así se llama el libro que publicó la familia de la activista adolescente Greta Thunberg. Y seguramente venderá muchos miles de ejemplares, porque la niña militante contra el desastre climático, es ya una estrella mundial.

Sirve su actividad y su palabra para la toma de conciencia, tal vez, pero también le sirve al sistema para desviar la atención de lo importante: cuestionar al capitalismo como modo de vida, que es lo que produce esta tremenda destrucción del planeta y pone en peligro la continuidad de la humanidad.

Como digo, el sistema es sumamente inteligente y hábil (salvo un par de atolondrados neofascistas como Bolsonaro o Bush. También Vox en España) como para apoderarse de lo que pueda ponerlo en duda. Si no logra destruirlo, lo incorpora y le quita sutilmente la rebeldía.

De todos modos, seamos optimistas al menos con la voluntad, Greta puede ser útil para que algunos se atrevan a pensar sobre el tema.

No olvidemos, finalmente, que en la resistencia colectiva, en la lucha pacífica que pueda dar el pueblo, en eso únicamente, reside nuestra esperanza de poder cambiar el trágico destino que nos depara el capitalismo.

Fuente: Rebelión


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