Alfredo Grande •  Opinión •  18/11/2019

La segunda muerte del Che

La segunda muerte del Che

Cuando el Che planteó la utopía del “hombre nuevo”, dejó establecido que solamente un sistema nuevo podía ser la matriz fecundante de ese hombre. Entonces un sistema, o sea, un modo de producción nuevo, es necesario para que el “hombre nuevo” pueda advenir. Los estímulos morales son también, estímulos políticos. Y estímulos ideológicos. Lo que actualmente está permitido dentro de los estrechos márgenes de la ley perversa del mercado, son diferentes programas de reducción de daños. Lo que habitualmente se denomina ayuda social, planes, asignaciones, contención. Pero la fábrica de los daños sigue intacta. Desde las intoxicaciones por agrotóxicos hasta la mal llamada y peor lograda flexibilización laboral.

El planeta colapsa y por lo tanto, en vez de reducir los riesgos, se aumentan los procesos de híper consumo y depredación ambiental. Estamos sin frenos y además, aceleramos. Como mecanismos de defensa y como mecanismo de ataque, aparecen movimientos contra hegemónicos. El más cercano, en tiempo y en distancia, es la insurrección en Chile. Más allá de la gota que rebasó el vaso, los chilenos y chilenas se dieron cuenta de que estaba lleno el vaso. Y la podredumbre que estaban bebiendo hace décadas.

Cuando Piñera habla de guerra, tiene a mi criterio absoluta razón. La guerra es la reacción ante una masacre silenciosa y no tanto. Piñera se escandaliza ante la guerra, pero es complaciente ante la masacre de un sistema que transpira injusticia y la más absoluta inequidad. No es un modelo exitoso. Es un modelo de privilegios y de castas. Y son los pobres de la tierra el sujeto político que ha decidido no seguir sosteniendo la masacre como meros espectadores. Es el volcán de lo revolucionario. Lo que Freud denominaría “masas espontáneas”, con baja densidad de organización. Pero con altísima densidad de coraje y convicción política.

En Chile el Estado ha dado muchos golpes sobre una ciudadanía inerme y desalentada. En la Argentina de estos años también. Los golpes del Estado a la población pueden ser las tarifas, el aumento de todos los precios de alimentos, la brutal desocupación.

En Bolivia el Estado plurinacional no ha dado golpes a la población. Más bien han sido caricias. Y muchas. No me importa que las variables macroeconómicas sean óptimas. Lo que sí me importa es que mujeres, niños y niñas y hombres diezmados por siglos, encontraron no solamente un lugar en el mundo, sino un hermoso lugar.

Un día se le sentaron en el despacho los niños y las niñas que trabajan en Bolivia. Son los NATs. Se estaba discutiendo la prohibición del trabajo infantil. Que venía impuesto desde los organismos internacionales, los mismos que vienen en banda: ONU, FMI, Banco Mundial, OIT y amigos. Los niños le dijeron que si ellos no trabajaban sus familias terminarían de naufragar. El debate fue duro. Y Evo entendió que el trabajo infantil “debía protegerse y no prohibirse”. Que se corría el riesgo de crearse un oficio clandestino, de explotación y esclavitud de la niñez. Y deslizó que eliminarlo es también “quitar a los niños, niñas y adolescentes la conciencia social”. (Bolivia sangra, APe. Silvana Melo y Claudia Rafael)

Trabajo como actividad creadora y solidaria. La prohibición del trabajo infantil es una estrategia para hacerlo clandestino y permitir la explotación laboral. Permitir el desarrollo de la conciencia social en niñas y niños, es lo que llamo el pasaje del golpe del estado a la caricia del estado. Y no me refiero al autoproclamado Estado Benefactor, que apenas es una forma caridad y limosna institucionalizada. Yo pienso que ésa es la matriz del Golpe al Estado Plurinacional. Lamentablemente, las señales de este golpe anunciado no fueron adecuadamente atendidas.

En “El Sudamericano”, James Petras señala: “JP: Es posible, pero cuando su líder abandona el país, cuando su líder empieza a ofrecer regalos políticos a la oposición, es muy desmoralizante. Creo que los militantes pueden ir a protestar pero contra los vandálicos en las calles con el respaldo del Ejército y la Policía, es muy difícil imaginar un levantamiento popular. Es posible que algunos sectores mineros, algunos sectores campesinos e indígenas, puedan protestar y movilizarse, pero el desequilibrio de fuerzas y la desmoralización que provocó Evo con su fuga, me parece que no es una situación óptima para una respuesta popular.” Acuerdo en parte. El que renuncia, en cierta forma avala. Pero no veo desmoralización. La sociedad boliviana no es una masa artificial que idealiza a su conductor. Hay una organización igualitaria y autogestionaria, desde el trabajo infantil hasta el trabajo político e ideológico. El punto de inconsistencia de esas caricias del Estado, es no haber anticipado lo que no era un secreto, pero sí era a voces.

Claudio Fabián Guevara en la página web Sputnik escribe: “La guerra híbrida se puede definir como una combinación en un campo de batalla de fuerzas regulares y actores no estatales, ciber ataques, tareas de espionaje y propaganda, campañas de desestabilización y otras herramientas para deponer gobiernos. Los análisis que pretenden limitar el origen de los acontecimientos en Bolivia a particularidades locales, odio racial o decisiones del Gobierno depuesto, pasan por alto todas las pistas del planificado diseño que permitió la toma militar del territorio. A medida que pasan las horas, se revelan los perfiles de una operación organizada desde el exterior, cabalgando sobre rivalidades y divisiones internas de la población local.”

La derecha fascista planifica con décadas de anticipación. Son dueños de los tiempos, otro de los recursos necesarios. Tiempo de sembrar y tiempo de cosechar. La degradación y sobre-expoliación de todos los recursos naturales (litio por ejemplo) debe incluir al tiempo. Eso que llaman la obsolecencia programada. Los amos del universo decretaron la obsolecencia programada de Evo. Decidieron que a Evo se le acabó el tiempo. A este tiempo robado y corrompido, habrá que oponerle otro tiempo. Tiempo histórico, tiempo político, tiempo de la lucha de clases, tiempo del amor al compañero, tiempo del odio al enemigo, tiempo de combates, tiempo de esperanzas.

Esos son nuestros tiempos. Única garantía que la masacre planificada del pueblo boliviano no sea la segunda muerte del Che.

*Fuente: Pelota de Trapo.


Opinión /