Narciso Isa Conde •  Opinión •  30/10/2019

Chile; el «modelo» se desploma

“El fenómeno no es exclusivamente chileno, pero que esto suceda en Chile, luego de la larga noche neoliberal y del pinochetismo camuflajeado, ofertado al mundo como modelo de prosperidad y desarrollo, no es paja de coco.”

 En Chile, bajo el baño de sangre pinochetista -precedido del aplastamiento del único ensayo continental de cambio pacífico y desarmado de orientación socialista en el Siglo XX- se impuso en condiciones de prolongada estabilidad, el llamado “modelo” neoliberal, que sus protagonistas vendieron como panacea capitalista, por su supuesta capacidad para “derramar” riquezas desde arriba hacia abajo.

Sobre el derrocamiento y asesinato del Presidente Allende, encima de  la sangre a raudales, las torturas y desapariciones por montones, se instalaron las privatizaciones, la falacia de “libre mercado” (a favor monopolio y oligopolios privados), el nuevo programa exportador agro-industrial, la apertura sin límite a las corporaciones transnacionales, y las modernizaciones y la post-modernidad secuestradas por el gran capital.

Crecimiento con enormes desigualdades, privatización acelerada y progresiva de lo social, con tendencia a convertir todo en mercancía, todo en negocios cada vez más concentrados, incluidos derechos fundamentales

La expansión capitalista -beneficiada por la condición favorable de un prologada soledad chilena en un mercado exterior con poca competencia inicial y acompañada de la dureza del régimen- le dio estabilidad prolongada al neoliberalismo pinochetista, cruel y ultra-radical, hasta que su desgaste político forzó a una formula mediatizada de democracia restringida, de pinochetismo atenuado (sin Pinochet), neoliberalismo light y continuidad de una buena parte de las estructuras militares y civiles empapadas en neofascismo.

La socialdemocracia chilena aceptó las consecuencias de la nefasta reversión neo-liberal y se neo-liberalizó en términos relativos. Sus progresismos (Lagos y sobretodo Bachetet…) resultaron más limitados que otros, hasta facilitar los retornos de la ultra-derecha, que siempre, pero sobretodo ahora, han intentado endurecer de nuevo el modelo, generando el presente estallido político-social y develando de nuevo su crueldad represiva temporalmente soterrada.

Dos oleadas de protestas estudiantiles preceden esta radical rebelión juvenil-popular allendista; radical por su potente indignación multitudinaria y su contenido político, no solo contra el paquetazo fondomonetarista, sino con una fuerte impronta a favor de la dimisión de Sebastián Piñeira y su Gobierno, y una notoria presencia de propuestas que implican la refundación institucional democrática, vía una Constituyente Soberana.

Y luego la matanza de decenas de personas y de nuevos desaparecidos, la Michel Bachelet investiga si hay o no violaciones a los derechos humanos !Renegada!

·         Más allá del Chile de Salvador Allende.

El fenómeno no es exclusivamente chileno, pero que esto suceda en Chile, luego de la larga noche neoliberal y del pinochetismo camuflajeado, ofertado al mundo como modelo de prosperidad y desarrollo, no es paja de coco.

Esto estremece más un continente estremecido y demuestra que si bien los llamados progresismos, e incluso los procesos reformadores son insuficientes y se desgastan muchas veces a favor de las derechas extremas y el neofascismo, el neoliberalismo light, el endurecimiento del neoliberalismo y las formulas neofascistas son ya opciones insostenibles e inviables en el corto y mediano plazo.

La contraofensiva imperialista, con formulas que como Macri-Argentina, Bolsonaro-Brasil, Peña Nieto-México, Juan Orlando Hernández-Honduras, Jovenel Moises-Haití y Ricky Roselló    Puerto Rico,  que revierten reformas, gansterizan gestiones y acentúan ajustes y autoritarismos, no solo no se estabilizan, sino que generan crisis de gobernabilidad y embestidas populares de diversos calibres.

Así, ha sido de corta duración la oleada de golpes blandos “made in usa” y las imposiciones mafiosas y ultra-neoliberales, y vuelve a expandirse una ola de cambios parecida a la de principio de siglo, pero más radical en algunos casos; mezcla de retornos de progresismos desplazados y rebeldías con demandas de profundización de los cambios dentro del denominador común de rescate de soberanías.

Es tan obvio que el llamado progresismo y los procesos estrictamente reformistas, que evaden los cambios estructurales profundos, podría volver a correr el riesgo de declinar; como lo es la necesidad  de crear las fuerzas capaces de arrancar de raíz el sistema capitalista decadente, neo-liberalizado en esencia, gansterizado por demás, construyendo una propuesta transformadora capaz de socializar la economía y el poder establecido.

Demostrado está que los modelos neo-keynesiano o de corte socialdemócrata, al tiempo de ser rechazado enérgicamente por las cúpulas capitalistas y sus complejos militares financieros, se entrampan en las redes de un sistema capitalista que solo genera más de lo mismo y cada vez peor, y que no cuenta como antes con alternativas estables a su multi-crisis crónica.

Los balbuceos neo-keynesianos alivian, pero no tardan mucho en ser acogotados y acosados por crisis recurrentes inducidas y prolongadas, o francamente revertidos hacia el caos

Este ciclo de reformas y contrarreformas, amerita pues reflexionar sobre los retos de un necesario cambio radical, del viraje hacia nuevas revoluciones de orientación socialistas, hacia tránsitos revolucionarios, que no por difíciles, deben ser obviados.


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