Al-Hakam Morilla Rodríguez •  Opinión •  24/07/2019

Más follar y menos joder

«La gozosa unión de los cuerpos prefigura no sólo el Edén, sino también la Presencia misma Divina» El Jardín Perfumado (tratado sobre la felicidad de los amantes). Sheijj Nefzawi. Túnez. 1410
 
 
Tuvo lugar hace no mucho tiempo, paseando por el centro de Córdoba junto a la Plaza de la Tendillas, en su día populoso lugar comercial con numerosas tiendas que hoy han convertido en lo que parece la entrada a una residencia de estudiantes opusino-loyolista: un infierno dantesco de falditas plisadas, uniformes clericales y miradas robotizadas de besugo. A punto de darme arcadas, justo en la calle Morería me crucé con una surrealista aparición. El obispo aparecía rodeado por un grupo de ajadas mujeres en torno suyo, media docena compitiendo por ser el objeto de su atención con una cháchara atosigante, enfebrecida. No entendí el sentido de aquella escolta femenina. Un camarero me lo explicó en una cafetería de la misma calle. Ese revoleo lo originaban las denominadas ‘vírgenes consagradas’, un grupo de beatas solícitas al menor de los deseos del patriarca local católico. Por un momento me desorienté y no supe en qué siglo estaba…
 
Azotes, pinchos, disciplinas, cilicios… y otras discretas formas de mortificación corporal masoquistas para mantener las antinaturales ‘castidad’ y la ‘penitencia’ – llamadas ‘virtudes’ – han desquiciado siempre a no pocos feligreses, imbuidos en un crónico complejo culpabilizante de ‘pecado’. Sufrir para estar ‘bellas’… anímicamente y para el Señor, se entiende. A las parejas en su casa tormentos y conflictos cotidianos, podrido fruto venenoso de tales desvaríos. En la mayor parte de la misma Andalucía, a pesar de que no hemos conocido la Edad Media eclesiástico-feudal no resultan extrañas estas degeneradas sociopatías. Ni siquiera entre los autodenominados ‘andalucistas’, resentidos por no haber podido conseguir imponer su dudoso gusto en pro de un nacional-catolicismo colonial de faralaes, misas flamencas o rocieras y barrocas procesiones a ritmo hasta de pasodoble y marchas militares.
 
Pierden el tiempo con su moralina para consumo de alienados. Ni dogmas, doctrinas, ideologías políticas o religiones deben jamás encorsetar la vida, obstaculizar la fecundidad, sobre todo a sociedades en decadencia por un envejecimiento y falta de natalidad alarmantes. Carecerían en ese caso de sentido, alcanzaríamos el absurdo. Y no se lo pierdan, los mismos reprimidos cruzadetes pajilleros y las patéticas inquisidoras hediondas encima se quejan de que la mano de obra tengan que suplirla trabajadores inmigrantes. Además para completar el deplorable cuadro cultivan en su mezquindad el cínico racismo. Al parecer el incitar a la deshumanización a algunos desprensivos, no sólo con sotana, les engorda.
 
Por desgracia el etnocéntrico clerical-imperialismo ha contaminado cosmovisiones ajenas en su origen a esta inhumana barbarie. Se propaga un criminal fanatismo hinduista perseguidor de otros conciudadanos en la gran India, antes tolerante y abierta a todas las sensibilidades, culturas y creencias… ¡en el Hogar de los padres del Kamasutra! El mundo hebreo del polígamo Salomón y la sensual reina de Saba no ha resistido a estas emanaciones mefíticas de adoctrinamiento en el odio violento, en la estulticia y grosería armamentistas. Tampoco escapa el budismo, esterilizado a golpe de hediondo nacionalismo militarista como vemos en Birmania, Ceilán y por la deriva supremacista del Dalai Lama. La penetración desculturizadora que en China no consiguieron los misioneros acompañados de ejércitos masacrando y saqueando en pasados siglos, la está logrando hoy el occidentalismo ultracapitalista, dejando la admirable sabiduría de Confuncio y Lao-Tse a la altura de la de decrépitas fulanas de incógnito en una sacristía. ¿Tal vez se libre el plural universo indígena del Nuevo Continente, de los negros africanos y otros animistas de las selvas de Oceanía? Tampoco, los han desarraigado de su unión con la Madre Naturaleza, vestido con ropajes extraños que les producen hongos, con costumbres ‘blancas’ que les degradan como seres humanos. Numerosos Pueblos de la Civilización islámica se están ‘cristianizando’ impregnándose de hipocresía frailuna en sus relaciones sociales y de mórbidos cultos castrenses, de muerte y destrucción, adversos al dialogante, flexible y pragmático Islam durante sus primeras centurias. Incluso Egipto e Irán se asemejan a parques temáticos belicistas, avasallada la Sociedad Civil, donde el Arte malvive acosado, con miedo. El ridículo arquetipo del ‘monje-guerrero’, oxímoron vergonzante, se extiende como un cáncer.
 
La última fase de tanta idiocia consiste en instrumentar a las mujeres para que colaboren en este lamentable suicidio colectivo como especie. Proliferan amargadas entusiastas de la ingeniería social, al estilo del nazi-estalinismo, para que nos habituemos a un estúpido ‘valle de lágrimas’ fraguado en la interesada horma de la explotación brutal, de la inducción al enfrentamiento sexista para enmascarar la ausencia de políticas de clase, a la discriminación anticonstitucional según ‘género’, a la competencia feroz por trepar en el escalafón de la empresa, a la politiquería de los carguitos, los departamentos o la administración. ¿Todas han sido intoxicadas por esta monstruosidad que hace peligrar un primigenio Matriarcado de muchos milenios?
 
Debo decir que no. En un pequeño pueblo de la Alpujarra tomaba el otro día una tapilla en un bar, y como una Artemisa emisaria del advenimiento inminente de Afrodita mostrando invicta su poder, una chica de elevada estatura, fuerte y con no más de veinte años, realizó la grandiosa hierofanía. En las ciudades o en la cosmopolita costa no pasaría de una anécdota divertida e intrascendente. En la deprimida y marginalizada Andalucía profunda rural representa un seísmo. En un local donde la mayoría de los que acuden son hombres, la volcánica ninfa de las montañas con letras grandes en mayúsculas en blanco, muy visibles en su camiseta azabache, anunciaba: ‘MAS FOLLAR Y MENOS JODER’. Machos curtidos por trabajos muy duros, habituados por el abuso del alcohol a prejuzgar a cualquiera, de súbito quedaron enmudecidos sin abrir el pico durante su estancia de pie en la barra y tras su partida…
 
A mí la nueva heroica Wallada, dispuesta a combatir todo puritano integrismo de los zoquetes clerical-franquistas pardos o colorados, me inspiró con el fulgor de una profana revelación: 
 
Resurge con el vigor 
 
de las titánides, 
 
apasionada mujer
 
desafiante. 
 
Magma en el viento, 
 
creciente luna 
 
orgásmica 
 
capaz de eclipsar 
 
al sol… 
 
¿anuncias ya, 
 
niña de mi alma, 
 
al fin 
 
el Renacimiento 
 
de Al-Andalus?
 
 
Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador de Liberación Andaluza. Cuenta de twitter bloqueada por la censura: @lascultura. Nueva: @liberacionan

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