El Captor •  Opinión •  14/07/2019

Tiene usted derecho a permanecer en silencio

Sin la pretensión de alterar la correspondencia de la libertad de expresión con un derecho fundamental de las sociedades actuales, no pocas voces de la intelectualidad moderna apuntan a que el sistema capitalista ha conseguido apoderarse de sus bondades para garantizarse y perpetuarse como modelo hegemónico.

Desde estas latitudes del pensamiento se argumenta que la libertad de expresión contribuye a identificar los deseos y las aspiraciones colectivas de la sociedad para que su producto pueda ser reciclado y digerido en dosis inocuas para la supervivencia y reinado de las relaciones de poder vigentes.

De esta forma se arguye que la libertad de expresión, como tal, no sólo no representa una amenaza para dichas relaciones de poder, sino que en realidad brinda oportunidades de prevención de posibles atisbos de caducidad del sistema.

Nótese que la libertad de expresión se sitúa en una fase preliminar a lo que podría ser considerado como el “derecho de la libertad de acción”, y que por tal razón se debe identificar con anterioridad a su concreción como posible amenaza potencial, inoculando en la libertad de opinión el espejismo de un privilegio, disfraz secreto de una inadvertida obligación.

Atendiendo a la óptica mercantil y al modelo de consumo comercial la libertad de expresión también parece “dada” en beneficio del consumidor, pero una vez desentratañada la lógica del marketing y los intereses ocultos de las redes sociales y el big data, el verdadero beneficiario de la existencia de un pensamiento transparente queda concretado en el poder económico y empresarial del actual modelo capitalista.

Expresar en voz alta una opinión pasaría a ser así no sólo una obligación que se encubre como un derecho, sino un mecanismo reciclador cuya pretensión es asegurar los privilegios del receptor, nunca del emisor.

Una conclusión que podría extrapolarse al ámbito político, donde el electorado también sería el filtro preciso de las democracias que tutelan y dotan de legitimidad al modelo, se llamen estas sociales o liberales, pues la disparidad conceptual con que puedan denominarse ha tiempo que se considera absolutamente irrelevante por los mencionados intelectuales.

Paradójicamente -señalan-, la desembocadura de un análisis de este tipo acaba en un escenario en el que la revolución, la transformación y/o la alteración del modelo vigente pasa por la libertad de callar y no por la de exponer con transparencia el producto del pensamiento. La experiencia demuestra que la finalidad y el uso que de esta libertad se hace es exclusivamente mercantil, produciendo la clase de beneficios más importantes y sutiles del sistema: la procuración de su autoconservación, en perjuicio de una multitudinaria masa de donantes, ingenuos, de materia prima pensante.

“Tiene usted derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra”.

Fuente: http://www.elcaptor.com/economia/usted-tiene-derecho-a-permanecer-en-silencio


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