El Captor •  Opinión •  21/06/2019

La voluntad no debe detenerse nunca

  • La voluntad no debe detenerse nunca

Hace tiempo escribimos en este blog de economía algunos pasajes de La Peste, de Albert Camus: “lo natural es el microbio. Lo demás, la salud, la integridad, la pureza, si usted quiere, son un resultado de la voluntad, de una voluntad que no debe detenerse nunca”.

Valga esta cita para recordar que frente al avance del microbio debe anteponerse la voluntad de combatirlo. El microbio, y su persistencia para hacernos daño y débiles es crónica, eterna. La voluntad, sin embargo, es inconstante, proclive a relajarse y doblegarse. En el momento en el que la voluntad baja los brazos el microbio progresa. Cuando eso sucede, la recuperación del terreno perdido se convierte en una tarea ímproba, de muy difícil realización.

La voluntad no debe detenerse nunca porque cuando se detiene morimos, y con nuestra muerte muere también todo lo que consideramos elevado. El microbio aprovecha la falta de ánimo para deshonrar y enaltecer los vicios de su enemigo, tratando de conseguir que nunca jamás se levante.

Pero siempre hay un espacio y un momento para levantarse. La voluntad, si es fuerte, puede sobreponerse y vencer al microbio. El defecto de la voluntad es pararse, rendirse y ceder el reino de la vida al microbio y sus sombríos propósitos; la propagación de la muerte. La virtud y la grandeza de la voluntad es su propuesta de heroicidad; nadar contra corriente, hacer frente a los elementos, mantener consciencia y firmeza en la finalidad; destronar la ley natural.

La voluntad nos eleva por encima del destino, nos engrandece, nos hace transcendentes. Por eso no ha de detenerse nunca. Por muy extensa y férrea que sea la plaga. Precisamente por lo extensa y férrea que es la plaga. Mantener siempre el pulso, doblegar el brazo maléfico del microbio y hacer más sólido, infinitamente sólido, el dique de contención frente a la autodestrucción es la misión de una voluntad que no debe detenerse nunca.

Fuente: http://www.elcaptor.com/economia/la-voluntad-no-detenerse-nunca

 


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