Narciso Isa Conde •  Opinión •  28/05/2019

Venezuela: ¿Cuándo le llegará la hora a los agresores?

Venezuela bolivariana no es solo Venezuela.

En ese suelo, en ese subsuelo, en ese sobre-suelo… están por decidirse no pocas cosas trascendentes para Nuestra América y,  en consecuencia, para sus voraces agresores. Y no solo: están por decidirse situaciones que se relacionan con los signos del proceso mundial a corto y mediano plazo.

Situaciones que tienen que ver con la autodeterminación de los pueblos, el destino de sus patrimonios naturales, la guerra y la paz, la velocidad de la decadencia de EEUU como imperio, el curso socialista o no de la ruta independiente, las recurrencias de las crisis y los riegos de retrocesos o avances que conlleva, y hasta el destino de la actual contraofensiva del imperialismo y las ultraderechas (incluido el neo-fascismo) a escala continental y mundial.

Venezuela es en definitiva un punto muy agudo de la confrontación mundial entre un imperialismo que se bate en retirada, que declina con diferente intensidad, y una oleada de pueblos que se resisten al rol de vasallos;  coexistiendo con la actual gravitación de imperialismos emergentes (China Popular y Rusia), que tienen razones y posibilidades para oponerse a los peores y más violentos designios de EEUU.

·          VICTORIAS COYUNTURALES QUE DEJAN PENDIENTES GOLPES ESTRATEGICOS

Hasta ahora Venezuela bolivariana, su componente militar no subordinado a EEUUU y su combativo pueblo chavista -contando también con un fuerte respaldo internacional que incluye a Rusia, China Popular, Irán, Cuba…- ha sorteado los grandes momentos crítico de la subversión imperialista-derechista, logrando importantes victorias tácticas o coyunturales que, sin embargo, no han estado acompañadas de transformaciones estructurales que posibiliten  erradicar las bases económicas y sociales en la que se apoya el poder imperial para sus periódicas recurrencias a acciones desestabilizadoras de la soberanía reconquistada.

En lo estrictamente defensivo, en la capacidad para resistir las periódicas ofensivas integrales contrarrevolucionarias, los éxitos han sido importantes e indiscutibles.

 La cuestión es que siempre en lo que sigue no se va más allá, no se pasa a la ofensiva y entonces se produce un especie de congelación de la correlación de fuerzas no propiamente electoral  y una infecunda de la continuidad de una “convivencia civilizada” con factores de poder permanente vinculados a la propiedad y al gran capital privado, que sustentan la sedición derechista y posibilitan re-potenciar nuevamente,  en múltiples esferas, su capacidad de presión, sabotaje y desestabilización.

 En gran medida, en medio de nuevas iniciativas de diálogos (sin la menor posibilidad de acuerdos favorables a la distensión y  a la continuidad estable del proceso de cambio), la jefatura delincuente a nivel político, social, militar y económico perdura impune o solo mínimamente castigada. No se le asestan golpes realmente estratégicos.

 En general los medios disponibles para la guerra mediática, económica, sabotaje, desabastecimiento, cíber-guerra…a cargo de los agresores (medios de comunicación, bancos, empresas importadoras, grandes centros comerciales, agro-industrias e industrias alimenticias, corporaciones transnacionales…) quedan intactos.

Ni hablar los efectos del bloqueo, la intervención de cuentas, las sanciones de todas índoles y la obstrucción de financiamientos y recursos situados a nivel internacional, fuera de posibilidad de control.

·          HASTA CUÁNDO…

La expropiación de los expropiadores, en especial la de sus componentes lanzados a aupar el caos y a favorecer la invasión militar imperialistas, ha sido  permanente postergada.

La socialización progresiva no es abordada.

El proceso se radicaliza en términos confrontativos, pero no se profundiza en dirección anticapitalista, ni siquiera en cuanto a la socialización que permite el andamiaje legal-constitucional.

El antiimperialismo cojea por las insuficiencias en el emprendimiento de las transformaciones anticapitalistas y por la benevolencia frente a una gran parte de los protagonistas de toda suerte de desestabilización violenta.

A esto, además, se suman los efectos permanentemente erosionantes y  políticamente desgastantes de una corrupción de Estado con variados vasos comunicantes con el enriquecimiento privado y la gran corrupción burguesa, frente a los cuales  ha predominado una actitud oficial permisiva.

¿Hasta cuándo habrán de aceptarse sin alteraciones sustanciales esas  realidades que facilitan las recurrencias periódicas de las crisis políticas y los eventuales riegos de retrocesos?

¿Cuándo llegará la hora de ajustar cuentas con los agresores y de corregir errores que parecen endémicos, para así crear una correlación de fuerzas más favorable, estable y promisoria en términos de revolución?

¿Cuándo optar por aplicar consecuentemente el GOLPE DE TIMÓN y el PROGRAMA DE LA PATRIA sugerido por el Comandante Chávez en una modalidad muy   original de testamento político?


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