Michael Roberts •  Opinión •  27/05/2019

India: ¿como China o Brasil?

Hace cinco años que el partido nacionalista de derechas Bharatiya Janata (BJP), dirigido por Narendra Modi, volvió al poder en la Lok Sabha (parlamento) de la India. Ahora en la tercera mayor economía del mundo (en términos de PPA), más de 800 millones de indios han votado en unas elecciones que han durado seis semanas para volver a elegir a sus líderes.

El BJP gobernó antes, de 1998 a 2004. Pero el BJP demostró ser un instrumento poco fiable para el capital indio, plagado como está de ex miembros de lo que básicamente es un partido fascista religioso hindú, el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una organización modelada a imagen de  las escuadras negras de Mussolini. Modi era un veterano miembro del RSS, antes de sumarse sin problemas al BJP. Sin embargo, en los últimos cinco años, Modi se presenta como el dirigente de un gobierno ‘pro-empresarial’ , que aplica lo que le gusta llamar ‘Modinomics’.

Las ‘Modinomics’ se reducen a políticas económicas neoliberales con el objetivo de aumentar la tasa de explotación del trabajo de manera que se potencia la rentabilidad del capital y haya incentivos para invertir. Para ello, Modi ha introducido nuevos impuestos a las ventas y retirado los billetes de alta denominación, en un intento de ‘demonetizar’ la economía y facilitar a los bancos un mayor control del crédito.

En los primeros años de las ‘Modinomics’ parecía que la India estaba dando un salto hacia delante, con un crecimiento del PIB real incluso más rápido que el chino y con un aumento de los ingresos de los trabajadores rurales y los agricultores, base electoral primaria del BJP, al tiempo que era apoyado por las grandes empresas y el capital indio. Pero estos primeros años han venido seguidos de problemas cada vez mayores. La mayor economía de más rápido crecimiento del mundo se enfrenta ahora a una desaceleración. Las cifras oficiales de crecimiento económico se han reducido al 6,6% en el último trimestre de 2018, el más lento en seis trimestres y ahora crece a la misma tasa que China.

Y estas cifras del PIB son dudosas de todos modos. En 2015, la oficina estadística de la India anunció repentinamente la revisión de las cifras del PIB. Elevó el crecimiento del PIB en un 2% anual de la noche a la mañana. El crecimiento nominal de la producción nacional fue ‘deflacionada’ en términos reales por un deflactor de precios basado en los precios de producción al por mayor y no en los precios al consumidor en las tiendas, por lo que la cifra del PIB real aumentó. Por otra parte, esta revisión no se aplicó a toda la serie económica, por lo que nadie sabe ya la cifra de crecimiento actual comparado  antes de 2015. Tampoco las cifras del PIB están ‘ajustadas estacionalmente’ para tomar en cuenta cualquier cambio en el número de días en un mes o un trimestre ni el clima, etc. Un ajuste estacional hubieran demostrado que el crecimiento real del PIB de la India es muy inferior a la cifra oficial. Un mejor indicador del crecimiento son los datos de producción industrial.

Las ventas de automóviles y vehículos utilitarios deportivos han caído a un mínimo de siete años. Las ventas de tractores y vehículos de dos ruedas han bajado. Los beneficios netos de 334 empresas (excluyendo los bancos y las finanzas) se han reducido un 18% anual, según el diario Financial Express. La rápida expansión de la industria de vehículos bajo el gobierno Modi había provocado predicciones de que la India pronto superaría a Japón y Alemania para convertirse en el tercer mayor mercado del mundo. Pero el mes pasado, las ventas de vehículos de pasajeros fueron un 17,7% menor que el año anterior.

El sector del automóvil se ha convertido en una de las víctimas más prominentes de una contracción del mercado de la deuda, que comenzó en el mercado ‘bancario en la sombra’ de la India en septiembre pasado, cuando la bancarrota del grupo IL & FS de infraestructuras y finanzas vaciaron los fondos de inversión. Drenaron dinero del mercado de bonos comerciales, una importante fuente de financiación para las empresas financieras no bancarias que había impulsado el crecimiento de los préstamos, conquistando la cuota de mercado de los bancos en problemas controlados por el Estado. Los llamados NBFCs han sido particularmente activos en áreas tales como créditos para vehículos y préstamos a las pequeñas empresas.

Eso no es todo. En marzo, el crecimiento de pasajeros en el mercado de la aviación de más rápido crecimiento del mundo cayó a su ritmo más lento en casi seis años. La demanda de crédito bancario se ha estancado. Hindustan Unilever, fabricante líder de productos de gran consumo en la India, ha informado que el crecimiento de sus ingresos del primer trimestre ha sido sólo del 7%, su nivel más bajo en 18 meses.

Parece que ‘boom del consumo’ de la clase media iniciado por Modi se ha agotado. Hay una caída tanto en los ingresos urbanos como rurales. El excedente agrícola ha hecho que los ingresos del sector se hayan hundido. Kaushik Basu, ex economista jefe del Banco Mundial y profesor de economía en la Universidad de Cornell, cree que la desaceleración es “mucho más grave” de lo que se creyó inicialmente. El crecimiento de las exportaciones ha sido cercano a cero durante los últimos cinco años. Y ahora el boom del consumo doméstico se está debilitando.

A diferencia de China, la India parece estar acercándose a lo que el Banco Mundial ha llamado la trampa de los ‘ingresos medios’, cuando la gran mayoría de la población permanece en la pobreza, mientras que el 10% superior vive bien y gasta, pero no hace ninguna inversión o emprende para crear empleo y ofrecer formación, educación y vivienda al resto de la población. India va a terminar como Brasil, no como China, Corea y Japón – en un callejón sin salida. Bajo Modi, el desempleo está en su punto más alto. El plan “Fabricar en la India” parece agotarse. Y Boeing, Airbus o Apple no han invertido en fábricas en la India.

Dos tercios de los trabajadores indios están empleados en pequeñas empresas con menos de diez empleados, en las que se ignoran sus derechos laborales – de hecho, a la mayoría se la paga irregularmente y con rupias en efectivo, el llamado sector ‘informal’ que evita impuestos y regulaciones. La India tiene el mayor sector ‘informal’ entre las principales ‘economías emergentes’. Sin embargo, las pequeñas empresas no son muy productivas.

De hecho, la India tiene uno de los niveles más bajos de productividad en Asia. Entre 1950 y 1980, el crecimiento de la productividad laboral media fue de un magro 1,7%. Los dos primeras décadas del nuevo milenio vio un aumento medio de más del doble, hasta el 3,8%. Fue el período cuando los sectores industriales y de servicios de la India despegaron, atrayendo mano de obra del sector agrícola menos productivo. el crecimiento de la productividad del trabajo alcanzó el 10,2% en 2010 y ha caído desde entonces. En 2016, se situó en el 4,75%. No es un buen augurio para el logro de los objetivos de crecimiento que son necesarios para elevar los niveles de vida.

La productividad se incrementaría si los campesinos generalmente subempleados pudiesen trasladarse a las ciudades y obtener puestos de trabajo industriales en las ciudades. Esta es la forma en que China ha transformado su fuerza de trabajo; por supuesto, para ser explotados mejor por el capital, pero también para aumentar la productividad y los salarios. China lo ha hecho a través de la planificación estatal de la migración laboral y mediante una enorme construcción de infraestructuras. India no puede, por lo que su tasa de urbanización está muy por detrás de China. El capital indio y extranjero todavía no pueden aprovechar plenamente las enormes reservas de mano de obra, principalmente juvenil, con fines de lucro. Como resultado, el crecimiento del empleo es patéticamente lento. Entre 10-12 millones de jóvenes se incorporan al mercado laboral cada año, pero muchos de ellos no pueden encontrar trabajo o carecen de los conocimientos adecuados.

La India es una de las sociedades más desiguales del mundo. El 1% más rico posee el 52% de la riqueza del país, de acuerdo con los últimos datos sobre la riqueza global del Credit Suisse Group. El 10% más rico de los indios han aumentado su parte del pastel del 68,8% en 2010 al 77% en 2018. En marcado contraste, la mitad inferior de la población india posee sólo el 4% de la riqueza del país.

El coeficiente de Gini es una forma de medir la desigualdad, con una lectura de 100% que denota la desigualdad perfecta, y cero indica la igualdad perfecta. De acuerdo con Credit Suisse, el coeficiente de Gini de riqueza en la India ha aumentado de 81,3% en 2013 a 85,4% en 2018, lo que demuestra la desigualdad de ingresos es muy alta y creciente.

Como subraya el informe de Credit Suisse: “A pesar de que la riqueza ha aumentado en la India, no todo el mundo ha compartido este crecimiento. Todavía existe una considerable pobreza, que se refleja en el hecho de que el 91% de la población adulta posee riqueza por debajo de $ 10.000. En el otro extremo, una pequeña fracción de la población (0,6% de los adultos) tiene un patrimonio neto de más de $ 100.000“.

Y está la cuestión de los recursos básicos necesarios para los 1.200 millones de personas. El agua subterránea bombeada mecánicamente proporciona un 85% del agua potable en la India y es la fuente principal de agua para todos los usos. La capa freática en el norte de la India está disminuyendo con una de las tasas más rápidas del mundo, y muchas áreas pueden haber comenzado a agotar sus recursos hídricos. El Banco Mundial prevé que la mayoría de los recursos hídricos subterráneos de la India alcanzarán un estado crítico dentro de los 20 años.

La gran exigencia del capital de la India es reducir el tamaño del Estado. Burocrático e ineficiente, el gobierno central y la administración de la India, así como las empresas estatales creadas en los primeros días de ‘socialismo’ a la India, han proporcionado cierta solidez a la economía de la India. Sin embargo, las multinacionales y los grandes capitalistas indios quieren que esto se acabe. El gobierno central y los estados ejecutan sus presupuestos anuales con déficits significativos, ya que subvencionan los alimentos y el combustible para millones de indios pobres. Esos déficits son financiados con préstamos y el coste de los préstamos ha reducido de manera constante los ingresos disponibles de los impuestos, dejando poco para educación, sanidad o transporte.

Los ingresos fiscales del gobierno son bajos porque las empresas indias pagan pocos impuestos y los ricos incluso menos. La desigualdad de ingresos en la India no es tan alta como en China, Brasil o Sudáfrica, pero es probable que sea más alta que el índice oficial de Gini debido a los enormes ingresos ocultos de los ricos, que han ido en aumento. Según la OCDE, la desigualdad de ingresos se ha duplicado en la India desde comienzos de 1990. El 10% más rico de los indios ganan 12 veces más dinero que el 10% más pobre, en comparación con aproximadamente seis veces en 1990.

Esta desigualdad no es responsabilidad exclusiva del gobierno Modi. Los anteriores gobiernos dirigidos por el Congreso han perpetuado esta desigualdad también – de hecho, bajo la corrupta dinastía Gandhi, las cosas han empeorado. Por eso el BJP permanece en el poder aunque pierda escaños.

El verdadero problema para el capitalismo indio es la rentabilidad decreciente de su sector empresarial. La tasa de ganancia es alta para los estándares internacionales, al igual que en muchas ‘economías emergentes’ que tienen masas de mano de obra barata llegadas de las zonas rurales. Pero, a lo largo de las décadas, el aumento de la inversión en bienes de capital en relación con el trabajo ha comenzado a crear un ejército de reserva de mano de obra además de la caída de la rentabilidad.

La rentabilidad del capital en la India había caído de manera constante (aunque desde un nivel alto de ‘mercado emergente’), incluso antes de que comenzara la crisis económica mundial. Ha caído aún más desde entonces y ahora es un 20% inferior a los niveles de la década de 1980. Los años de crecimiento de dos dígitos de la década de 2000, cuando todo el mundo hablaba de la industria de externalización de software en la India y de las nuevas compañías automotrices, no volverán sin reducciones drásticas de la proporción del valor que va al trabajo.

Fuente: Penn World Tables y Penn World Tables 9.0, cálculos del autor.

La respuesta del capital de la India, respaldada por Modi, es la privatización, los recortes en los subsidios de alimentos y combustible y un nuevo impuesto sobre las ventas, un impuesto que es la forma más regresiva para obtener ingresos fiscales, ya que golpea especialmente a los más pobres. El objetivo en este caso, como de toda política económica neoliberal, es elevar la tasa de explotación del trabajo de manera que se potencie la rentabilidad del capital y proporcione incentivos para invertir, algo que el capital de la India se niega a hacer por el momento.

Al igual que en 2014, el electorado de la India ha tenido que elegir en estas elecciones entre un partido corrupto en manos de una dinastía familiar, respaldado por grandes intereses comerciales y terrateniente y un partido nacionalista xenófobo (con cada vez más apoyo de las grandes empresas y los inversores extranjeros). Por el momento, Modi ha vuelto a ganar.

 
Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente: https://thenextrecession.wordpress.com/2019/05/19/india-another-china-or-another-brazil/

Traducción: G. Buster

 

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