José Raúl Linares •  Opinión •  22/05/2019

México. Crónica de una contaminación anunciada

México. Crónica de una contaminación anunciada

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Dos años atrás el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), adscrito a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), alertó sobre la posibilidad de que una nube tóxica ahogara a la Ciudad de México. Y así ocurrió.

El fenómeno se presentó la semana pasada. La combinación de sequías, incendios, baja ventilación y alta emisión de contaminantes por el uso de automóviles fueron los factores que intensificaron los niveles de polución.

Para el doctor Óscar Peralta, investigador del CCA –centro que colabora con el gobierno capitalino en el monitoreo y análisis de contaminación en la “Megalópolis”–, este fenómeno estacional tiene múltiples factores y las políticas públicas que se han implementado para enfrentarlo han sido insuficientes.

“Lo que se ha presentado es una concentración muy alta de partículas PM 2.5. Estas partículas casi siempre –sino es que siempre– se generan por la quema de combustibles: gasolina, diesel, hasta leña, matorrales y árboles. El punto es que en estos días hemos tenido incendios muy cercanos a la Ciudad de México y se suma a una muy mala ventilación por parte de los vientos”, explica.

Añade: “Tenemos una gran cantidad de PM 2.5 que está acumulándose sobre el Valle de México, sumada a las cantidades enormes de ozono que generan vehículos, industrias y hogares”.

Pero las dependencias gubernamentales encargadas de atender este problema no están haciendo “lo que se requiere”, y lo que ofrecen “resulta poco”, dice.

Escala apocalíptica

El pasado sábado 11 los capitalinos advirtieron en redes sociales sobre la presencia de una nube de humo y el olor a hierba quemada. La ausencia de lluvias o corrientes de aire atraparon la contaminación durante varios días. En algunos puntos de la capital, según imágenes y reportes, los niveles de polución impidieron la visibilidad a dos kilómetros a la redonda.

–¿Ustedes advirtieron que esto podía pasar? –se le pregunta a Peralta.

–Sí, era previsible: nosotros habíamos visto que podía suceder con la quema de algún pastizal cerca de la Ciudad de México. Este factor sin duda incrementa la concentración de contaminantes, pero definitivamente no a esta escala, o sea apocalíptica.

Autor de artículos especializados sobre residuos orgánicos que contienen los aerosoles, los estudios del experto ayudaron para que en 2017 el gobierno capitalino adquiriera equipo para el análisis de partículas finas como el PM2.5 y el PM10.

“Hace dos años, en 2016, las contingencias al parecer se desataron debido a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) avaló la verificación de ciertos vehículos que eran viejos: si la pasaban podían circular. Y lo que se dedicaron a hacer en la Comisión Ambiental de la Megalópolis (Came) fue tratar de controlar más los verificentros”, explica el investigador.

El también integrante del Grupo de Aerosoles Atmosféricos de la UNAM prosigue: “Lo que pasó el año pasado, por estas fechas, es que hubo un incremento en los niveles de contaminantes. O sea, unas condiciones atmosféricas muy estables donde el viento no se movía y había un montón de sol. Entonces la combinación entre calor, sol y emisiones de coches agravaron el problema.

“Y ahora lo que tenemos es otro condimento: incendios alrededor del Valle de México. Estos generan la famosa partícula PM 2.5 y además avientan monóxido de carbono y gases de combustión: óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles”.

El pasado martes 14, la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) registró su primera contingencia ambiental por la partícula PM 2.5. Datos de la Came, basados en la norma NOM-025-SSA1-2014 sobre salud ambiental, consideran ya como peligroso un límite de 145 puntos de saturación por la partícula. Sin embargo, en algunos lugares el índice siguió por arriba de los 160 puntos.

Uno de ellos fue Ciudad Nezahualcóyotl, donde la semana pasada tuvo niveles de contaminación con micropartículas de entre 142 y 152 puntos.

“En enero y febrero hubo reuniones del Centro de Ciencias de la Atmósfera, tanto con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) como con la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), sobre este tipo de cuestiones: calidad del aire y cambio climático. Pero entiendo que es una nueva administración y para lo que se requiere resulta poco”, recalca Peralta.

Uno de los retos que tendrá que enfrentar el gobierno de Claudia Sheinbaum, dice, será incorporar a las entidades federativas que integran la “megalópolis” –Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo– en los monitoreos y la coordinación para mitigar los efectos de la contaminación ambiental.

“Como especialista en esta área, lo que más quisiera es que hubiera muchos más recursos”, lanza.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha restringido el presupuesto para el Programa de Empleo Temporal (PET), que destinaba recursos federales para la prevención de incendios forestales, considerados la principal causa de que la semana pasada aumentaran los niveles de contaminación.

Según Peralta, el hecho de que haya gente apagando incendios no compensa la tala de árboles y los bajos niveles de lluvias que se registran en la capital y en la zona metropolitana, pues la humedad en el ambiente capta las partículas PM2.5.

Expresa que las autoridades deben ir más allá de objetivos inmediatos, como los verificentros o la regulación de vehículos, para adoptar un enfoque multifactorial en el que sea prioritario “recuperar zonas lacustres, sembrar árboles, reducir autos, hacerlos eficientes, atacar (el fenómeno) por varios lados”.

–¿Qué es lo que tendría que estar haciendo el gobierno capitalino?

–No sólo compete a la Ciudad de México, sino también a Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Morelos y Estado de México. Ahí debe de haber más coordinación.

–Se habla de que gran parte de esta contaminación se debe al uso de los autos, ¿qué opinión le merece la política energética de la administración federal? –se le insiste.

–Necesitamos un sistema de transporte público mucho más grande, quizá del doble de tamaño. En líneas del Metro tenemos 12 y la más reciente fue la de Mixcoac a Tláhuac. Necesitamos tener cuatro o cinco más, más rutas de Metrobús y ese tipo de cosas. Es obvio que si tienes un sistema de transporte público más pobre, orillas a la gente a que adquiera un vehículo. Tampoco les puedes decir que usen más bicicletas de Chalco hasta Polanco, porque te avientas tres horas de pedaleo.

“Está muy casado que una buena red de transporte público desincentiva el uso del vehículo”, apunta.

Sobre la ausencia durante tres meses y medio de un titular en la Came – apenas la semana pasada fue designado en el cargo el químico Víctor Hugo Páramo–, Peralta sostiene que los desastres naturales de la capital no pueden abstraerse de la responsabilidad de Sheinbaum y de Mariana Robles, secretaria de Medio Ambiente en la capital. La federación tendría que estar coordinando parte de las acciones de mitigación y planeación, destaca.

–¿Y cómo considera que éstas pueden comenzar?

–La Sedema cubre y monitorea correctamente a la Ciudad de México y el Estado de México, pero no sabemos cómo esté ahora la calidad del aire en Toluca o cómo están en Tlaxcala y Morelos.

–¿Y cómo califica el papel de Josefa González-Blanco?

–No he visto mucha injerencia de Semarnat o mucha actividad en relación a decisiones de índole nacional. Desde mi punto de vista no he visto mucho trabajo. Y si se hace, pues no se sabe, no se conoce o no se ha visto.

* Fuente: PROCESO


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