Arturo Prado Lima •  Opinión •  19/04/2019

Del fuego de Notre Dame a las catedrales humanas

Del fuego de Notre Dame a las catedrales humanas

El ser humano es una de las mas bellas obras de arte que haya existido y existirá jamás. Su perfección física, su funcionamiento sincronizado con las actividades vitales del universo, su pensamiento que alcanza ilimitadas latitudes más allá de la física y la metafísica, sus emociones y sentimientos que hacen de él un arroyo de ternura, y también de odio, que han guiado a la humanidad hacia la cima donde hoy se encuentra.

El ser humano no solo ha creado las más bellas obras de arte que han asombrado a todos los vivientes, sino que ha diseñado el mundo a su modo y se ha desafiado a sí mismo creando y maniobrando la más alta tecnología, la información y la cuántica, incluyendo la inteligencia artificial, la manipulación genética, la exploración del espacio cósmico, y el viaje, casi imposible, hacia los posibles y utópicos vacíos del núcleo material y espiritual.

Algunas de las obras de arte creadas por el ser humano aun no se han podido explicar. Las Pirámides de Keops, los monumentos Mayas, los tótems del Reino Unido o los de Nasca. Otras, de tanta belleza que paralizan el alma al observarlas o sentirlas o tocarlas o saborearlas. Por lo general, toda obra de arte es creada por genios que aspiran a que el ser humano sea considerado uno de los acontecimientos cumbres de la historia del universo y siempre han tratado de que el arte esté al servicio de la libertad del ser y no al contrario.

Visto desde este ángulo, todo ser humano es una Gran Catedral. Muy superior, de lejos, que la catedral de Notre Dame . El ser humano es la catedral más bella, más histórica, más elevada que cualquier otra cosa en el mundo. El ser humano guarda la historia de la arquitectura universal y la memoria genética de su trascurrir y evolución. Es en últimas, lo más parecido a la idea de perfección que tuvo y tendrán todas las civilizaciones y sus generaciones que estuvieron y estarán de paso por este multiuniverso.

Y sin embargo, el feroz colonialismo francés y sus socios del mundo desarrollado, en complicidad con los peones locales, derriban con fuego esparcido desde el cielo cientos de miles de Catedrales

Humanas cada día, cada minuto, cada segundo en cualquier lugar de la tierra. Mientras ardía la cúpula de Notre Dame, cientos de Catedrales Humanas eran consumidas por el fuego de artillería pesada y aérea en Yemen, Colombia, Libia, el Mar Mediterráneo, Afganistán, Siria, Palestina y en otros sitios del planeta. Este genocidio masivo no solo deja cenizas, deja prisioneros, mutilados, exiliados, torturados, huérfanos, miseria, desolación. Ningún millonario francés o de otras partes del mundo han reaccionado con sus millonarias donaciones ante el desmoronamiento de las Catedrales Humanas en estos tiempos trágicos.

¿Que diferencia hay entre el fuego que consumió a la Catedral francesa y el fuego aéreo o de artillería pesada que destruye a las Catedrales Humanas en el mundo?

Es una pregunta para Usted.

Amo el arte, la arquitectura. Lo de Notre Dame es una tragedia. Y nos duele porque es hija del talento humano. Pero más me duelen las miles y millones de Catedrales Humanas que se incendian todos los días a nombre de la libertad, la democracia y justicia. Eso es un crimen. Simplemente un crimen.


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