Narciso Isa Conde •  Opinión •  01/04/2019

EE.UU. contra Venezuela: degradación extrema de la comunicación

EE.UU. contra Venezuela: degradación extrema de la comunicación

En muchos casos obvian los análisis e informaciones que respetan la realidad de nuestra América y sus particularidades y ocultan el fardo trágico que se deriva de la política de EEUU contra la autodeterminación de los pueblos.”

Predominan quienes desde medios de comunicación de mucho poder y análisis seudo-inteligentes degradan la comunicación y el debate sobre Venezuela-EEUU y sobre el carácter de la contraofensiva imperialista  frente a todo lo que huela en Nuestra América a auto-determinación.

Primero, dan por cierto lo que un poderoso sistema de comunicación dominado por el gran capital  y los  Estados bajo su control difunde en volúmenes y modalidades maliciosamente y abrumadoramente tóxicas.

Luego ignoran, reducen o deforman los argumentos más consistente contrarios a su condicionado parecer; descalificando a sus sustentadores.

Mucho simplismo y bastante basura se vierten por vías manipuladas en contraste con lo que le tocaría hacer a analistas que respeten la diversidad de enfoques y procuren auscultar la realidad en busca de la verdad.

 Pero es que les encantas generalizar, para entonces calificar a todos los defensores del brutalmente agredido proceso bolivariano, como fanáticos del “dictador” Maduro y antiimperialistas de viejo cuño; mientras ignoran el carácter anti-democrático, antinacional, mafioso, e incluso neo-fascista, de  gran parte de las derechas venezolanas y del conjunto de gobiernos, partidos y sectores que las apoyan, presentando de paso a los  dirigentes chavistas como la peor especie  en el Planeta Tierra.

·         LA POST-VERDAD ES UNA SUMA DE MENTIRAS Y SILENCIOS.

Pasan por alto la impronta terrorista supranacional de EEUU, sus guerras e invasiones destructivas (Irak, Afganitan, Palestina, Libia, Yemen, Siria, Kosovo, Ucrania, Haití, Somalia… asumidas abiertamente entre las opciones actuales de la Administración Trump y del régimen colombiano de cara a Venezuela  y a los procesos que cuestionan su dominio.

Compran y venden el cuento de que el imperio y sus derechas  impulsan  democracia y progreso… hasta llegar a justificar retrospectivamente su brutal intervención en Panamá y sus masacres a nombre del combate a las “dictaduras” (ciertas o inventadas) que no tutelan.

  Se refieren a la lucha de la oposición antichavista “por la democracia”, no quieren enterarse  del respaldo de EEUU a Macri (asociado a la mafia calabresa italiana), al corrupto de Temer (mientras le fue útil para “tumbar” a Dilma), a Luis Orlado Hernández (aliado de tres carteles mexicanos e impuesto por la vía de fraudes y masacres); o al ganstercito político de Jovenal Moises que gobierna a Haití, a los neo-fascista Duque y Bolsonaro, o al delincuente político de Peña Nieto.

Ni hablar lo de asumir que aquí en República Dominicana realmente se ha conformado una dictadura constitucional mafiosa, porque esa evasión le permite seguir legitimando elecciones viciadas y un sistema de partido responsable del proceso de putrefacción del Estado dominicano, así como insistir en discursitos que propugnan por “institucionalizar” y “adecentar” el país dentro de este orden constitucional precisamente diseñado para facilitar autoritarismo, corrupción, neoliberalismo y corrupción.

En muchos casos obvian los análisis e informaciones que respetan la realidad de nuestra América y sus particularidades y ocultan  el fardo trágico que se deriva de la política de EEUU contra la autodeterminación de los pueblos.

El pasado de Venezuela correspondiente al periodo de la IV república es borrado de la historia, mientras se sataniza la etapa chavista.

 Programan  y ejecutan diabluras violentas para atribuírsela al gobierno venezolano.

Se inventa un presidente sin Estado, sin gobierno, sin poder decisión sobre el país y su territorio.

 Una verdad tan sencilla como que en ese país hermano la derecha opositora cuenta con más medios de comunicación que el Estado y el sector bolivariano, es sepultada  por cascadas permanentes de mentiras que presentan al gobierno venezolano como enemigo de la libertad de opinión.


Opinión /