Carlos Aznárez •  Opinión •  22/02/2019

El general Faría, el Comando Sur y las «ayudas humanitarias»

Ya se conoce el nombre de quien es el militar brasileño que ingresará a la dirección del Comando Sur de Estados Unidos. El designado por el ejército es el general Alcides Valeriano de Faria Júnior que actualmente actúa como jefe de la 5ª Brigada de Caballería Blindada, de Ponta Grossa, en el Estado de Paraná, y que partirá hacia su nuevo destino en la península de la península de la Florida, donde se encuentran las oficinas centrales del Comando, a fines de abril.

La negociación para que un militar brasileño fuera designado se produjo en el último año en que Michel Temer ocupaba el cargo de presidente. Desde el propio Comando Sur se pidió en su momento que se pensara en qué general de las fuerzas locales podría sustituir a quien ocupa el cargo actualmente, un militar chileno, que pidió retirarse de su función antes de que venciera su mandato en el mes de noviembre de este año. Sin embargo, la llegada de Bolsonaro a la Presidencia y su obsesico alineamiento con los Estados Unidos (e Israel) apuraron los acontecimientos, y el nombre de Faría salió a relucir con fuerza.

Faría Junior no ha sido elegido por casualidad ya que dentro del arma es un hombre con ideas similares a las de su Presidente y por lo tanto no oculta una abierta admiración por los Estados Unidos, por Donald Trump y sus políticas guerreristas. Un general que está, por otra parte, en las antípodas del espíritu nacionalista y celoso de la influencia estadounidense en el continente, con que en décadas pasadas se identificaba el ejército local.

En sus primeras declaraciones, Faría sostuvo que se siente muy comprometido de la designación ya que representa “un orgullo no solo en lo personal sino también para el Brasil”. Ese “orgullo” precisamente es el que viene generando ciertas rispideces en algunos mandos de la Aeronáutica y la Marina, ya que por un lado se sienten discriminados por la jefatura estadounidense y por el otro, no están de acuerdo con que se identifique a las Fuerzas Armadas con una doctrina de total sumisión a los EE.UU.

En su nuevo encuadre, este general actuará como subcomandante de interoperabilidad del Comando Sur y será responsable de facilitar la comunicación entre las Fuerzas Armadas en la región.

¿En que se traduce en la práctica dicha actividad? Ni más ni menos que en tareas de “ayuda humanitaria”, precisamente la iniciativa que esa fuerza de intervención estadounidense está implementando en la frontera de Colombia con Venezuela, poniendo esa excusa para lograr el objetivo de derrocar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro.

Faría no ha hecho declaraciones públicas sobre Venezuela, pero sabe perfectamente que ese Comando Sur que tanto admira es la punta de lanza de las políticas injerencistas de Washington. De hecho eso lo dejó claro el almirante Craig Faller en su reciente encuentro con militares brasileños y se repitió este martes en la conversación con el comandante de las fuerzas militares de Colombia.

La “ayuda humanitaria se hará de todas maneras y no habrá fuerza capaz de impedirla”, dijo Faller, aludiendo a la decisión de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que por boca del ministro Vladimir Padrino López, dejó en claro que quienes intenten violar la frontera soberana venezolana “no pasarán” y agregó: “No lo van a poder lograr, van a tener que pasar por nuestros cadáveres”.

Estos primeros y graves escarceos entre una potencia imperialista junto a sus adláteres sumisos del generalato colombiano y del resto de los perros falderos del Cartel de Lima, habrá de desarrollarse a partir de este próximo fin de semana, más precisamente el sábado 23. Lo que de alli se produzca podrán derivar en otros episodios igualmente conflictivos y no deseables para los pueblos de la región. Habrá que ver que escenarios se impondrán a fines de abril cuando el general Faría ocupe su cargo y él que una y otra vez ha repetido que “solo” se ocuparía de “ayudas humanitarias” no tenga que enredar al Brasil en una guerra de recolonización continental a la que aspira su admirado Donald Trump.

Fuente: Misión Verdad


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