Narciso Isa Conde •  Opinión •  24/01/2019

USA-Trump por asaltar a Venezuela

El logro de la mayoría electoral en la Asamblea Nacional de Venezuela fue usada por la extrema derecha venezolana, bajo la tutela, primero de Obama y luego (con más rabia y gran torpeza) por  Donald Trump, para tratar de derrocar internamente el Gobierno Central electo por mayoría a favor de la fuerzas chavistas. 

En el centro de esa determinación estuvo –y está- el poder imperialista de EEUU y sus aliados a escala continental y global.

La respuesta bolivariana a esa determinación imperialista, luego de múltiples provocaciones, fue la anulación de ese sedicioso órgano legislativo y la convocatoria de la Asamblea Constituyente para reestructurar las bases constitucionales y las instituciones de ese país.

Entonces, el chavismo pasó a la ofensiva y la extrema derecha comenzó a descender, registrándose una apabullante victoria del PSUV  y fuerzas aliadas; y entonces, el plan de EEUU retornó a aquello de darle preeminencia a la sedición y específicamente optó más categóricamente por una salida tipo Libia, ajustada a las condiciones latino-caribeñas.

A la puerta de una derrota en las nuevas elecciones presidenciales, similar a la impartida en las estaduales, Washington ordenó a sus súbitos locales abstenerse a concurrir a  esos comicios para posteriormente declarar “ilegítima” la segura reelección de Maduro.

·         Hacia otra variante de la “guerra de cuarta generación”.

   Eso es lo que se  está ejecutando a partir del pasado 10 de enero dentro de una estrategia de amplio espectro que tiende a desatar una variante continental de la “guerra de cuarta generación” a cargo del Pentágono, con intensa y pérfida contribución del Estado terrorista colombiano y de la funesta Alianza del Pacífico; con la vergonzosa adhesión del gobierno traidor de Lenin Moreno (ECUADOR) y la honrosa excepción de México, presidido ahora por López Obrador.

A esa especie de gobiernos bandidos (incluidos los de Argentina, Brasil, Paraguay y Honduras bajo mandatos neofascistas), absolutamente despreciables, se ha sumado, con la sinuosidad propia del peledeismo, el Gobierno de la dictadura constitucional mafiosa que preside aquí Danilo Medina.

Tremenda lección, no la única, para el presidente Maduro y la dirección del PSUV que privilegiaron sus relaciones políticas a favor del PLD e incurrieron en graves faltas de solidaridad con las luchas libradas en los años por de nuestro pueblo y por las izquierdas y los movimientos sociales más consecuentes.

·         EL burro y quien lo apareja.

   TRUMP está tras de su Macri, su Bolsonaro, su Juan Orlando Hernández… para nombrar su Gobernador de Colonia en una presunta  Venezuela post-bolivariana y post-chavista.

Ahora, en su Juan Guaidó tiene su Temer como “transición” o “situación provisoria”, candidato a “presidente interino” de su programada invasión postmoderna.

Trump está en busca de su propio modelo. Pero, sobre todo, el imperio decadente que él ahora preside está tras el petróleo, el gas, el oro, el agua, la biodiversidad, los minerales estratégicos, el suelo, el subsuelo y el sobresuelo de ese inmensamente rico país.  Está tras la anulación de su soberanía. Tras la recolonización de todo el Continente. 
 

Solo “que una cosa piensa el burro”… porque la verdad verdadera  es que la Venezuela y el pueblo-pueblo que dejó Chávez -más allá de las limitaciones, errores, incongruencias, vacilaciones, inconsecuencias y torpezas del presidente Maduro y su equipo de Gobierno (AUQUE VALE RECONOCERLE ANTIMPERIALISMO Y FIRMEZA, que no es poca cosa)- tiene una alta auto-estima y un gran sentido de soberanía y Patria Grande.

Nuestra América, además, no está ya para que se le considere “patio trasero” y escenario de escarnios y saqueos.

Ahí y mas allá se va a pelear, y se va a pelear duro.

La guerra que se propone Trump tendrá su contrapartida, si definitivamente se atreve desplegarla.

Ocurre que en Venezuela la insurgencia puede ser radical y masiva, no es solo una confrontación entre ejércitos, y podría extenderse más allá de sus propias fronteras.

Venezuela no está sola. La contraofensiva bestial de EEUU en el continente provoca virajes temporales, pero  no estabilidad.

La infamia se esfuma cuando la bestialidad exhibe su verdadero rostro.

El proceso bolivariano procuró ser pacífico, pero nunca se desarmó, ni a nivel de fuerzas armadas regulares chavista, que las hay con vocación revolucionaria, ni a nivel de pueblo.

Preparémonos, pues. La hora de los hornos asoma y exige internacionalismo de verdad y solidaridad sin límites. (noticiassin.com)


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