Marco Teruggi •  Opinión •  18/01/2019

Venezuela: claves del asalto en preparación

Venezuela: claves del asalto en preparación

Parece en marcha un asalto similar con el que se ha incendiado y luego arrasado otros países, en particular Libia y Siria.

Las cartas están echadas. La primera mano indica que nuevamente está en marcha un intento de golpe al poder político. Se da luego de un período de desorientación con derrota de la derecha, a la vez que de preparación de las condiciones para este escenario. Se ha terminado en lo político la etapa agosto 2017-diciembre 2018, continúa y se profundiza en lo económico. Ambas variables se cruzan, se retroalimentan, estamos ante un esquema de ataque integral ininterrumpido.

La fortaleza central de este nuevo asalto reside en la combinación de la situación interna con la internacional. En el primer plano se trata del paso dado por la Asamblea Nacional (AN) al declarar a Nicolás Maduro como usurpador, autoproclamarse como nuevo poder y posible nuevo presidente, en un esquema de gobierno paralelo, con facultades en lo económico, político, internacional.

Esa acción está directamente relacionada/subordinada a la luz verde ordenada desde el frente exterior que anunció que reconocería a la AN como único poder legítimo en Venezuela. Las declaraciones de voceros del gobierno norteamericano, el Grupo de Lima -con excepción de México- el secretario de la Organización de Estados Americanos, y países que se suman como Ecuador y Canadá, son la muestra de cómo los pasos ya estaban previstos para ser encadenados. Ordenan desde fuera.

Dentro de ese esquema parece en marcha un asalto similar con el que se ha incendiado y luego arrasado otros países, en particular Libia y Siria -otro debate es cuáles han sido los resultados en cada caso-. Se trata de bloquear financieramente, apoderarse de las riquezas de la Nación, apretar el cerco hasta la asfixia para desencadenar el ataque final a la fortaleza sitiada desde fuera y disparada desde dentro. La pregunta aún sin respuesta es cuáles serían las fuerzas que encabecen el ataque: ¿una nueva dimensión del ataque paramilitar enfrentado en el 2017? ¿Incidentes y militarización de la frontera? ¿Aparición de la OTAN de la cual forma parte Colombia? ¿Quiebres internos para los cuales la AN ya ofrece una amnistía? ¿Ataques de tipo terrorista? ¿Combinación de formas y actores?

La situación parece a la espera del elemento desencadenante.

La debilidad del esquema fue planteada por el mismo Juan Guaidó, miembro de Voluntad Popular -principal partido incendiario en el 2017- y presidente de la AN: requiere apoyo de la sociedad, de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y de la comunidad internacional. Es decir que no tienen cómo traducir sus anuncios en actos. Trabajan para lograrlo, y uno de los objetivos es conseguir removilizar a su base social que ha pasado a descreerles brutalmente desde la victoria de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Para eso los cabildos abiertos, la épica por las redes sociales, la convocatoria a la movilización del 23 de enero.

La otra debilidad del plan de asalto es la fortaleza del chavismo. Fortaleza parcial: el destiempo entre lo político y lo económico es cada vez mayor. Nada indica que se achicará en un tiempo breve. En lo político el chavismo mantiene la unidad, con tensiones inevitables, capacidad de movilización repotenciada ante la amenaza, el universo extendido de organización popular, comunal, miliciana, psuvista, la FANB que no ha cedido a los llamados millonarios, la ANC, el reconocimiento de Nicolás Maduro, con todas las dificultades, como dirección principal del movimiento. Si la derecha vuelve a subestimar al chavismo incurriría en un nuevo y otra vez peligroso error.

La otra fortaleza reside en la capacidad de maniobra internacional que ha desarrollado el gobierno. Las declaraciones de Rusia son una de las cartas más fuertes y visibles. El conflicto se da en el marco de la disputa geopolítica actual donde los contrapesos son poderosos. Los EEUU ya no pueden hacer y deshacer como en sus años de unilateralismo. Siria es muestra de ese nuevo cuadro, China es la expresión del epicentro económico de la disputa. La batalla de Venezuela es más que venezolana, es geopolítica.

La debilidad está en la situación económica. Trabaja como un agua que corroe, reformatea en cámara lenta, tanto en los niveles de la superficie como en las profundidades. En el primer nivel se trata de los necesarios cambios operados por la mayoría de la población para enfrentar la situación, expresado en fenómenos como la dolarización, la profundización de la economía de frontera minorista -que no es igual al contrabando de extracción- el aumento especulativo de todos los servicios -taxi, comida etc.- las remesas, los trabajos infrapagados para el exterior, entre otras cosas. El segundo nivel se expresa en dimensiones menos visibles y de impactos profundos, donde se combinan mafias de la corrupción, la emergencia/consolidación de un nuevo empresariado que vela por sus intereses como fracción de clase, la política poco clara de ingresos de nuevos capitales a las empresas estatales -¿cuáles son las razones por las cuáles esas empresas quedaron en la situación actual?- entre otros fenómenos.

Sobre esa debilidad y esa fortaleza van a descargarse los golpes. El bloqueo internacional -que es parte estructural de las razones de la crisis desatada como parte del formato de guerra- buscará llevar la situación económica a su límite. Secar al país y, en ese movimiento, saquearlo. En cuanto al ataque sobre lo político saben que necesitan quebrar: la FANB, la institucionalidad, el chavismo. El cuadro económico genera condiciones, es la integralidad de la estrategia.

Resulta difícil medir tiempos y resultados. Pueden ocurrir varios movimientos dentro de ese panorama. Uno de ellos es que la ANC convoque a nuevas elecciones de la AN en vistas del Golpe en aceleración. Eso podría desencadenar diferentes resultados: desestructuración de la poca unidad de la derecha, agudización del enfrentamiento como elemento catalizador, luz verde para un nuevo salto en el ataque. La historia no es lineal y cada fuerza mueve sus cartas.

Hemos ingresado a un nuevo momento que busca romper el empate. Existen dos bloques en disputa: el del chavismo y el de la revancha clasista e imperialista. Lo demás es ficción, nadie está por encima de las partes en conflicto. La pelea es triple, por no ceder al asalto, estabilizar la economía y disputar para que la revolución no relegue sus elementos emancipadores presa de un pragmatismo de poder. Nadie sabe cómo terminan las trincheras, solo se sabe que la pelea es peleando con estrategia.

 


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