Libardo García Gallego •  Opinión •  31/12/2018

El nuevo contrato social del seiglo XXI

Hoy no voy a escribir de mi cacumen, voy a transcribir un video digno de análisis profundo, en el cual se resumen las principales discusiones entre quienes se adueñaron del planeta y quienes detestamos el sistema socioeconómico y político que nos impusieron. No es el Contrato Social de J.J. Rousseau en 1762 ni la Encíclica Rerum Novarum de León XIII en 1891; es un texto escrito en el año 2003 que consta de 36 artículos donde se “destacan la indiferencia, la ceguera, la sumisión y la idiotez de todos nosotros”, material suficiente para varias entregas. El video se descarga con este enlace: https://youtu.be/FDUxyhjK_fo.:

“Artículo 1. Acepto la despiadada competitividad como la base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que este funcionamiento engendra dolor, frustración y cólera a la inmensa mayoría de los perdedores.

Artículo 2. Acepto que diariamente me humillen o me exploten a condición de que se me permita humillar y explotar a otro que ocupe un lugar inferior, en la pirámide social.

Artículo 3. Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles, porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites y ellos deben quedar excluidos.

Artículo 4. Acepto remunerar generosamente a los bancos para que ellos inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no meden ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (ganancias que servirán para atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente). Acepto también que me descuenten una fuerte comisión po prestarme dinero, dinero que proviene exclusivamente de los otros clientes.

Artículo 5. Acepto que co9ngelemos o tiremos diariamente toneladas de comida para que los índices bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecerle esa comida a los necesitados y de permitirle a algunos centenares de miles de personas no morir de3 hambre cada año.

Artículo 6. Acepto que sea ilegal poner fin a mi propia vida, rápidamente: en cambio tolero que se me mate lentamente, inhalando o ingiriendo substancias tóxicas autorizadas por los gobiernos. El sistema dice que mi vida no es mía, dice que es de ellos y que sólo ellos deciden qué debo hacer con mi vida.

Artículo 7. Acepto que se haga la guerra (por cualquier motivo y a cualquier costo) para hacer reinar la paz, aunque veamos que la paz nunca se haya logrado.

Artículo 8. Acepto que en nombre de la paz el primer gasto de los Estados sea de defensa. También acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacernos del enorme stock de armas y así permitirle a la economía mundial seguir avanzando.

Artículo 9. Acepto el amplio dominio del petróleo en nuestra economía, aunque sea una energía muy costosa, sucia y contaminante y estoy totalmente de acuerdo en impedir todo intento de sustituir el petróleo. Y aunque se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía, es evidente que lo gratuito sería nuestra perdición.

Artículo 10. Acepto que se condene el asesinato de otro ser humano, salvo que los gobiernos decreten que ese ser humano es un enemigo y que me alienten a matarlo. Por ello, acepto gustoso la muerte de todos mis enemigos.

Artículo 11. Acepto que se divida a la opinión pública creando partidos de derecha y de izquierda, que tendrán como pasatiempo la pelea entre ellos, haciéndome creer de esta manera que el sistema está mejorando y avanzando.

Artículo 12. Además, acepto toda clase de división posible (política e ideológica) con tal que esas divisiones me permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados por los gobiernos, cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.”

Armenia, 21 de diciembre de 218

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