Enrique Soldevilla Enríquez •  Opinión •  05/12/2018

La migración cubana: un arco de motivaciones

El presente trabajo explora un abanico de motivaciones posibles que han influido en la decisión individual de ciudadanos cubanos a residir en el extranjero.

La sociedad humana nació migrante. Cabe recordar que, durante el paleolítico, considerado el periodo más largo de la prehistoria humana, las primeras agrupaciones de individuos sociales fueron nómadas, compelidos a trasladarse de un territorio a otro en busca de fuentes de alimentación, pues eran recolectores al principio y cazadores después. Era una dinámica de movilidad motivada por la necesidad primaria de supervivencia dentro de un medio ambiente hostil, al cual aquellos individuos tenían que enfrentarse empleando tecnologías rudimentarias de piedra tallada, palos, huesos y bejucos.

No fue hasta el final del denominado periodo neolítico, unos 3500 años antes de la era cristiana, que, según los hallazgos arqueológicos en el Oriente Medio, se produjo la convivencia social sedentaria donde comenzaron a desarrollarse formas de cultura agrícola-ganadera, producto de la división social del trabajo, organizándose las primeras ciudades rudimentarias como espacios de asentamiento permanente; surgen además en esta etapa la escritura cuneiforme (sumeria), la propiedad privada sobre los medios y excedentes de producción, la estratificación de la sociedad en estamentos y clases y el Estado rudimentario, institución desde la cual la “función pública” también fue objeto de apropiación socioclasista. Se abría paso en la historia el esclavismo como forma de organización socioeconómica.

De lo anterior puede inferirse que en los movimientos migratorios de la prehistoria hubo una base causal primaria de supervivencia, pero al emerger las sociedades divididas en clases y estamentos se amplió el espectro de motivos dando lugar a que las dinámicas migratorias se deban también a diversos intereses económicos, políticos, afectivos o religiosos.

Así, en el sistema-mundo de nuestros días los flujos migratorios forman parte de un entramado de problemas articulados: crisis ecológica, alimentaria, financiera, laboral, política, ética y humanitaria, como resultado del desarrollo desigual entre las naciones, de la inequidad social en los espacios locales y de las guerras como fenómeno que, en última instancia, refleja una mentalidad de raíz colonial que pugna por mantener su hegemonía acudiendo a diversos ropajes ideológicos, en cada país y a escala global.

Movimientos migratorios externos de ciudadanos cubanos

 Con el inconmensurable desarrollo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, y su concentración en pocos centros de poder mediático, el tema de la emigración cubana ha sido proyectado desde una matriz de opinión que establece la causa principal en el rechazo de los migrantes al modelo socialista, argumento que se cae por su propio peso cuando vemos que hay flujos migratorios iguales o mayores desde otros países cuyos ciudadanos viven en el sistema capitalista.

El triunfo de la revolución cubana, el 1 de enero de 1959, inició un proceso de transformaciones profundas en las relaciones de convivencia social y política de la isla caribeña; entre ellas, en las relaciones de propiedad sobre los medios de producción, lo cual afectó intereses de propietarios extranjeros y nacionales, que vieron nacionalizadas sus fuentes económicas de vida basadas en la explotación del trabajo ajeno.

Nótese que tales transformaciones en aquel momento impactaron, al menos, a dos o tres generaciones educadas en la tradición capitalista, en plena guerra fría, contexto en el que había calado muy hondo la propaganda anticomunista en la conciencia social de los individuos nacidos en nuestro hemisferio americano. Por tanto, la migración externa de ciudadanos cubanos en los primeros años del proceso revolucionario, debido a

las razones expuestas, sí tuvo una marcada motivación política e incluso fue estimulada mediante privilegios especiales otorgados a los cubanos por el gobierno de los Estados Unidos, país receptor principal.

El embargo a Cuba como condicionante migratorio externo

Una constante política condicionante (no significa “determinante”) de la motivación de emigrar de algunos ciudadanos cubanos es el embargo comercial, económico, financiero y tecnológico impuesto a Cuba por el gobierno de los EE.UU., que desde 1961 está vigente, cuyo objetivo ha sido asfixiar o dificultar el desarrollo del modelo socialista cubano. En su dimensión de guerra psicológica dicho embargo se propuso, desde el principio, sembrar la idea de inoperatividad económica del socialismo y desanimar a la población en sus percepciones sobre el futuro de vida en un proyecto socialista.

Aunque con el paso del tiempo hayan mutado las circunstancias históricas, no olvidemos que dicho embargo se mantiene activo. De manera que al ser estudiadas las motivaciones del migrante externo cubano debe tomarse en cuenta el impacto del embargo, que provoca escasez de bienes materiales, hecho que incide de forma negativa en la subjetividad social, sobre todo, de las nuevas generaciones, que no conocieron periodos de relativa prosperidad económica del modelo cubano, cuando existía el campo socialista y la URSS; también debe considerarse en una escala de motivos la fuerza atrayente de los lazos parentales establecidos entre emigrados y residentes en la isla, la influencia mediática acerca de la ilusión del modelo

capitalista de “prosperidad” y, también, la existencia en etapas anteriores del proceso cubano, de políticas prohibitivas internas que, aun sin proponérselo, condicionaron en muchos ciudadanos la decisión de emigrar.

No obstante, al estudiarse comparativamente las cifras de flujos migratorios mundiales, es palpable que la migración externa de ciudadanos cubanos no ubica a la isla entre los primeros lugares como emisor de migrantes. Y, paradójicamente, puede asegurarse que el embargo es una disposición política que convierte en económica la motivación migratoria de los cubanos.

Algunas cifras relevantes

De acuerdo con el censo demográfico de 2017, la población total residente en Cuba es de 11 221 060 habitantes, compuesta por 5 584 885 de varones y 5 636 175 de hembras. En promedio, las provincias de mayor población son La Habana (2 129 817), Santiago de Cuba (1 052 518) y Holguín (1 032 178).

Al concluir este artículo, y considerando posibles imprecisiones estadísticas, la población cubana total emigrada se estima aproximadamente entre 1.5 y casi 2.0 millones de personas, incluidas las nacidas en el extranjero. Aunque los emigrados cubanos se han diseminado por numerosos lugares del planeta, los principales destinos geográficos arrojan la siguiente distribución: Estados Unidos (1,300,000), España (125,000), Italia (33,000), México (18,000), Alemania (15,000), Canadá (15,000), Puerto Rico (13,000) y República Dominicana (10,000), según estimaciones de mediados de 2015 de la División de Población de las Naciones Unidas (ver https://oncubanews.com/cuba/sociedad-cuba/migraciones/la-emigracion-cubana-a-eeuu-en-cifras/).

Pero en una aproximación cualitativa debe considerarse, en el caso cubano, una faceta de la realidad social cotidiana que suele ser invisibilizada: alrededor del 90% de los núcleos familiares son propietarios de su vivienda (y no existe el impuesto sobre la misma), lo que no ocurre en la mayoría de las naciones del mundo. Esto no significa que se haya solucionado el problema habitacional en Cuba, pues su demanda siempre es creciente y concomitante con el surgimiento de nuevas generaciones. Por otro lado, los que emigran lo hacen desde un país donde los principales servicios públicos son subsidiados por el gobierno, como el agua, el gas, la electricidad, la telefonía fija y el transporte público, como también son gratuitas la salud, los servicios funerarios y la educación en todos los niveles.

Cabe recordar también que la política migratoria vigente desde el 2013 sitúa a los cubanos en igualdad de condiciones que los nacionales de otros países para viajar, siempre y cuando el país de destino les otorgue visa. De hecho, puede afirmarse que los ciudadanos cubanos están viajando al extranjero en calidad de turistas como nunca antes en su historia. “Según datos de la ONEI, eso significó que cerca 820,000 cubanos hubieran viajado a tierras foráneas desde ese entonces (2013). De ellos el 78% lo hizo por primera vez”, se comentó en un artículo de BBC Mundo, el 20 de febrero de 2018.

A ello cabe añadir la seguridad ciudadana, reconocida internacionalmente como un importante indicador para la calidad de vida y para el desarrollo de la industria turística. Asimismo, quienes emigran dejan atrás una sociedad con un marco legal regulatorio de la convivencia que de manera genuina protege y promueve la justicia social, expresada en la no discriminación y en la equidad de oportunidades de acceso de los ciudadanos a la cultura y al deporte. Así y todo, tales conquistas sociales incuestionables del modelo cubano, aun habiendo sido internalizadas en la subjetividad del pueblo como componentes “patrimoniales” de su calidad de vida, tampoco establecen un límite al deseo de bienestar y al perfeccionamiento de la justicia social, que forman parte de las expectativas mutuas de comportamiento en las interacciones Estado-sociedad.

A pesar de lo expuesto hasta aquí, es pertinente formularnos una pregunta impostergable: al disfrutar de semejantes conquistas sociales, ¿por qué desean emigrar hoy algunos cubanos, particularmente los pertenecientes a segmentos etarios jóvenes?

Una respuesta plausible la ofrece la psicología y tiene que ver con la escala de necesidades humanas, propuesta en 1943 por Abraham Maslow, en su libro titulado Una teoría sobre la motivación humana, cuya idea central plantea que los individuos buscan satisfacer necesidades superiores cuando ya tienen satisfechas las necesidades inferiores.

Al considerar esa explicación, pero sin reducir absolutamente nuestra evaluación a la referida concepción maslowiana, debe precisarse que ella es solo un componente más de la dinámica de subjetividad individual en la decisión migratoria de los cubanos que asentaron residencia en otros lares del planeta, porque en realidad hay multicausalidad en la toma de decisiones para emigrar, donde intervienen otros componentes “inductores”, como los siguientes:

• La influencia negativa en la subjetividad –en particular en la de los jóvenes– de muchas carencias materiales provocadas por el embargo norteamericano, que obstaculizan las expectativas de consumo de bienes materiales que el comercio socialista desearía ofrecer a los ciudadanos. Al colocar en un primer plano el asunto del consumo de bienes materiales, se pone de relieve la tendencia a una determinada orientación de valores en cuya jerarquía prevalece el deseo de “tener”, como forma de realización personal, que ha germinado como paradigma en la subjetividad de muchos jóvenes a escala internacional, no solo de los cubanos. Diríase que es un signo de la época actual, producto de la globalización y del neoliberalismo.

• La influencia seductora de las redes sociales, de la televisión, de Internet y del turismo, en la constitución del deseo consumista de marcas famosas, como señal de estatus social de superioridad y “éxito” personal, resultado de la propaganda sobre modos de vida placenteros ofrecidos por el capitalismo.

• La influencia de los lazos parentales, ya sea por el deseo de reunificación o por el asentamiento en otro país al haber contraído matrimonio con algún extranjero.

• La influencia de la realidad cotidiana nacional, donde el poder adquisitivo del salario no constituye la fuente principal de bienestar progresivo, situación que los lineamientos del VI congreso del Partido Comunista cubano se han planteado solucionar. A esto se añade la existencia, por más de dos décadas, de una dualidad monetaria y de mercado que desestimula la incorporación laboral en empresas e instituciones estatales, donde también ocurre una emigración hacia el incipiente sector privado o cooperativo, en los cuales se pagan mejores salarios, incluso en CUC (divisa interna cubana, contraparte de la moneda nacional tradicional).

Todos esos componentes configuran una multicausalidad compleja en la decisión migratoria, sobre todo en segmentos etarios jóvenes, que buscan realizar sus proyectos de vida en el extranjero.

Conclusiones

Cualquier aproximación al estudio de la emigración cubana actual no debe dejar de considerar el diferendo con el gobierno de los EE.UU., país con el que, a pesar de haberse reestablecido las relaciones diplomáticas desde diciembre de 2014, existen tensiones políticas a causa del persistente embargo comercial, económico, financiero y tecnológico contra la isla, y otras restricciones típicas de la guerra fría, que impactan de manera perniciosa el normal desarrollo del pueblo cubano en todos sus ámbitos.

Las motivaciones migratorias de los cubanos pueden compararse con las de cualquier otro nacional de América Latina, en el sentido de que prevalecen las razones económicas, a pesar de haber vivido y haberse formado culturalmente dentro de un sistema social que satisface a sus ciudadanos necesidades de primer orden para una existencia humana digna, las cuales, sin dudas, constituyen aspiraciones de muchas naciones hermanas del mundo.

Queda pendiente estudiar el flujo de cubanos que, amparados por la reforma migratoria de 2013, decidieron reasentarse (repatriarse) en el territorio nacional, cuyas cifras alcanzaron los 14,000 en el 2016 y 11,176 en el 2017 (ver: BBC Mundo. “Los repatriados de Cuba: por qué miles de emigrantes están volviendo a la isla”. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-43038889). Desde la nueva disposición legal del año 2013 se han reasentado en la isla 40, 603 compatriotas(http://www.granma.cu/mundo/2018-10-21/40-603-emigrados-cubanoshan-solicitado-la-residencia-permanente-en-elpais-desde-2013-21-10-2018-09-10-22).

Para profundizar más en el tema migratorio cubano sugiero consultar Aja Díaz, Antonio (2001). “La emigración cubana entre dos siglos”. Revista Temas, No.26, julio-septiembre. La Habana, haciendo vínculo en: http://www.temas.cult.cu/articulo/2143/la-emigracion-cubana-entre-dos-siglos.

Por último, debe considerarse el fenómeno migratorio cubano como algo a tono con la faceta positiva de la globalización, donde las personas viajan llevando consigo sus saberes, establecen residencia y regresan a la patria culturalmente enriquecidos, ejerciendo esa clase de libertad que solo puede desplegarse a plenitud en un ambiente de paz y de cooperación entre las naciones.              

Enrique Soldevilla es Doctor en Ciencias Filosóficas. Graduado en Filología Hispanoamericana en la Universidad de La Habana. Escritor y periodista. Profesor universitario

Fuente: País Dominicano Temático


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