José Haro Hernández •  Opinión •  01/11/2018

Salarios pequeños, banderas grandes

El acuerdo suscrito entre el Gobierno y Unidos Podemos no es de carácter presupuestario. Se trata de un pacto para contrarrestar, de manera parcial y limitada, el  proceso de devaluación salarial que las clases trabajadoras de este país están experimentando desde hace muchos años. Efectivamente, sus aspectos más tangibles, cuyo desarrollo no precisa de la existencia de un presupuesto nuevo, puesto que se pueden implementar mediante decreto-ley, hacen referencia a la subida del salario mínimo desde 735 euros hasta 900(salario directo), al incremento de las pensiones en 2019 en función del IPC real(salario diferido) y la subida en un 40% del gasto en dependencia(salario indirecto).

Estas medidas han concitado la ira de las fuerzas de derecha económica y política. La recusación se ha concentrado sobre todo en el salario mínimo de 900 euros, al que acusan de propiciar una destrucción de empleo como consecuencia del incremento de los costes laborales que sufrirán las pymes. Este argumento es muy escasamente sostenible por varias razones. Primero, el número de trabajadoras y trabajadores afectados apenas supera el medio millón, cuantía con escasa repercusión sobre el conjunto de la actividad económica. Segundo, la propia patronal suscribió el pasado año un acuerdo con los sindicatos para elevar el salario mínimo de convenio hasta los 1000 euros. No se entiende que los agentes sociales concierten este nivel retributivo para la gran mayoría de empresas y se rechace una cantidad inferior para los perceptores del salario mínimo. Tercero, el Banco de España y diversos organismos internacionales nada sospechosos de veleidades bolivarianas(OCDE, FMI,…) vienen advirtiendo sobre el nivel anormalmente bajo de los salarios españoles en relación a la renta nacional, causa de la desigualdad lacerante que se ha instalado en este país. Esta inequidad es fuente de desestructuración social, pero también de ineficiencia económica en cuanto que la demanda y el consumo se resienten y, además, cae la tasa de ahorro. Y supone un agravio insufrible cuando el sueldo de los ejecutivos se ha incrementado un 43% entre 2013 y 2017.

Cuarto, y en relación a la productividad por hora trabajada, en España se sitúa en el 97% del valor que rige en la UE, mientras que el salario mínimo se queda en el 75%. De hecho, según los estándares europeos, el SMI español debería ser de unos 1100 euros(el 60% del salario medio). Quinto, respecto de las experiencias en otros ámbitos geográficos y temporales en los que se ha incrementado el SMI de forma significativa(España 2017-2018 y Alemania 2015-2017), el paro se redujo. Y es que cuando el principal problema de una economía es la insuficiencia de demanda y los sobrebeneficios empresariales, subir los salarios es una medida higiénica.

La pregunta, entonces, es por qué la derecha se opone a una medida que en realidad mejora el sistema capitalista en este momento. En mi opinión, la respuesta es que los sectores dominantes de este país lo conforman una serie de empresas cuyo dominio de mercado les hace indiferentes a la capacidad de compra de la sociedad. Así, los bancos(que han demostrado lo que mandan torciendo una sentencia del Supremo sobre las hipotecas) están interesados en que la gente se endeude, y así lo hará si sus salarios son bajos. Para las eléctricas, los ingresos de las familias son una variable independiente de sus beneficios, porque al final todos tenemos que pagar la luz al precio que nos impongan. Las empresas que se rigen por el ‘modelo Florentino’ captan sus recursos de los contratos que suscriben con el Estado, el cual les garantiza, con el dinero de todos, un margen de beneficio, rescates de por medio si es preciso. A toda esta oligarquía le viene bien una sociedad de low cost, porque se la quedan a precio de saldo. Y los políticos y medios que anuncian el apocalipsis ante un salario mínimo de 900 euros trabajan para esa élite. Y esconden su miseria moral y su ausencia de alternativa bajo una enorme bandera que nos regalan por la calle.

* joseharohernandez@gmail.com


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