José Antonio Medina Ibáñez •  Opinión •  30/09/2018

Cuando la política española se convierte en velutina

Cuando la política española se convierte en velutina

Algunas veces la política se gana el corazón de los ciudadanos, son momentos efímeros como cuando se desplomaron las dos torres gemelas y Estados Unidos convenció al mundo de que ellos eran los buenos o, cuando José María Aznar dijo a los españoles que el mejor ministro de Economía de la historia de su país había sido Rodrigo Rato y por eso llegó a Director Gerente del FMI.

Hoy, apoyándose en la desacreditada izquierda latinoamericana y con un compañero de viaje, Pablo Iglesias, desinformado y haciendo oposición al socialismo español, los partidos de la derecha aznarista, aprovechándose de la imprecisión de la definición de lo que es el liberalismo, se convierten en progresistas en cuestión de minutos; así lo acaba de hacer Albert Rivera para ganarse la simpatía de Manuel Valls, así lo hizo el PP cuando era ministra Dolores de Cospedal diciendo que ellos eran el partido del pueblo.

En España estamos acudiendo al ninguneo de la moral colectiva, imponiéndose, a tropezones, ese cúmulo de ideas que el Partido Popular quiere que aceptemos: El que la mayor libertad individual siempre ha supuesto el éxito de toda la sociedad y, que es la misma sociedad – no el Estado – la que regula sus reglas, permitiendo que sean los más aptos quienes se beneficien de ellas.

Los ejemplos, que en el reino de los borbones todos observamos sorprendidos, son el Máster de Pablo Casado o, el título de doctor – ahora desaparecido – en el CV de Albert Rivera,  jóvenes políticos dispuestos a todo para llegar a las más altas instancias institucionales del país.

Los españoles estamos asistiendo, desconcertados, a una lucha infantil y perversa de la derecha por el poder, quieren convencer al mundo que la mejor sociedad no es la de izquierdas sino la de derechas, que los corruptos contaminadores están y siempre han venido de Venezuela, Cuba o Rusia, olvidando rápidamente cuando Rajoy le decía a Bárcenas “Luís sé Fuerte”.

A estos nuevos chamanes de la política española les importa poco el que estén llevando a pensar que España es un país lleno de porquería, ahí está otro ejemplo de Casado asegurándole al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que España es un desastre.

Afortunadamente siempre existen distintas lecturas de un mismo párrafo, con ese empeño de avispa velutina también están permitiendo pensar que no perdonan el haber perdido la moción de censura y que hoy por hoy no tienen nada que decir o proponer, salvo el linchamiento de Pedro Sánchez.

Se les acabó la tesis doctoral de Sánchez y cogieron su libro, se les acabó el libro y toman las grabaciones del corrupto Manuel Villarejo, olvidando por qué tuvo que marcharse Mariano Rajoy, así son de frágiles.

El pasado viernes 28, la escritora Almudena Grandes soltó, para los velutinos incluido Iglesias,  una perla cronológica en la Cadena de radio más importante de España “La SER”:

“…Grande Marlaska habló de su orientación sexual en una entrevista publicada en 2006, es inverosímil que Delgado (la ministra) la revelara a Villarejo en 2009…En 2009 Villarejo era ni más ni menos que un comisario de policía y, que una fiscal coincida con un  comisario es inevitable.

Las dudas sobre el comisario comenzaron en octubre de 2014, tras la detención del pequeño Nicolás, y sólo en 2015, aparte de comer con Casado, empezó a perfilarse como el despreciable corrupto que es.

Puede acusarse a la fiscal Delgado de no haber advertido en 2009 la auténtica condición del condecorado comisario que se sentó a su lado en una comida, pero tampoco es verosímil vincularla a las cloacas de Interior seis años antes de que su existencia empezara a sospecharse.

El fruto de la criminología con la figura de Villarejo produce efectos fascinantes; en julio sus grabaciones sobre el rey emérito se calificaron como  el agónico ataque al Estado de un chantajista, en septiembre se considera una fuente lo bastante fiable como para que la exministra Montserrat, que se rompía las manos aplaudiendo a Rajoy cuando le pedía a Luís fuera fuerte, exija a gritos la caída  del gobierno.

La curiosidad sobre una conversación privada, grabada sin permiso por un delincuente, no cesa; pero ninguna señoría se ha preguntado qué es Moncloa.com ni quién lo paga, otros tampoco han reparado en que el pensamiento crítico es, ante todo, pensamiento, es decir, analizar los elementos y el relato en lugar de tragárselo sin masticar”.

El tema en cuestión tiene que ver con lo que hoy es la política para unos, y lo que otros esperan debería ser.  Tiene que ver con lo elemental que parecen ser estos nuevos y grises dirigentes que no se detienen a contrastar lo que les lanzan a sus caras.

Asistimos perplejos al nacimiento del político “eco”, reproductores impenitentes de titulares de prensa y con alta ineficacia en sus explicaciones; no son descubridores de nada serio, dando todo por válido porque la realidad les es mucho más compleja.

José Antonio Medina Ibáñez.

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