Paco Campos •  Opinión •  10/09/2018

Cada vez más finitistas

Rorty en los Escritos filosóficos 4 (2007) preconiza para el hombre una actitud orientada al sentido común del alejamiento de la infinitud. Que la filosofía ya no es principio de algo, sino que nos sirve para una vida horizontal, que no mira, dice, a lo alto en busca de un marco en el que asomarnos buscando abismos inefables. Somos  individuos que al morir sólo nos descomponemos.

Seguimos viviendo en la medida en la que podemos construir nuestra propia vida -> “Hay cosas que no pueden terminarse porque nunca han comenzado” escribe Elvira Sastre en Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (2013). De este modo de desentrañar la vida, hablaba también el pasado sábado Savater en un periódico, porque se encontraba solo este verano.

Y es que la poesía, con y sin metáforas, es la manera práctica mejor construida para aferrarse al suelo de las cosas, y alejarse de lo infinito, aun pareciendo lo contrario. Cuando la filosofía no matiza, la literatura puede hacerlo; cuando la filosofía se atrofia, la literatura se expande; y en la medida que pretendemos un futuro mejor comprobamos cómo la infinitud desaparece de nuestro universo de discurso. Nos basta nuestra imaginación, dice Rorty, para descubrir lo realmente real en la cultura filosófica, utopías aparte.


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