Lázaro Fariñas •  Opinión •  23/08/2018

Trump, las mentiras y los medios de prensa

Afirmaba el Ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, que si una mentira se repetía y se repetía, acababa siendo verdad, pero hay un dicho muy popular que dice que primero se descubre un mentiroso que un cojo, y ambos son verdad. No se trata de haber dicho una mentira, ya que creo que todos, en una u otra ocasión, la hemos dicho. Parodiando a Jesús de Nazareno, que tire la primera piedra el que afirma que nunca ha dicho una mentira. El decir, una mentira de vez en cuando no nos hace un mentiroso, pero sí al que dice mentira tras mentira, el enfermo que lo hace constantemente, el mitómano empedernido que no se puede aguantar y miente una y otra vez. El actual Presidente de los Estados Unidos cae en esa categoría, miente y vuelve a mentir sin tan siquiera sonrojarse. Según el periódico Washington Post, desde el primer día que llegó a La Casa Blanca hasta el día 558, Donald Trump ha mentido o ha dado datos falsos 4,229 veces. El rotativo ha estado llevando la cuenta meticulosamente, siguiendo todos los discursos, entrevistas o conferencias de prensa que ha hecho el Presidente durante todo ese tiempo.

¿Por qué miente constantemente el Presidente de Estados Unidos? ¿Por conveniencia o por enfermedad? Bueno, por  lo menos yo, aunque tengo una idea de el por qué lo hace, no tengo la respuesta exacta. Tendríamos que buscar un siquiatra que analice esa personalidad a fondo para ver si descubre cuáles son las razones para que este hombre sea lo mentiroso que es. Si así fuera, el siquiatra en su sicoanálisis no podría limitarse a las mentiras que emanan de esa personalidad, sino que se encontraría en la necesidad de ampliar su búsqueda para poder hacer un diagnóstico exacto de todas las distorsiones emocionales que tiene el personaje.

Habría que analizar la necesidad que tiene de humillar a sus semejantes, de ser el centro del mundo, de ser el más inteligente, el mejor negociador, el más millonario, etc., etc. Pensándolo bien, más que un siquiatra y para estar más acorde con su personalidad, Donald Trump necesitaría toda la escuela de siquiatría de Viena para poder tratarlo.

No creo que haya nadie que piense que el Presidente esté loco o que sea un trastornado mental que necesita ser recluido, pero sí creo que no hay nadie que pueda negar los padecimientos que tiene su distorsionada personalidad.

Por ejemplo, cuando se llevó a cabo la ceremonia de inauguración de su presidencia, llegó a afirmar que la multitud  que acudió a la misma era muchísimo más grande que la que acudió a la de Obama. La prensa de este país se ha cansado  de presentar las tomas de televisión y las fotografías de ambas inauguraciones en las que a las claras se ve que la concurrencia a la de Obama era casi el doble que la de Trump, sin embargo, él ha seguido repitiendo, cada vez que tiene una oportunidad, que como la de él, nunca ha habido una multitud tan inmensa.

La afirmación anterior es solo un pequeño ejemplo de cómo este hombre cambia la realidad existente. Sus voceros han llegado a decir que existe una realidad alternativa. Es por eso que lo que se dice hoy, no necesariamente se dijo. En la conferencia de prensa que realizó en Helsinki junto a su homólogo ruso, Vladimir Putin, ante una pregunta sobre la presunta intervención rusa en las elecciones del 2016, Trump contestó «no veo la razón para que Rusia estuviese detrás» del hecho, pero cuando días después vio el escándalo que formó con dichas declaraciones, rectificó la página y dijo que él no había dicho que no veía la razón para que estuviese detrás, sino para que no estuviese detrás de la intervención. Es decir, donde dije dije, en realidad dije Diego.

Lo grave de esta situación es que, aunque la prensa esté constantemente sacando a la luz pública toda esta sarta de mentiras, la popularidad de Mr. Trump sigue inalterable, es más, según las últimas encuestas, ha subido.

Yo no sé si a los pocos o muchos lectores de esta columna les aburre que les siga hablando de Mr. Trump y sus mentiras, pero hay que ver la televisión o leer los periódicos norteamericanos todos los días para ver o leer lo que aquí se dice de este personaje que gobierna hoy en los Estados Unidos.

Como tengo la costumbre de ver todas las noche los programas de comentarios, análisis y entrevistas que a diario se televisan en este país, se me ha creado una enorme preocupación sobre el futuro político de la nación.  Cualquiera pudiera decir que en los Estados Unidos no va a pasar nada que cambie el sistema existente, pero tengo una gran inquietud de lo que ha estado ocurriendo desde que Trump llegó a la presidencia.  Ojalá mi inquietud se quede solo en eso y ojalá fuera yo el único que la tuviera, pero desgraciadamente, personas mucho más enteradas que yo me acompañan en este sentimiento.

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en los EE.UU.

Fuente: MartianosHermesCubainformación


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