Christian Zampini •  Opinión •  25/04/2018

Esa peculiar escala de valores

Esa peculiar escala de valores

Salvo las contadas personas que no hayan tenido contacto con Internet o vivan como eremitas alejados de los medios digitales, a estas horas todo el mundo conoce la noticia del día: Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha dimitido tras la filtración de un video de seguridad  que demostraba su frustrado intento de hurto de cremas por valor de 27 euros en un supermercado allá por 2011.

Cualquiera que no estuviese acostumbrado a las peculiaridades de la política española podría pensar que la escala de responsabilidad política en este país está completamente invertida. Decenas… ¿Qué escribo? Cientos de cargos públicos acusados de participar en entramados de corrupción se resisten a abandonar sus cargos sin demasiados problemas, mientras que el hurto de un producto de supermercado debe conducir, inevitablemente, al ostracismo político. Qué peculiar escala de valores.

Nada más lejos de la realidad. La sustracción de botes de crema no ha sido más que la puntilla a la ya difícil situación de Cifuentes. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha aguantado aferrada a su presidencia regional durante (unos nada desdeñables) 35 días mientras permanecía en el ojo del huracán por el escándalo de las titulaciones de la URJC. Un escándalo que, si bien para muchos tampoco revestía de la importancia y trascendencia que pueden evocar “Gurteles” y “Bárcenas”, ponía de manifiesto las incontables irregularidades de la gestión de la Universidad pública. La amenazante moción de censura presentada por el PSOE en la Asamblea de Madrid, unida a la retirada de apoyo de las grandes figuras de su propio partido, tienen bastante más que ver con su dimisión esta mañana que el expolio de cremas a inocentes y desprotegidas superficies comerciales de barrio.

No resultan extraños, ante semejante escenario, los rumores y conjeturas sobre el origen “amigo” del registro de videovigilancia filtrado. Nadie estaba más interesado que el Partido Popular en solventar de manera quirúrgica la crisis desatada en Madrid. Con la dimisión de Cifuentes, cuenta con esquivar la moción de censura y así atajar el riesgo de tener que asumir responsabilidades políticas.

Nadie estaba más interesado, pero quizá se puede afirmar que contaba con un interés comparable su imperturbable e hinchado socio de gobierno y apoyo fundamental en la Comunidad de Madrid. También se librarán del papelón de retratarse sosteniendo en el gobierno a una presidenta a todas luces desacreditada. Chez Ciudadanos, respiran tranquilos.

Por defecto profesional, no puedo evitar fijarme en la metodología utilizada para dar el último empujoncito necesario. Un asunto nimio en comparación con muchos otros, elevado a la categoría de drama nacional. Filtrado, además, a través de un panfleto de extrema derecha sobre el que pesan acusaciones de sospechosas financiaciones por parte del gobierno a través de ENISA.  

Cabe incluso preguntarse el origen del video. Teniendo en cuenta que las grabaciones de seguridad no se conservan más allá de tres años (por imposición taxativa de la Ley de Protección de Datos), queda claro que alguien conservaba las imágenes con alguna clase de intencionalidad. Los precedentes en forma de trama de espionaje ilegal en la Comunidad de Madrid que apuntaban directamente al expresidente Ignacio González y que tenía entre sus objetivos de seguimiento a la propia Cifuentes, deberían causarnos como mínimo sospecha. Por lo de que dos más dos son cuatro.

Con todos estos elementos parece quedar claro que el «robo de cosméticos del siglo» no ha sido lo más determinante en la dimisión de Cristina Cifuentes, tanto como el mensaje que transmitía su propia filtración. Sin embargo, no deberíamos descuidarnos en exceso ante el precedente que sienta para el discurso de una derecha cada vez más arrinconada y agresiva. El Partido Popular, así como el panfleto encargado de hacer el trabajo hoy, no dudará en establecer la barra de la tolerancia en casos similares para los que considera sus contrarios, mientras continúa juzgando de forma blanda los auténticos crímenes contra la res pública. Y con dicho panfleto, todos los medios que se manejan en su discurso. Porque a estas alturas no cabe duda de que ellos sí tienen una peculiar escala de valores.


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