Ana Fernández de Cosa •  Opinión •  12/02/2018

Cuando se quitan las caretas…

Parece que a algunos eso del ascenso en las encuestas de la marca blanca del PP les está poniendo muy nerviosos. Cuando se pone la cosa chunga, el Partido Popular saca su herencia post-franquista y saca pecho de ello. Además, lo hace a golpe de amenaza: “si gobernamos en 2019, el busto de Pemán volverá al teatro Villamarta”.

José María Pemán, ese señor de cuyas hazañas y proezas se estuvo hablando durante casi dos largos años. José María Pemán, ese señor al que su familia quiso limpiar su honor y que, ¡oh, sorpresa! lo que pasó fue todo lo contrario.

Nunca se escribió tanto, nunca fue tan mediática su figura ni nunca se había hablado tanto de la cara oculta de Pemán como desde aquel primer pleno ordinario de la legislatura en curso, allá por julio de 2015. Y digo que nunca había sido tan mediática su figura porque la literatura no pudo ganarle el pulso a la política. Su mediocre escritura nunca pudo ocupar el espacio que ocuparon sus quehaceres, sus relaciones y sus responsabilidades políticas, vinculadas directamente con el gobierno franquista.

Mucha tinta se empleó después de aquel 30 de julio de 2015 para desvelar lo que mucha gente no sabía: la importante relación que tuvo este jerezano con el golpe de estado, con la depuración de maestros y maestras republicanas y con el llamamiento al exterminio de rojos en sus artículos y columnas de opinión en diarios como el ABC de Sevilla.

Afortunadamente, a la familia Pemán, intentar limpiar el honor de su familiar le salió caro. Le salió caro y mal.

Y ahora estamos aquí, más de un año después, conviviendo con el fantasma de Pemán. Parece ser que, con dos años de polémica, con decenas de artículos en los que se esclarece quién fue este personaje, con un juicio que no llegó a ningún sitio- exceptuando a la Verdad, Justicia y Reparación-  no han tenido suficiente información como para enterrar esta historia y desvincular de cualquier tipo de honores a este jerezano. Parece ser que los señores del PP no han tenido todavía suficientes argumentos como para que no se les caiga la cara de vergüenza al querer seguir defendiendo lo indefendible. Eso, o es que han aprovechado el carnaval para quitarse la careta. Es buena época para ello y demostrar de una vez por todas lo que son, dando así más razones para que lo más rancio, retrógrado y filofascista de nuestro estado tenga motivos para votarlos. No sea que se vayan a ir con el primo hermano de Ciudadanos.

Es una buena promesa la que han hecho: amenazar al pueblo con volver a colocar la figura de semejante jerezano, el mismo que hizo una llamada a la opresión y represión de cientos de nuestros conciudadanos, en el Teatro Villamarta. Por cierto, ¡el Villamarta! Ese teatro en el que quieren volver a poner el busto de Pemán es el mismo teatro al que dejaron morir de inanición. Ese teatro por el que están ahora tan preocupados los señores del PP y que ahora quieren fiscalizar desde el Patronato de su nueva fundación. Ese teatro en el que no creían, ese teatro que cedían de manera gratuita e indiscriminada como si fuera el salón de su casa mientras que nos costaba el dinero a las jerezanas y jerezanos. Ese teatro al que cuando hubo que ayudar ellos hicieron oídos sordos y dejaron morir. El mismo teatro Villamarta en el que quieren volver a poner a Pemán es el mismo teatro que el Partido Popular abandonó en el camino con un claro afán privatizador. Gracias a la preocupación y el interés que mostró el gobierno de la señora García Pelayo- esa señora que va de alcaldesa por la vida sin serlo- por el estado de las cuentas del teatro, hubo que liquidar la Fundación Teatro Villamarta.

Antonio Saldaña ya ha empezado con las promesas electorales. “Cuando gobierne el PP, Pemán volverá al Villamarta”.

Y lo peor de todo es que cumplirán.

Así que cuando escuchéis al Partido Popular decir eso, cuando escuchéis a Saldaña lanzando insultos por la boca, recordad que el resto de “amenazas” vienen detrás, pero que nunca las dirá en rueda de prensa. Recordad el Teatro Villamarta, ese teatro que estuvo a punto de caer en las garras de la privatización. Recordadlo público mientras podáis, porque quizás después sea tarde. Recordad también el ERE, recordad a Saldaña llamando vagos y flojos a los trabajadores. Cuidad también vuestros puestos de trabajo, porque quizás después sea tarde. Recordad también aquella empresa pública de agua que un día tuvimos en nuestra ciudad. Recordad, porque quizás después sea el turno de otra empresa pública. Recordadlas públicas mientras podáis, porque después, quizás sea tarde.

Recordad. La memoria es muy importante. La memoria seguirá siendo muy importante. La memoria nos hace ser lo que somos, y somos lo que somos por nuestros actos y por los actos que permanecen en nuestra memoria y en la memoria colectiva.

Recordad, porque luego, llegado el momento, Pemán será sólo la punta del iceberg de nuestros males. Lo malo será lo que venga detrás cuando se quiten la careta de nuevo.


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