Arturo Borges Álamo •  Opinión •  14/10/2017

El derecho de autodeterminación y el Partido Comunista

El pueblo catalán lleva muchos años buscando su camino constituyente que le permita conformarse democráticamente como tal y necesariamente de acuerdo al programa y prioridades que marque la correlación de fuerzas, determinante a su vez de la mayoría social y política que sea capaz de su materialización. En ese camino se ha encontrado con el corsé del «régimen del 78» impuesto por la correlación de fuerzas favorable a los herederos del franquismo, conseguida entonces gracias al colaboracionismo que supuso la renuncia a la ruptura democrática por parte del grupo «eurocomunista» dirigente del PCE, en los años de la llamada «transición» a la democracia.  Uno de los aspectos de esa renuncia fue el referido al «derecho de autodeterminación de los pueblos de España», como aún se formulaba en 1976, pasando a apuntalar el Estado de las Autonomías que rechazaba la posibilidad de ejercer tal derecho.

Por contra decía Lenin: «El derecho de las naciones a la autodeterminación significa exclusivamente su derecho a la independencia en el sentido político, el derecho a la libre separación política respecto de la nación que la oprime. En términos concretos, esta reivindicación de la democracia política significa una libertad total de propaganda por la separación, y la solución de ese problema mediante un referéndum en la nación que se separa. De modo que esta reivindicación no equivale en absoluto a la de separación, fragmentación y formación de pequeños Estados. Significa sólo una manifestación consecuente de lucha contra toda opresión nacional.»

En Canarias, Guillermo Ascanio que fue uno de los comunistas isleños de mayor relevancia y consecuencia en los años 30, escribía en el número 169 del semanario Espartaco, el 18 de noviembre de 1933: «….los canarios precisan reclamar urgentemente el derecho a gobernarse por sí mismos. Es caminando y luchando en este sentido que se encuentran todas las posibilidades de desenvolvimiento económico y político de Canarias. La población laboriosa de las siete islas necesita urgentemente unificar sus esfuerzos para luchar por la conquista de un gobierno propio, acomodado a todas sus características geográficas, económicas y sociales y sobre la base de destruir el poderío económico de las grandes casas exportadoras, y en general toda la gran burguesía.»  De esa manera reflejaba las profundas bases económicas en las que descansaba el posible desarrollo de una cuestión nacional canaria.

Posteriormente fueron esas mismas bases económicas, de un sistema capitalista español que condenaba al pueblo canario a soportar una clara opresión nacional y social bajo la estructura política, económica, social y cultural de la «larga noche franquista», las que fueron gestando y manifestando, sobre todo en los últimos años de la dictadura y durante la «transición», un potente desarrollo de dicha cuestión nacional canaria. Ese proceso se  concretó con claridad en los últimos años 70 y primeros 80, cuando se expresó el llamado movimiento nacional-popular que tuvo en la Unión del Pueblo Canario su máxima expresión electoral, alcanzando en la municipales del año 1979 el 2º lugar en Santa Cruz de Tenerife y en Las Palmas de Gran Canaria, y obteniendo incluso la alcaldía en esta última ciudad gracias al apoyo de PSOE e independientes.

En este punto viene a cuento recordar el contenido del programa nacional-popular que exponía Fernando Sagaseta, otro comunista de gran relevancia y consecuencia de esta época, en un texto publicado en El País el 12 de julio de 1977: «Nuestro programa está apoyado por un arco de tendencias políticas ideológicamente diversas, pero que convergen en los puntos fundamentales y que son: 1.Derecho del pueblo canario a decidir soberanamente su futuro entre las distintas opciones posibles. Gobierno provisional y proceso constituyente. Derecho a la autodeterminación. 2.Programa político antifascista que aboga por las plenas libertades políticas para todo el Estado español, por una amnistía total y por un proceso constituyente a nivel de Estado. 3.Alternativa económica antioligárquica y antiimperialista. Voluntad de movilizar las masas tras sus justas reivindicaciones y colaborar en la gestación de organismos populares que defiendan sus intereses. 4.Medidas sociales orientadas a mejorar de manera inmediata las condiciones de existencia de la clase obrera y del conjunto de las capas populares.

De lo señalado se desprende, asimismo, la falsificación que realizan quienes nos prefiguran como «independentistas», lo que hacen con el evidente propósito de cercenar el espectro político amplio que tiene cabida en nuestro programa. El hecho de que fuerzas independentistas hayan apoyado o simpatizado con nosotros se debe primordialmente a que el programa recoge el derecho que todas las opciones políticas tienen a que nuestro pueblo las considere en un proceso constituyente y al carácter popular de sus presupuestos.

Con todo lo descrito queda también de manifiesto que la nuestra no es una alternativa «contra los peninsulares». Hacemos nuestras las reivindicaciones más sentidas de los obreros y de los pueblos que componen el Estado español. Nosotros contra quien estamos es contra el gran capital peninsular y extranjero, contra la oligarquía local que explota a todo el pueblo y esquilma los recursos de Canarias. Ahí queda el programa que hemos distribuido para atestiguarlo.»

Posteriormente una amplia amalgama de fuerzas anti-UPC, conformó una intervención que fue capaz, junto a los errores propios, de lograr desarticular el movimiento nacional-popular, tomando diversas derivas su amplio abanico de componentes. Aportando unos soporte a las políticas reformistas y siendo decisivos otros en la construcción del insularismo oligárquico de Coalición Canaria, en coincidencia con la dirección «eurocomunista» que desertó del Partido Comunista de Canarias.

Casi 40 años después, la descomposición del mencionado «régimen del 78» ha hecho posible la apertura de grietas por donde poder retomar las reivindicaciones constituyentes y populares a favor de las mayorías sociales. El proceso catalán sin duda va a ser acompañado, lo está siendo ya, por los distintos pueblos y clases sociales populares del Estado español que aspiran a retomar el hilo de las diversas luchas que fueron neutralizadas mediante la hegemonía de los poderes oligárquicos y fácticos agrupados bajo el susodicho régimen.

Es hora de recuperar y dotar de auténtico sentido a la historia del pueblo canario, como se manifestó en el rechazo mayoritario de nuestra ciudadanía a la OTAN en el referéndum que tuvo lugar en 1986. Ante ese reto, las y los comunistas canarios con las referencias de Guillermo Ascanio, de Fernando Sagaseta y muchas más, debemos estar a la altura de las necesidades del mismo que pasan por dotar a la clase trabajadora y demás capas populares del instrumento que aporta la historia, el pensamiento marxista y el Partido Comunista que lo convierte en fuerza material.  Con ese instrumento estaremos en condiciones de contribuir a la conquista, por la mayoría social, del poder que se precisa para cambiar la situación política, económica, social y cultural de Canarias, incluido, por supuesto, el posible ejercicio del derecho de autodeterminación.

Arturo Borges Álamo, miembro del colectivo «PuntodeVistaComunista».


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