Paco Campos •  Opinión •  05/08/2017

Cómo hablar sin pensar

Siguiendo con las conferencias de Wittgenstein de 1946-47 en Cambridge, e insistiendo en deshacer el entuerto, el error consistente en afirmar que el pensar es un acompañamiento del hablar y que, por tanto, podemos pensar sin lenguaje, el filósofo austríaco ironiza con la pregunta de si hay ya pensar por el simple hecho de hablar, y responde que no, porque se puede hablar sin pensar, y por eso el pensar acompaña al hablar.

        Ante tamaño error, Wittgenstein advierte nuestra atención para que podamos preguntar sobre el porqué de ese error. Él rápidamente sentencia diciendo que por mucho que pensemos no lleva consigo la enseñanza del uso de las palabras. Agrega un ejemplo práctico diciendo que cometeríamos el mismo error si para aprender el uso de la palabra “color” tuviéramos que señalar algo, como si el color de algo fuera algo independiente de las palabras que hablan de color, como “rojo”, “morado” etc.

        Un profesor se dirigió a sus alumnos diciéndoles que solemos caer en el error de afirmar que podemos hablar sin pensar, que pensamos y que eso no enseña cómo usar las palabras, porque lo de las palabras viene después. Esto es, que pensamos sin necesidad del lenguaje, por ejemplo, cuando hablamos con nosotros mismos. Y les dice irónicamente también:

Sabéis que yo veo la pizarra morada cuando hablo conmigo mismo, y que el uso de la palabra ‘verde’ supone un compromiso mío ante vosotros, pero que no vale para mí porque no necesito el lenguaje para ver morado, ya que veo el morado del morado, del morado de morado y así, cada vez que lo veo, lo veo más claro. Lo del lenguaje es para entendernos en clase, pero el conocimiento reside en ‘mi ver morado’, esa es la verdad, mi verdad. Y cómo lo he conseguido sin aprender el uso de la palabra. Pues muy sencillo: a base de ver morado muchas veces, a base de mucho morado.


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