Juan Andrés Pérez Rodríguez •  Opinión •  03/07/2017

La demagogia «obrera» de Donald Trump se derrumba en EE.UU.

La persistencia de los ritos de la religión cristiana en Occidente se aprecia, claramente, en las religiones sustitutivas modernas de culto al “mercado con democracia”, a la “soberanía del consumidor” o a la supuesta  “omnipotencia de la tecnología». Se trata del mismo tipo de pensamiento religioso convertido en «sentido común» que se manifiesta en el credo de los políticos ultraliberales y retrógados que prometen «prosperidad» para todos. Una expresión cabal de este tipo de discurso y pensamiento han sido las promesas de Donald Trump a la clase obrera norteamericana, sobre su supuesta intención de recuperar sus empleos, destruidos por la propia evolución de la economía estadounidense. 

    Ha bastado muy poco tiempo para que se pusiera el descubierto la vacuidad de estas promesas propias del marketing político.  Según informa una nota publicada por la web Democracy Now, cerca de 600 trabajadores de la empresa estadounidense CARRIER de  Indianápolis, que emplea actualmente a 1.400 , serán despedidos el mes de julio próximo.  En su momento, el presidente norteamericano anunció una inversión de 16 millones de dólares para esta empresa, supuestamente para salvar sus empleos. Ahora, no obstante, se pone de manifiesto que las ayudas, realmente concecidas a los empresarios, tendrán el efecto contrario. Más allá del discurso «obrerista» del multimillonario presidente, lo cierto es que la empresa matriz de la firma CARRIER ha comunicado que la subvencióne estatal será destinada a automatizar la fábrica. O, lo que es lo mismo, a sustituir a hombres y mujeres por nuevas y más modernas máquinas.

    Pero éste no es, en absoluto, un ejemplo aislado. La realidad es que ninguna de las subvenciones empresariales concedidas por Donald Trump han servido para detener en su país la tendencia destructiva del empleo inherente a las economías capitalistas, ni la deslocalización de las empresas hacia naciones con trabajadores peor remunerados, que Trump aseguró durante su campaña electoral que combatiría ferozmente.  La empresa Ford, sin ir más lejos, anunciaba recientemente que trasladará parte de su producción a China, poco después de revocar la decisión de  construir una fábrica en México.  Una medida, por cierto, a la que Trump trató de sacar rédito político  con este mensaje: “Gran anuncio de Ford. Realizarán gran inversión en tres plantas en Michigan. Las empresas de automóviles están volviendo a Estados Unidos. ¡EMPLEOS! ¡EMPLEOS! ¡EMPLEOS!”.

    La realidad es , en suma, que la tendencia a sustituir trabajadores por tecnología cada vez más sofisticada y el incremento masivo del ejército de mano de obra «sobrante» continuarán agravándose, de manera indefinida, mientras no sean abolidas las relaciones capitalistas de producción. Del mismo modo que se reproducirán las políticas destinadas a salvar el sistema y a sus dueños, utilizando la riqueza social y a costa del empobrecimiento creciente de la mayoría de la población mundial.

     Y es que, como escribiera el filósofo marxista István Mészáros, muy distante de las ilusiones reformistas de socialdemócratas o populistas, “cualquier intento de superar este sistema de metabolismo social que siga la línea de menor resistencia del capital está condenado a la derrota». Y «solamente una política radical y extraparlamentaria que reoriente radicalmente la estructura económica, podrá destruir el sistema”.

Fuente: http://canarias-semanal.org/not/20588/la-demagogia-obrera-de-donald-trump-se_-derrumba-en-estados-unidos/


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