Paco Campos •  Opinión •  21/04/2017

Una rueda que gira sola

Una rueda que gira así es una rueda que nada tiene que ver con un mecanismo. Gira aunque ninguna otra cosa gire con ella. Algo así puede llegar a intimidarnos porque desconocemos a qué se debe eso. Este símil de las ruedas sueltas, que andan solas por ahí, se debe a Wittgenstein y contiene esa incitación a extraer consecuencias prácticas, sobre todo en cuestiones referidas a la acción comunicativa, una vez dejada atrás el tipo de razón centrada en el sujeto. Sin embargo esta última consideración habermasiana no es suficientemente satisfactoria puesto que el valor de la rueda suelta sirve para justificar los incondicionales, esos principios por los que muchas democracias y academias del saber ejercen poder, cuando no autoritarismo -> las democracias cuantitativas cada vez parecen más asunto de competiciones que de reflexión política y ejercicio de solidaridad.

        La racionalidad universal es una reliquia del autoritarismo patriarcal, dice Hume hace ya bastante tiempo, siglo XVIII. Vemos en los dogmas de las religiones, en las leyes de los parlamentos, en los bandos de los ayuntamientos, en las normativas de las asociaciones, clubes, estamentos y todo tipo de relaciones entre humanos, más autoridad que otra cosa. Se debe a que la indagación no hay ido en la dirección deseada, que no debería ser otra que la de vivir en armonía. Sucede porque no ha habido conexión alguna con los entornos correspondientes. Primero se establecen los principios y las sanciones, y después se está a la espera de su cumplimiento, en vez de observar conjuntamente la realidad común a todos los humanos para después valerse de ella de modo natural y sin tanta advertencia, sin tanta rueda suelta.


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