Alfonso Lafarga •  Opinión •  25/03/2017

Para González, Aznar y Rajoy no existen los presos políticos saharauis

En las cárceles marroquíes hay actualmente más de sesenta presos políticos saharauis, cumpliendo largas condenas unos y en espera de juicio otros, para los que no han tenido ni una palabra los expresidentes Felipe González y José María Aznar.

Los dos expresidentes pidieron juntos a mediados de febrero la libertad del opositor venezolano Leopoldo López, que lleva tres años encarcelado, y de los presos políticos venezolanos. La prensa reseñó algo inusual: González y Aznar aplaudieron recíprocamente sus intervenciones y posaron juntos para la foto de familia, en la que también estaban el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y los exministros Javier Solana y Alberto Ruiz-Gallardón. Al movimiento por la libertad de los opositores venezolanos se sumó el presidente Mariano Rajoy con el siguiente tuit: “Pedimos justicia, DDHH y libertad para los presos políticos venezolanos”.

Felipe González y José María Aznar, que solo coinciden en actos institucionales muy puntuales, dejaron de lado sus diferencias y aparecieron juntos en defensa de los presos políticos venezolanos, lo que nunca han hecho, ni a título individual, por los presos políticos saharauis, cuyo territorio, el Sáhara Occidental, España no descolonizo y entregó al invasor marroquí.

En las cárceles marroquíes, tanto en territorio del Sáhara Occidental como en Marruecos, había a primeros de marzo de 2017 un total de 61 presos políticos saharauis, cifra bastante superior en años anteriores llegando al centenar. La mayoría están en centros penitenciarios ubicados en Marruecos y solamente cinco en prisiones ubicadas en la excolonia española: tres en la cárcel Negra de El Aaiún, con condenas de 4 a 10 meses, y dos en la prisión de Smara, con penas de 10 y 14 meses. Otros militantes saharauis se encuentran en libertad provisional pendientes de juicio.

De los 23 presos que llevan más de cinco años privados de libertad el más antiguo es Elbasraoui Mohamed, que ha cumplido ya 13 años de los 15 a que fue condenado; le sigue Laasairi Salek, 12 años privado de libertad, pero con una condena de cadena perpetua -los dos en la cárcel de Ait Melloul- y el tercero es Yahia Mohamed Elhafed, 9 años en prisión de una condena de 15, en la carcel de Taroudanet.

Otros presos con importantes penas, aunque llevan menos tiempo encarcelados, son Chekrad Yahdih, condenado a 10 años; Mayara Moujahid y Mohamed Bambari con penas de seis años cada uno; Embarek Daud, Chekrad Khalid, Charkaoui Larabas, Izza Bouyemaa, Kaiss Elhaiba y Chouaiaar Hassani cumplen cinco años de reclusión cada uno y Boukiout Abdelahi, El Markhi Abdelkhlik, Basir Salah y Kach Ali sentenciados a cuatro años.

Hay un grupos de presos saharauis con una relevancia especial: Los de Gdeim Izik, encarcelados desde hace seis años y condenados en 2012 por un tribunal militar -en un juicio injusto según Amnistía Internacional- a penas de 20 años a cadena perpetua, sentencia que fue anulada y por lo que son juzgados nuevamente por un tribunal civil; 21 de ellos permanecen en la prisión de Alaryat. Otro grupo es el de 16 estudiantes universitarios, la mayoría de la universidad de Marrakech y algunos de la de Agadir, que llevan un año encarcelados y a los que se ha pospuesto el juicio en siete ocasiones, la última el 14 de febrero de este año.

El de Mbarek Daoudi, de 65 años, es un caso significativo del acoso que sufren los presos saharauis. Defensor de los Derechos Humanos y de la autodeterminación del pueblo saharaui, fue detenido el 28 de septiembre de 2013 en Guelmin, sur de Marruecos y condenado a seis meses de reclusión por “poseer un uniforme militar” (estuvo más de 30 años en el ejército marroquí) y posteriormente a cinco años por “posesión de cartuchos para caza” e “intentar fabricar un arma”: La policía encontró en casa de su padre un arma de la guerra contra los franceses de 1936, que había pertenecido a su bisabuelo. Daoudi informó a una ONG sobre la localización de una fosa común con restos de saharauis asesinados y a partir de ese momento empezó su persecución y la de su familia, asediada continuamente por la policía: sus cinco hijos han sido detenidos en varias ocasiones, dos de ellos fueron condenados a dos años y otros dos a uno.

En las cárceles marroquíes, denunciadas por organizaciones internacionales por la pésimas condiciones de vida y malos tratos, han estado largos periodos de su vida saharauis como Sidi Mohamed Daddach, que permaneció recluido 25 años, el segundo preso político con más estancia en prisión de África después de Nelson Mandela, que estuvo 27 y llegó después a ser presidente de Sudáfrica y premio Nobel de la Paz; Mamia Salek, detenida cuando tenía 14 años, pasó 15 recluida; Mohamed Buia Hoseis, liberado después de 11 años sin ser sometido a juicio , o la activista de DDHH Aminetu Haidar, a la que tuvieron 3 años y siete meses con los ojos vendados en un centro secreto y fue liberada sin ser juzgada.

Y en las cárceles marroquíes también han muerto presos saharauis, los últimos el activista Brahim Saika, el 15 de abril de 2016, que fue llevado a un hospital de Agadir desde la prisión de Bouzakarne, y Mohamed Ali Masik, fallecido en un hospital de Rabat en septiembre de 2016, trasladado desde una prisión desconocida. Los casos de tortura a numerosos presos saharauis quedaron reflejados en el auto del juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz por el que imputó a once altos cargos y militares marroquíes por un presunto delito de genocidio contra la población saharaui.

“Con presos políticos no hay democracia”, dijo en el acto por los detenidos de Venezuela Felipe González, el mismo que recibió en diciembre de 2014 el Premio Internacional Averroes por “contribuir a hacer universales los valores de la paz y la tolerancia”, galardón patrocinado por el rey Mohamed VI de Marruecos, país donde persiste la tortura y se restringen los derechos de libertad de expresión, asociación y reunión, según Amnistía Internacional, Human Rights Watch, el Centro Robert F. Kennedy y la Red Euromediterránea de Derechos Humanos.

“El país con mayor espacio de libertades que conozco del mundo árabe se llama Marruecos… incluidas las autoridades del Sáhara Occidental”. Son palabras de Felipe González en septiembre de 2009, lejos de aquellas otras que pronunció en noviembre de 1976 en los campamentos de refugiados de Tinduf, donde se comprometió con la historia a estar con los saharauis hasta la victoria final.

En febrero de 2017 en el Sáhara Occidental bajo ocupación marroquí y ciudades del sur de Marruecos con población saharaui se produjeron violaciones de los Derechos Humanos, según datos de organizaciones internacionales y medios de información saharauis, tanto oficiales como independientes.

Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=20126


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