Colectivo Puente Madera •  Opinión •  20/03/2017

El miedo alimenta a la bestia

Un pequeño respiro. Aunque las encuestas previas daban como vencedor en las elecciones holandesas al ultraderechista PVV, el pasado 15M se frenó el triunfo del xenófobo Wilders. Pero a pesar de todo, nos preocupa mucho que este partido neofascista sea la segunda fuerza política en este país, con más de un 13% de votos. La “bestia” sigue ahí. La ultraderecha siguepreparando su expansión.
 
Es un auténtico espectro que recorre nuestro continente. La austeridad, el capitalismo salvaje y el neoliberalismo han incubado el huevo de la serpiente, los partidos xenófobos y ultraderechistas han crecido para una Europa que creía que había dejado atrás el drama del fascismo. La historia se repite, cambia la fisonomía de los paisajes, pero sus posturas ideológicas suenan semejantes tanto en los pequeños pueblos de pescadores holandeses, en la campiña flamenca belga, en la llanura manchega, en los valles suizos o en barrios periféricos de Finlandia, así como en el Este de Europa. La “bestia” sigue avanzando con su ideología favorable a la desigualdad y la exclusión.
 
La ultraderecha ha permanecido agazapada y desde finales del pasado siglo está dando dentelladas destructoras que a muchos nos preocupan. Nunca desapareció del todo de la psicología social, porque se le venció militarmente pero no intelectualmente, y ha permanecido enclaustrada en unas sociedades decadentes falsamente democráticas a la espera de la gran crisis, como gran causa impulsora, que la ha desatado. La extrema derecha puso ya una vez a Europa al borde de la destrucción, no podemos permitir que esta plaga siga extendiéndose a nuestro alrededor. Debemos evitar la gangrena de los valores cívicos por los valores del odio, pero al mismo tiempo no olvidando que la extrema derecha también ha resurgido como voto de castigo a la política tradicional. Estos falsos patriotas, que están teniendo respaldo en las urnas, no son antisistema, ni mucho menos, al contrario, es el plan B autoritario del sistema capitalista que nos ahoga.
 
Y ante este tétrico panorama, nos asalta un gran interrogante. ¿Estamos en una situación en la que, sobre algunos temas: inmigración, preferencia nacional, islamofobia, civilización europea, reivindicación de la gente que trabaja frente a la que es asistida por el Estado, fronteras externas e internas de la Unión Europea, restricciones al derecho de desplazamiento en el interior de la Unión… la derecha clásica y la extrema derecha van a hacer piña?, ¿van a encontrar un terreno de colaboración político, ideológico e institucional?
 
En esta variada ultraderecha europea, sus dirigentes suelen ocultar una juventud fascista, su discurso no se apoya en lo ideológico sino en lo identitario y en dar respuestas sencillas a una ciudadanía desamparada y miedosa, que se siente social y económicamente vulnerable, que teme al futuro, y a la que los partidos clásicos no tienen nada que ofrecer. Es lamentable constatar que la izquierda europea está envejecida y con escasa representatividad, así como la socialdemocracia que, por no perder votos, perdió principios. El resultado es que perdieron los votos, los principios y están perdiendo los gobiernos.
 
Cuando comparamos esta realidad del llamado «viejo continente» que alguna vez fue progresista y de avanzada respecto de los derechos sociales, aquella Europa que se destacó por sus luchas y logros sindicales, la que abrió sus brazos solidarios a los latinoamericanos que huyeron de las dictaduras genocidas, hoy está viviendo uno de los momentos más decadentes de su historia, producto de la avaricia del poder financiero mundial que no tiene límites.
 
En España no nos libramos de esta ruina, pues la extrema derecha está integrada en el PP. ¿Deja de ser menos extrema porque se cobije bajo esas siglas?  Cuando les interesa les quitan el bozal: son Rafael Hernando, son el Albiol xenófobo, las juventudes de bandera con pollo, el misógino exalcalde de Valladolid, el Gallardón pro-vida, el Fernández Díaz de la Ley Mordaza, etc. etc. Lo que pasa es que la extrema derecha, queda muy deslucida frente al glamuroso destello de los grandes chorizos, de las organizaciones para robar dinero público – Gürtel, Púnica, Noos, Taula y otras grandes estrellas de la corrupción pepera-, pero si rascamos un poco comprobaremos que en lo más profundo de sus raíces hay puro neofranquismo.
 
Pero no perdemos la esperanza ante este desastre, busquemos una manera de salir de la crisis que no esté basada en la exclusión, el odio y la división, sino en la apertura, el respeto y la unión. Reduzcamos, en la medida de lo posible, la base económica y social de la envidia y del miedo a perder lo propio. Esta es la razón por la cual la justicia social, la educación democrática y una sociedad civil fuerte son las claves de cualquier estrategia contra la extrema derecha.
 
Al fascismo no se le combate claudicando ante el miedo, o recortando la libertad. Al fascismo se le combate con políticas que defiendan al pueblo y con la movilización.
 
 
Fuente: http://colectivopuentemadera.blogspot.com.es/2017/03/el-miedo-alimenta-la-bestia.html

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