Naomi Klein •  Opinión •  27/01/2017

Debemos prepararnos para los primeros shocks del capitalismo del desastre

Sabemos que la administración Trump se propone” desregular los mercados”, hacer una guerra sin cuartel contra el «terrorismo islámico radical”, enviar a la basura la investigación científica contra el cambio climático y, desatar un frenesí de producción de combustibles fósiles. 
 
Esta política puede generar un tsunami de conflictos: crisis económicas (producto de nuevas burbujas en los mercados financiero); impactos en la seguridad interior (con el regreso de la belicosidad internacional); perturbaciones meteorológicas, (pues el clima se desestabilizara aún más); derrame de oleoductos (sobre todo porque disfrutan de una regulación mínima).
 
Todo, es muy peligroso. Será aún peor la manera como la administración Trump aprovechara estos probables shocks políticos y económicos.
 
No es necesario especular.Solo se requiere un poco de conocimiento de la historia reciente. Hace diez años, publiqué «La doctrina del shock», una historia de como las crisis han sido explotadas sistemáticamente (a lo largo del último medio siglo)para promover una agenda radical pro-grandes corporaciones. El libro comienza y termina con la respuesta al huracán Katrina, porque esa respuesta fue un desgarrador ejemplo del capitalismo del desastre.
 
Eso es relevante debido a que son muy pocas las personas que recuerdan el papel desempeñado por el hombre que es ahora el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence. En el momento que el huracán Katrina golpeó Nueva Orleans, Pence era presidente del poderoso (y altamente ideologizado) Comité de Estudios Republicano (RSC). El 13 de septiembre del 2005 – tan sólo a 14 días que los diques reventaron, dejando gran parte de Nueva Orleans bajo el agua – el RSC convocó a una profética reunión en las oficinas de la Fundación Heritage en Washington, DC
 
Bajo la dirección de Pence, el Comité de Estudios Republicano llegó con una lista de «ideas pro-libre mercado para enfrentar las consecuencias del huracán Katrina y los altos precios del gas» – Son 32 medidas que podrían ser calificadas “de libro” del capitalismo del desastre.(Para tener una idea de cómo la administración Trump responderá a sus primeras crisis, vale la pena leer esta lista en su totalidad).
 
Lo que destaca de estas políticas de pseudo «ayuda» es la determinación de librar una guerra contra las leyes laborales y la función pública ( supuestamente porque el fracaso de la infraestructura pública produjo una catástrofe humanitaria). También es notable la determinación de utilizar esta o cualquiera oportunidad para favorecer las industrias del petróleo y del gas.
 
Los tres primeros elementos de la lista de RSC fueron : «Suspender de forma automática la legislación laboral Davis-Bacon en las zonas del desastre»,( esta legislación obligaba a los contratistas a pagar un salario digno); «Declarar  la zona afectada como zona de libre de impuestos » y; “ Hacer de toda la región una zona de la competitividad económica, con incentivos fiscales y exenta de regulaciones”.
 
Otra exigencia fue entregar a los padres de familia cupones para pagar las escuelas concertadas, un movimiento en línea con la política que Trump encargará ahora a la secretaria de Educación, Betsy DeVos.
 
Todas estas medidas fueron anunciadas por el presidente George W. Bush dentro la primera semana después del huracán.  Bajo presión, Bush se vio obligado a reintegrar las normas laborales, a pesar que fueron en gran parte ignorados por los contratistas. 
 
Hay muchas razones para creer que este será el modelo para las millonarias inversiones en infraestructuras que necesita el país. Trump utilizara esta formula para domesticar al movimiento obrero. Sabemos que derogar las leyes Davis-Bacon (para esos proyectos) ya flotaba en el aire en la reunión, de este lunes, con los líderes sindicales de la construcción.
 
En 2005, el Comité de Estudio Republicano introdujo más ideas que lograron el apoyo del presidente Bush. Aunque, los científicos del clima han vinculado directamente al aumento de la intensidad de los huracanes con el aumento de la temperatura del océano, Mike Pence y la RSC no se detuvieron. Derogaron las regulaciones ambientales en la costa del Golfo, autorizando nuevas refinerías de petróleo en los Estados Unidos y aprovecharon la oportunidad para dar luz verde » a la perforación en la Reserva Nacional de Vida Silvestre del Ártico.»
 
Todas estas medidas son una manera segura incrementar las emisiones de gases de efecto invernadero que es el principal contribuyente humano al cambio climático. Sin embargo, estas ideas  fueron respaldados de inmediato por el presidente Bush, con el pretexto de responder a una tormenta devastadora.
 
Por supuesto la industria del petróleo no fue la única en beneficiarse del huracán Katrina. Lo mismo ocurrió con aquellos contratistas bien conectados, que convirtieron la costa del Golfo en un laboratorio de los procesos privatización de lo público.
 
Las empresas que obtuvieron los contratos más importantes fue la mafia que participó en la invasión de Irak: la unidad KBR de Halliburton ganó $ 60 millones para reconstruir las bases militares a lo largo de la costa. Blackwater fue contratada para proteger de los saqueadores. Parsons, conocida por su mediocre trabajo en Irak, obtuvo el proyecto de construcción de un importante puente en el Mississippi. Fluor, Shaw, Bechtel, CH2M Hill ( todos principales contratistas en Irak) fueron contratados por el gobierno para proporcionar casas móviles a los evacuados, tan sólo 10 días después que los diques se rompieron. Sus contratos, sin licitación, llegaron a un total de $ 3.4 mil millones.
 
Ninguna oportunidad de obtener grandes beneficios fue dejada sin explotar. Kenyon, una división del mega conglomerado Service Corporation International (un donante importante campaña de Bush), fue contratado para recuperar a los muertos de casas y calles. El trabajo fue extraordinariamente lento, y los cuerpos fueron dejados bajo un sol abrasador durante días. Se prohibió a  los trabajadores de emergencia y a los empresarios de pompas fúnebres locales ayudar en estas labores “porque el manejo de los cuerpos esta en el territorio comercial de Kenyon”.
 
Y al igual que con muchas de las decisiones de Trump hasta el momento, la experiencia no tenia importancia en la asignación de los contratos. La empresa AshBritt recibió mil millones de dólares para eliminar los residuos a pesar que no poseía ni un solo camión de volteo para llevar el trabajo encargado.
 
Aún más sorprendente es el caso de  FEMA que ganó $ 5.2 millones de dólares para construir un campamento para los trabajadores de emergencia en St. Bernard Parish, en las afueras de Nueva Orleans. La construcción se retrasó y nunca fue terminada. Cuando se investigó al contratista, se supo que la empresa FEMA (Ayuda para Desastres) era en realidad un grupo religioso. «Lo más parecido que he hecho, es organizar un campamento juvenil con mi iglesia», confesó el pastor Gary Heldreth, director de FEMA.
 
Después que los subcontratistas sacaron su tajada, no quedo casi nada para los trabajadores. Por ejemplo, a FEMA le pagaron $ 175 por pie cuadrado para instalar lonas para los techos dañados, a pesar de que esas lonas fueron proporcionados por el gobierno. A trabajadores, como Mike Davis, que efectivamente instaló lonas se le pagó,como mucho, $ 2 por pie cuadrado;»Cada nivel de la cadena de contratación, estaba groseramente sobrealimentada,excepto el último peldaño, donde el trabajo real se llevaba a cabo” , declaró Mike Davis.
 
En Mississippi, una demanda de origen popular obligó a varias empresas a pagar cientos de miles de dólares en salarios atrasados a los trabajadores inmigrantes. Algunos salarios no se pagaron nunca. En el lugar de trabajo de Halliburton / KBR, los trabajadores inmigrantes indocumentados denunciaron que fueron despertados en medio de la noche por su empleador (un sub-subcontratista), porque supuestamente agentes de inmigración estaban en camino. La mayoría de los trabajadores huyeron para evitar ser detenidos.
 
Esta corrupción y el abuso es particularmente relevante porque el plan de Trump para contratar gran parte del gasto en infraestructuras será entregado a empresarios privados, en las llamadas asociaciones público-privadas.
 
Las secuelas de Katrina, con ataques apersonas vulnerables, llevadas a cabo en nombre de la reconstrucción no se detuvieron allí. Con el fin de compensar las decenas de miles de millones que se otorgaron a empresas privadas en contratos y reducciones de impuestos, en noviembre de 2005, el Congreso controlado por los republicanos anunció que necesitaba recortar $ 40 millones de dólares del presupuesto federal. Entre los programas que fueron recortados estaban los  préstamos estudiantiles, Medicaid y los cupones de alimentos. 
 
En otras palabras, las personas más pobres de los Estados Unidos subvencionan la bonanza contratista dos veces: primero, cuando la ayuda por  Katrina se transformó en negocios corporativos no regulados, que no proporcionó puestos de trabajo dignos ni servicios públicos funcionales; y, en segundo lugar, cuando los pocos programas que ayudan  a los desempleados y los trabajadores pobres,de todo el país, fueron destripados para pagar facturas infladas.
 
Este es el modelo del capitalismo del desastre, y se alinea muy bien con la trayectoria de Trump como un hombre de negocios 
 
Trump y Pence llegan al poder como aquellos tornados mortales que afectaron al sureste de Estados Unidos. Están llegando rápidos y furiosos. Trump ya ha declarado zona de desastre a los EE.UU.. Los shocks choques serán cada vez más grandes, gracias a las políticas imprudentes prometidas.
 
Katrina nos dice que esta administración va a intentar aprovechar cada desastre para obtener el máximo de ganancia. Será mejor que estemos preparados para lo que viene.
Traducción: Emilio Pizocaro
Publicación original: The Intercept
 
* Naomi Klein, periodista y escritora

Opinión /